/ viernes 30 de agosto de 2019

Educación y humanismo

Esta semana inicia el ciclo escolar 2019-2020 para preescolar, primaria, secundaria y bachillerato, los estudiantes habrán formarse como mejores personas, para sus familiares es ilusión y para trabajadores de la educación es renovación laboral. En todos los casos hay esperanzas y metas por cumplir.

El proceso educativo es enseñar y aprender, el profesorado enseña pero también aprende de su alumnado. La relación entre docente-alumno es de múltiples manifestaciones que al establecer una relación afectiva y efectiva se logra el binomio maestro-discípulo que implica más allá de simple transmisión-recepción del conocimiento, es una transformación paulatina, integral e irreversible donde el discípulo logra mejores niveles de pensamiento y por tanto de sentimientos, actitudes, valores y principios que al socializar con demás personas le conforma una personalidad propia que trasciende al hogar, escuela y tiempo.

Esta es la importancia de saber educar para la vida. Recordemos que el hogar es la principal institución educativa y la escuela un complemento. Desafortunadamente se percibe que en miles de hogares no se educa correctamente a los hijos como mejores seres humanos y se delega toda la responsabilidad al profesorado, de no resultar el tipo de actitudes deseables suele ser fácil e irresponsablemente culpar a quienes laboran en las escuelas. La formación humanista inicia y termina en la familia desde la primera infancia y las modificaciones conductuales se dan fundamentalmente entre familiares, no se acude al aula para aprender a ser humanos con alta espiritualidad y moral.

En la escuela también nos enseñan a ser más sociables, compartidos, solidarios, tolerantes, entre otros valores asociados a una gran cantidad de información sobre la naturaleza y sociedad, para que con esta “caja de herramientas” seamos personas productivas en nuestros quehaceres educativos y trabajo, sobre todo en la vida misma, que hagamos nuestras funciones con calidad en forma y contenido, justo a tiempo. Esta es la gran importancia de la educación en el aula y escuela que está a cargo de personas que por su experiencia y trayectoria tienen una visión de la vida que transmiten al alumnado.

De fallar o ser deficiente lo anterior, entonces somos personas fraudulentas, tanto padres de familia, profesores, directivos como estudiantes, y el proceso de formar personas con trascendencia es incompleto o fallido.

Hagamos nuestro mejor esfuerzo conjunto para educar en humanismo, ciencia y tecnología este nuevo ciclo escolar. Nuestra niñez y juventud bien valen hacerlo.

Esta semana inicia el ciclo escolar 2019-2020 para preescolar, primaria, secundaria y bachillerato, los estudiantes habrán formarse como mejores personas, para sus familiares es ilusión y para trabajadores de la educación es renovación laboral. En todos los casos hay esperanzas y metas por cumplir.

El proceso educativo es enseñar y aprender, el profesorado enseña pero también aprende de su alumnado. La relación entre docente-alumno es de múltiples manifestaciones que al establecer una relación afectiva y efectiva se logra el binomio maestro-discípulo que implica más allá de simple transmisión-recepción del conocimiento, es una transformación paulatina, integral e irreversible donde el discípulo logra mejores niveles de pensamiento y por tanto de sentimientos, actitudes, valores y principios que al socializar con demás personas le conforma una personalidad propia que trasciende al hogar, escuela y tiempo.

Esta es la importancia de saber educar para la vida. Recordemos que el hogar es la principal institución educativa y la escuela un complemento. Desafortunadamente se percibe que en miles de hogares no se educa correctamente a los hijos como mejores seres humanos y se delega toda la responsabilidad al profesorado, de no resultar el tipo de actitudes deseables suele ser fácil e irresponsablemente culpar a quienes laboran en las escuelas. La formación humanista inicia y termina en la familia desde la primera infancia y las modificaciones conductuales se dan fundamentalmente entre familiares, no se acude al aula para aprender a ser humanos con alta espiritualidad y moral.

En la escuela también nos enseñan a ser más sociables, compartidos, solidarios, tolerantes, entre otros valores asociados a una gran cantidad de información sobre la naturaleza y sociedad, para que con esta “caja de herramientas” seamos personas productivas en nuestros quehaceres educativos y trabajo, sobre todo en la vida misma, que hagamos nuestras funciones con calidad en forma y contenido, justo a tiempo. Esta es la gran importancia de la educación en el aula y escuela que está a cargo de personas que por su experiencia y trayectoria tienen una visión de la vida que transmiten al alumnado.

De fallar o ser deficiente lo anterior, entonces somos personas fraudulentas, tanto padres de familia, profesores, directivos como estudiantes, y el proceso de formar personas con trascendencia es incompleto o fallido.

Hagamos nuestro mejor esfuerzo conjunto para educar en humanismo, ciencia y tecnología este nuevo ciclo escolar. Nuestra niñez y juventud bien valen hacerlo.