/ martes 14 de abril de 2020

Efectos psicológicos del Covid-19

Escribo estas líneas un tanto devastado por la situación que atraviesa el país, por más que revisamos las redes sociales y las noticias el panorama es desalentador, tan sólo en la CDMX anunciaron ayer la firma de un acuerdo entre hospitales privados y el sector público gubernamental para tener espacios y camas toda vez que esto llegue a su máxima expresión en cuestión de la propagación del Covid-19 se tenga el respaldo médico mínimo necesario así lo manifestó el canciller Marcelo Ebard ayer en la mañanera.

No hablaré de datos, ni cifras porque para la publicación de esta columna de opinión, hoy martes las cifras serán otras.

Nos damos cuenta que el planeta y la naturaleza descansó de nosotros, sin lugar a dudas el mundo no es igual a como lo vivíamos y percibíamos desde antes de la pandemia, vimos lejos como en China se construía un hospital en 12 días, creímos que no nos alcanzaría el coronavirus y nos llegó.

La situación es alarmante, la mayoría de las familias la pasa en confinamiento, otras solas por necesidad o por las circunstancias, sean cuales sean. Sin temor a equivocarme esto causa desesperación, tristeza, depresión y tristeza porque lo he experimentado al estar lejos de mi familia sin poder hacer nada.

Según expertos en salud mental esto genera traumas y secuelas psicológicas esto tendrá consecuencias psicológicas para bien o para mal, dependerá de las vivencias en lo individual y como cada quien asuma esta situación, que mucho tendrán insisto que ver las circunstancias.

Psicólogos españoles advierten que es importante visualizar las vulnerabilidades, darnos cuenta de esta situación, que tarde o temprano pasará, y habremos superado el reto y que para muchos es muy importante su vida. Esto es aprendizaje, puede pasar a formar parte de nuestros logros y del conocimiento personal de nuestros recursos, esto se conoce como resiliencia.

Desde un tiempo a la fecha evito comentar en las redes sociales, por salud mental una vez que entras se da uno cuenta de las malas noticias, de opiniones diversas, y con nadie se queda bien.

Muchos, no todos y quienes profesamos nuestras creencias religiosas, nos hemos vuelto más espirituales, buscar consuelo o pedir a Dios por todo lo que sucede y lograr tener alivio ante esta terrible situación que estamos viviendo.

No hay mal que dure 100 años, ni sociedad que los aguante, ojalá esto nos haga mejores seres humanos en todos los sentidos, con la capacidad para amar, perdonar, volver empezar y salir librados de esta situación.

Escribo estas líneas un tanto devastado por la situación que atraviesa el país, por más que revisamos las redes sociales y las noticias el panorama es desalentador, tan sólo en la CDMX anunciaron ayer la firma de un acuerdo entre hospitales privados y el sector público gubernamental para tener espacios y camas toda vez que esto llegue a su máxima expresión en cuestión de la propagación del Covid-19 se tenga el respaldo médico mínimo necesario así lo manifestó el canciller Marcelo Ebard ayer en la mañanera.

No hablaré de datos, ni cifras porque para la publicación de esta columna de opinión, hoy martes las cifras serán otras.

Nos damos cuenta que el planeta y la naturaleza descansó de nosotros, sin lugar a dudas el mundo no es igual a como lo vivíamos y percibíamos desde antes de la pandemia, vimos lejos como en China se construía un hospital en 12 días, creímos que no nos alcanzaría el coronavirus y nos llegó.

La situación es alarmante, la mayoría de las familias la pasa en confinamiento, otras solas por necesidad o por las circunstancias, sean cuales sean. Sin temor a equivocarme esto causa desesperación, tristeza, depresión y tristeza porque lo he experimentado al estar lejos de mi familia sin poder hacer nada.

Según expertos en salud mental esto genera traumas y secuelas psicológicas esto tendrá consecuencias psicológicas para bien o para mal, dependerá de las vivencias en lo individual y como cada quien asuma esta situación, que mucho tendrán insisto que ver las circunstancias.

Psicólogos españoles advierten que es importante visualizar las vulnerabilidades, darnos cuenta de esta situación, que tarde o temprano pasará, y habremos superado el reto y que para muchos es muy importante su vida. Esto es aprendizaje, puede pasar a formar parte de nuestros logros y del conocimiento personal de nuestros recursos, esto se conoce como resiliencia.

Desde un tiempo a la fecha evito comentar en las redes sociales, por salud mental una vez que entras se da uno cuenta de las malas noticias, de opiniones diversas, y con nadie se queda bien.

Muchos, no todos y quienes profesamos nuestras creencias religiosas, nos hemos vuelto más espirituales, buscar consuelo o pedir a Dios por todo lo que sucede y lograr tener alivio ante esta terrible situación que estamos viviendo.

No hay mal que dure 100 años, ni sociedad que los aguante, ojalá esto nos haga mejores seres humanos en todos los sentidos, con la capacidad para amar, perdonar, volver empezar y salir librados de esta situación.