Al terminar una relación ambos se enfrentan a diversas emociones como la tristeza, angustia, enojo y principalmente dolor, que deprime o desespera de acuerdo a la magnitud del sentimiento que se haya generado entre la pareja por el tiempo de convivencia. Es necesario recuperar la tranquilidad, respirar profundo para oxigenar el cerebro y pensar en la circunstancia que llevó a la ruptura.
Probablemente la persona abandonada o la que abandona sienta culpa de forma injusta para sí, pensando haber propiciado la separación. También puede tener resentimiento, motivado por despecho, con deseos de venganza y una tendencia a la exageración. En ambas posiciones, se vive este proceso de duelo en diferente forma, hasta encontrar un equilibrio emocional.
Cuando se ha permanecido durante algún tiempo en una relación destructiva, habiendo vivido el autoengaño, la reacción a esta pérdida sentimental, es la desesperanza, negación para no asumir la verdad, se suspende el contacto con la realidad, haciéndose difícil aceptar que ha terminado.
Frecuentemente existe la posibilidad de caer en conductas autodestructivas, las cuales debemos evitar y no acudir al alcohol, drogas o promiscuidad sexual. Se puede buscar ayuda profesional para reducir el dolor al dejar de culparse uno mismo, porque se afecta el organismo al sentir ansiedad, vértigo, hiperventilación, crisis de pánico, debido a la incapacidad de aceptar un cambio, sin dependencia hacia otra persona y no retardar el proceso de recuperación.
Es probable que como una defensa para reducir el dolor, se intente equivocadamente llenar la vida con numerosas actividades, debido a la incapacidad para estar tranquilo, teniendo conductas compulsivas, sin control emocional y dominio de nuestra vida.
Sería recomendable, percibir cuales son nuestras necesidades para cubrirlas con una nueva relación que sea realmente satisfactoria, reconstruyendo la autoestima, después de haber tenido diferentes sentimientos vinculados a una decepción en el noviazgo al terminar el enamoramiento.
Al asumir con objetividad que se puede vivir procesando el dolor siendo más constructivos, sin pensamientos obsesivos que producirán más inconformidad, como realizar constantes llamadas telefónicas, enviar mensajes de ruegos y suplicas o buscar a la persona amada en redes sociales, así como establecer recuerdos de música, canciones o lugares que los unían, porque estas demostraciones posiblemente no harán regresar a la pareja, haciendo imposible empezar otro noviazgo que nos lleve a un proyecto más saludable para vivir con plenitud un amor auténtico, sin sugestiones ni autoengaños, siendo una alternativa positiva para cuerpo y mente.
Posteriormente a la etapa de duelo que debiera ser no muy prolongada, aprendamos a disfrutar en lo posible estos momentos sin ataduras, descansando o con alguna actividad, como una clase psicomotora que combine atención y concentración, aprender a pintar, tocar un instrumento, hacer ejercicio, reuniones de familiares o amigos.
Son recomendables las terapias de relajación, pensando que para olvidar es necesario recordar las actitudes o acciones que nos molestaban, sin idealizar a la persona. Lo más importante es ocupar este tiempo en beneficio propio, con un futuro más favorable.