/ jueves 25 de abril de 2019

El arte de la alocución en público

Como que está faltando en mucho el saber comunicar al público lo que se quiere hacer en la actual administración federal. Como que al presidente AMLO el método “Vilchis” (al “vil chilazo”, improvisando sus anuncios en el despliegue de la función pública) se le hace bolas el engrudo en las alocuciones mañaneras que emprende diariamente para mostrar oportunidad en la acción gubernamental. Hasta, incluso, se contradice públicamente, y no alcanza a cuajar las ideas sobre qué quiere expresar ante la población que escuchamos en sus disertaciones televisivas diarias frases desconectadas, poco claras, sin los énfasis debidos, sin saber bien a bien por qué se está optando por tal o cual política pública, o por tal o cuál acción gubernamental.

De forma semejante, el presidente AMLO no demuestra seguridad en lo que expresa, no hace las argumentaciones y acentos que se debieran hacer de acuerdo a la importancia de la política u obra públicas que se habrán de emprender, ni presenta, considero, la gestualidad debida en lo que expresa.

A uno le provoca ansia verlo tratar de concatenar frases con sentido, tarea que difícilmente especifica con lucidez, con, si se quiere, auténtica sinceridad y credibilidad, especialmente cuando trata de debatir con sus críticos, lo cual debe emprender de acuerdo a la importancia del detractor. De hecho, las más de las veces sus alocuciones están desprovistas de fundamentación creíble o comprensible para el común del público. Y lejos de provocar entusiasmo, sus alocuciones suscitan incredulidad si no es que rechazo, o peor aún: hilaridad del público.

Estimo que –sin querer en algo tratar de aparecer como presunto especialista en comunicación gubernamental o algo semejante – lo que se debe tratar es de externar la importancia y relieve, si los hubiere, de lo que se está informando o prometiendo hacer para mejorar la convivencia de los mexicanos. Así, aspectos como la inseguridad pública, el desempleo y demás preocupaciones que realmente tenemos los mexicanos deben abordarse de las maneras más comprensibles y oportunas para la generalidad del público.

Creo que también se debe contestar desde la Presidencia de la República las críticas de personajes políticos de relieve dentro de nuestro contexto, pero teniendo siempre como marco de referencia el bienestar de la población, el elevamiento del nivel de la discusión pública, y no la respuesta a, por ejemplo, el expresidente Vicente Fox, quien a mi parecer quiere convertirse en el líder de las críticas a la gestión gubernativa de AMLO. Y no sólo está Fox en su derecho como ciudadano que es de hacer sus críticas, sino que éstas sirven para el fomento del debate público, de lo que deben o no hacer las autoridades gubernamentales.

Como que está faltando en mucho el saber comunicar al público lo que se quiere hacer en la actual administración federal. Como que al presidente AMLO el método “Vilchis” (al “vil chilazo”, improvisando sus anuncios en el despliegue de la función pública) se le hace bolas el engrudo en las alocuciones mañaneras que emprende diariamente para mostrar oportunidad en la acción gubernamental. Hasta, incluso, se contradice públicamente, y no alcanza a cuajar las ideas sobre qué quiere expresar ante la población que escuchamos en sus disertaciones televisivas diarias frases desconectadas, poco claras, sin los énfasis debidos, sin saber bien a bien por qué se está optando por tal o cual política pública, o por tal o cuál acción gubernamental.

De forma semejante, el presidente AMLO no demuestra seguridad en lo que expresa, no hace las argumentaciones y acentos que se debieran hacer de acuerdo a la importancia de la política u obra públicas que se habrán de emprender, ni presenta, considero, la gestualidad debida en lo que expresa.

A uno le provoca ansia verlo tratar de concatenar frases con sentido, tarea que difícilmente especifica con lucidez, con, si se quiere, auténtica sinceridad y credibilidad, especialmente cuando trata de debatir con sus críticos, lo cual debe emprender de acuerdo a la importancia del detractor. De hecho, las más de las veces sus alocuciones están desprovistas de fundamentación creíble o comprensible para el común del público. Y lejos de provocar entusiasmo, sus alocuciones suscitan incredulidad si no es que rechazo, o peor aún: hilaridad del público.

Estimo que –sin querer en algo tratar de aparecer como presunto especialista en comunicación gubernamental o algo semejante – lo que se debe tratar es de externar la importancia y relieve, si los hubiere, de lo que se está informando o prometiendo hacer para mejorar la convivencia de los mexicanos. Así, aspectos como la inseguridad pública, el desempleo y demás preocupaciones que realmente tenemos los mexicanos deben abordarse de las maneras más comprensibles y oportunas para la generalidad del público.

Creo que también se debe contestar desde la Presidencia de la República las críticas de personajes políticos de relieve dentro de nuestro contexto, pero teniendo siempre como marco de referencia el bienestar de la población, el elevamiento del nivel de la discusión pública, y no la respuesta a, por ejemplo, el expresidente Vicente Fox, quien a mi parecer quiere convertirse en el líder de las críticas a la gestión gubernativa de AMLO. Y no sólo está Fox en su derecho como ciudadano que es de hacer sus críticas, sino que éstas sirven para el fomento del debate público, de lo que deben o no hacer las autoridades gubernamentales.