/ miércoles 18 de marzo de 2020

El enemigo invisible

Sabemos bastante sobre él porque está acaparando la atención mundial, pero no sabemos todavía cómo eliminarlo dentro del cuerpo. En casi todos los países le han dado “visa de entrada”, a pesar de no querer recibirlo. El problema es que a simple vista no se ve, y para algunos parece que por eso no existe. ¡Gran error! Esperemos que las consecuencias no sean graves, pero no basta “solo esperar”, hay que actuar.

No hace falta ni mencionar su nombre. Hoy es una celebridad. Su aparición en escena ha sido un duro golpe para la soberbia de un mundo que a veces es superficial, banal, elitista, autosuficiente e inmisericorde sobre todo con los más necesitados. Nos ha venido a recordar que todos somos parte del mismo mundo, que estamos más relacionados de lo que a veces nos imaginamos o quisiéramos.

Este nuevo personaje nos hace presente lo frágiles que somos, el milagro que significa tener vida, y lo responsables que debemos ser para cuidarla. Deshacernos de él tampoco es tan complicado, basta un poco de jabón, alcohol u otros productos que lo eliminan. El problema es que como no lo vemos, se nos olvida cuidarnos de él, y por eso tenemos que estarlo imaginando para evitarlo.

La fase preventiva en la que estamos en nuestro país, es clave para evitar mayores desastres, como reportan algunas naciones del mundo. Los mexicanos somos casi naturalmente apapachadores, abrazadores, besadores, etc., pero por ahora hay que evitar eso, y no significa menos amor por las personas. Hay que irnos acostumbrando a vivir esas medidas sencillas, pero eficaces. Hoy evitar el contacto significa interesarnos por el bien de todos.

Es bueno también que evitemos el pánico, aunque es más fácil decirlo que hacerlo. No nos podemos cambiar de planeta. Aquí seguimos como una gran familia, como se nos ha hecho patente. Los tiempos de crisis pueden sacar nuestros más grandes miedos, pero también son una oportunidad para ser solidarios, para volver a creer en Dios en serio, para convivir con la familia y dejarnos de tonterías intrascendentes. Una vida feliz es más simple de lo que a veces pensamos.

En estos días también vemos las redes inundadas de información. Hay todo tipo de teorías y explicaciones de lo que sucede. Conspiraciones, guerra biológica entre países, creación del virus, miles de recomendaciones, algunas noticias tratando de ser objetivas, aunque en general creando mucha alarma, sobre todo porque en México parece que no “nos cae el veinte”. Lo más importante ahora es tener en cuenta las recomendaciones, y evitar la movilidad innecesaria. Y por supuesto tener mucha confianza en Dios, sin pecar de temerarios, recurriendo siempre a la oración. ¡Gracias!

Sabemos bastante sobre él porque está acaparando la atención mundial, pero no sabemos todavía cómo eliminarlo dentro del cuerpo. En casi todos los países le han dado “visa de entrada”, a pesar de no querer recibirlo. El problema es que a simple vista no se ve, y para algunos parece que por eso no existe. ¡Gran error! Esperemos que las consecuencias no sean graves, pero no basta “solo esperar”, hay que actuar.

No hace falta ni mencionar su nombre. Hoy es una celebridad. Su aparición en escena ha sido un duro golpe para la soberbia de un mundo que a veces es superficial, banal, elitista, autosuficiente e inmisericorde sobre todo con los más necesitados. Nos ha venido a recordar que todos somos parte del mismo mundo, que estamos más relacionados de lo que a veces nos imaginamos o quisiéramos.

Este nuevo personaje nos hace presente lo frágiles que somos, el milagro que significa tener vida, y lo responsables que debemos ser para cuidarla. Deshacernos de él tampoco es tan complicado, basta un poco de jabón, alcohol u otros productos que lo eliminan. El problema es que como no lo vemos, se nos olvida cuidarnos de él, y por eso tenemos que estarlo imaginando para evitarlo.

La fase preventiva en la que estamos en nuestro país, es clave para evitar mayores desastres, como reportan algunas naciones del mundo. Los mexicanos somos casi naturalmente apapachadores, abrazadores, besadores, etc., pero por ahora hay que evitar eso, y no significa menos amor por las personas. Hay que irnos acostumbrando a vivir esas medidas sencillas, pero eficaces. Hoy evitar el contacto significa interesarnos por el bien de todos.

Es bueno también que evitemos el pánico, aunque es más fácil decirlo que hacerlo. No nos podemos cambiar de planeta. Aquí seguimos como una gran familia, como se nos ha hecho patente. Los tiempos de crisis pueden sacar nuestros más grandes miedos, pero también son una oportunidad para ser solidarios, para volver a creer en Dios en serio, para convivir con la familia y dejarnos de tonterías intrascendentes. Una vida feliz es más simple de lo que a veces pensamos.

En estos días también vemos las redes inundadas de información. Hay todo tipo de teorías y explicaciones de lo que sucede. Conspiraciones, guerra biológica entre países, creación del virus, miles de recomendaciones, algunas noticias tratando de ser objetivas, aunque en general creando mucha alarma, sobre todo porque en México parece que no “nos cae el veinte”. Lo más importante ahora es tener en cuenta las recomendaciones, y evitar la movilidad innecesaria. Y por supuesto tener mucha confianza en Dios, sin pecar de temerarios, recurriendo siempre a la oración. ¡Gracias!