/ martes 29 de mayo de 2018

Ecos del debate

Como era de esperarse, el debate organizado por el Instituto Nacional Electoral –el segundo que se lleva a cabo entre los aspirantes a la Presidencia de la República –causó más ecos que el anterior, el primero.

Fueron tal vez los temas, fue acaso que los candidatos entrenaron más para esta confrontación respecto de propuestas de gobierno, lo que permitió que se hiciera acopio de destrezas verbales y de dominio escénico de los ahora ya sólo cuatro aspirantes a la Presidencia de la República de México.

Y de verdad fue interesante ver las destrezas escénicas –especialmente de Ricardo Anaya y José Antonio Meade –, quienes mostraron entrenamiento evidente en las rutinas del debate público, en tanto que esas habilidades no se notaron en los casos de Andrés Manuel López Obrador y “El Bronco”. El líder actual en el acopio de intenciones de voto, AMLO, se mantuvo a mi parecer parco en exceso en la participación del debate, no obstante las provocaciones de Anaya y Meade, quienes estuvieron plenamente en acoso contra AMLO.

Estimo que con la ya experimentada práctica política que AMLO tiene, podría él haber hecho un papel destacado, a la altura de las expectativas de su gran número de seguidores. Aunque lo que sí se vio de parte de “El Bronco” y de López Obrador fue serenidad en su despliegue escénico, que sin embargo resultó contrastante vis a vis la preeminencia en el proscenio de Anaya y de Meade.

Se intentó incluso establecer visos de planes gubernamentales en las participaciones de Anaya y Meade, y a mi parecer quedó claro que se tenía un arreglo entre ambos, de hacer ver mal a AMLO, y se dedicaron a tratar de exasperar, infructuosamente, a AMLO.

Eso de “contrastar proyectos de nación” a los que alude Meade Kuribreña en la entrevista con el director de este diario, El Sol de Zacatecas, Gerardo de Ávila (revísese https://www.elsoldezacatecas.com.mx/local/pepe-meade-ni-me-retracto-ni-me-disculpo-1715407.html, me pareció en extremo distante de lo que vimos en el segundo debate. No, suscitaron pena ajena las descalificaciones que emprendieron tanto Meade Kuribreña como Ricardo Anaya contra López Obrador. Me pareció incluso una falta de respeto al público, es decir a los votantes, quienes percibimosmás que la propuesta de mejoramiento del ámbito público, la agresión con atisbos callejeros.

Las tendencias en la intención de voto incluso ni se modificaron significativamente a favor de Meade y/o de Anaya. Sigue, de acuerdo a lo último que conocemos de las compañías encuestadoras profesionales, AMLO a la cabeza en la preferencia de los votantes. A lo mejor sí les conviene, a Anaya y/oa Meade, sacar a relucir lo que sobre todo Meade tiene: su conocimiento de la problemática nacional y de cómo enfrentarla, de lo qué hay que hacer. No obstante, este experimentado funcionario público prefirió la descalificación al adversario.

Como era de esperarse, el debate organizado por el Instituto Nacional Electoral –el segundo que se lleva a cabo entre los aspirantes a la Presidencia de la República –causó más ecos que el anterior, el primero.

Fueron tal vez los temas, fue acaso que los candidatos entrenaron más para esta confrontación respecto de propuestas de gobierno, lo que permitió que se hiciera acopio de destrezas verbales y de dominio escénico de los ahora ya sólo cuatro aspirantes a la Presidencia de la República de México.

Y de verdad fue interesante ver las destrezas escénicas –especialmente de Ricardo Anaya y José Antonio Meade –, quienes mostraron entrenamiento evidente en las rutinas del debate público, en tanto que esas habilidades no se notaron en los casos de Andrés Manuel López Obrador y “El Bronco”. El líder actual en el acopio de intenciones de voto, AMLO, se mantuvo a mi parecer parco en exceso en la participación del debate, no obstante las provocaciones de Anaya y Meade, quienes estuvieron plenamente en acoso contra AMLO.

Estimo que con la ya experimentada práctica política que AMLO tiene, podría él haber hecho un papel destacado, a la altura de las expectativas de su gran número de seguidores. Aunque lo que sí se vio de parte de “El Bronco” y de López Obrador fue serenidad en su despliegue escénico, que sin embargo resultó contrastante vis a vis la preeminencia en el proscenio de Anaya y de Meade.

Se intentó incluso establecer visos de planes gubernamentales en las participaciones de Anaya y Meade, y a mi parecer quedó claro que se tenía un arreglo entre ambos, de hacer ver mal a AMLO, y se dedicaron a tratar de exasperar, infructuosamente, a AMLO.

Eso de “contrastar proyectos de nación” a los que alude Meade Kuribreña en la entrevista con el director de este diario, El Sol de Zacatecas, Gerardo de Ávila (revísese https://www.elsoldezacatecas.com.mx/local/pepe-meade-ni-me-retracto-ni-me-disculpo-1715407.html, me pareció en extremo distante de lo que vimos en el segundo debate. No, suscitaron pena ajena las descalificaciones que emprendieron tanto Meade Kuribreña como Ricardo Anaya contra López Obrador. Me pareció incluso una falta de respeto al público, es decir a los votantes, quienes percibimosmás que la propuesta de mejoramiento del ámbito público, la agresión con atisbos callejeros.

Las tendencias en la intención de voto incluso ni se modificaron significativamente a favor de Meade y/o de Anaya. Sigue, de acuerdo a lo último que conocemos de las compañías encuestadoras profesionales, AMLO a la cabeza en la preferencia de los votantes. A lo mejor sí les conviene, a Anaya y/oa Meade, sacar a relucir lo que sobre todo Meade tiene: su conocimiento de la problemática nacional y de cómo enfrentarla, de lo qué hay que hacer. No obstante, este experimentado funcionario público prefirió la descalificación al adversario.