/ martes 5 de marzo de 2019

El ex rector José Narro Robles, priista

Me causó agradable impresión que uno de los más destacados rectores de la UNAM que he conocido, el doctor José Narro Robles, se haya lanzado a la arena política en una etapa en que ésta se haya acopiada por la imagen decantada de AMLO, y con un partido, el PRI, que se encuentra en este momento visiblemente boca bajeado, con buena parte de sus “cuadros” notorios ya en los brazos de Morena. Efectivamente, todo lleva a creer que Narro Robles buscará, si no es que ya la tiene prometida, la presidencia del PRI.

Y por supuesto que Narro Robles, como cualquier otro ciudadano en ejercicio de sus derechos, puede hacer de su vida pública lo que considere más pertinente. Pero sí provoca mínimamente extrañeza que alguien tan serio, con tan depurada imagen pública positiva, opte hoy por la vida partidaria notoria, especialmente en el actualmente tan decaído PRI. Así, muchos de los “cuadros” (así se acostumbra decirles a los militantes de ese partido) se acomodaron en el de Morena de AMLO, a quien ahora le queman inacabable incienso.

Para quienes estamos en contra de los partidos híper-dominantes, es decir, de los que abusan y se adueñan, sin más, de los dineros públicos y ostentan y ejercen la prepotencia a la más mínima provocación, nos conviene que haya ciudadanos(as) destacados(as), que se opongan a los designios gubernamentales, especialmente a los que no les vemos ni pies ni cabeza, e incluso a los que creemos que van en detrimento de nuestra todavía incipiente democracia, y que no contemplan positivamente el bienestar de los diferentes segmentos de la población mexicana.

Considero que en una democracia madura existen, o deben existir, dos o más partidos con verdadero peso entre los electores y la ciudadanía en general, además de que con una imagen más o menos positiva entre los diferentes segmentos del electorado, en donde el debate público se dé teniendo como referencia fundamental el bienestar y la prosperidad de la población en su conjunto. Y ocuparse sobre todo de la inseguridad de la gente, además de que la acción gubernamental, especialmente la inversión pública, debe estar dirigida mayormente a favor de quienes menos tienen.

Esto además de que deseamos que los planes gubernamentales estén bien estructurados y que tengan, sobre todo, una visión del largo plazo en lo que se refiere, especialmente, a la creación de empleos.

Ojalá y sí se haga realidad que Narro Robles obtenga la presidencia del PRI. Conviene no sólo a unos cuantos sino a nuestra decaída democracia. En vez de que surjan infinidad de mini-partidos sin ton ni son, que sean los partidos ya consolidados a través del tiempo los que estén presentes en el debate público actual, pugnando fundamentalmente por el bienestar de la nación y la prosperidad de los mexicanos.

Me causó agradable impresión que uno de los más destacados rectores de la UNAM que he conocido, el doctor José Narro Robles, se haya lanzado a la arena política en una etapa en que ésta se haya acopiada por la imagen decantada de AMLO, y con un partido, el PRI, que se encuentra en este momento visiblemente boca bajeado, con buena parte de sus “cuadros” notorios ya en los brazos de Morena. Efectivamente, todo lleva a creer que Narro Robles buscará, si no es que ya la tiene prometida, la presidencia del PRI.

Y por supuesto que Narro Robles, como cualquier otro ciudadano en ejercicio de sus derechos, puede hacer de su vida pública lo que considere más pertinente. Pero sí provoca mínimamente extrañeza que alguien tan serio, con tan depurada imagen pública positiva, opte hoy por la vida partidaria notoria, especialmente en el actualmente tan decaído PRI. Así, muchos de los “cuadros” (así se acostumbra decirles a los militantes de ese partido) se acomodaron en el de Morena de AMLO, a quien ahora le queman inacabable incienso.

Para quienes estamos en contra de los partidos híper-dominantes, es decir, de los que abusan y se adueñan, sin más, de los dineros públicos y ostentan y ejercen la prepotencia a la más mínima provocación, nos conviene que haya ciudadanos(as) destacados(as), que se opongan a los designios gubernamentales, especialmente a los que no les vemos ni pies ni cabeza, e incluso a los que creemos que van en detrimento de nuestra todavía incipiente democracia, y que no contemplan positivamente el bienestar de los diferentes segmentos de la población mexicana.

Considero que en una democracia madura existen, o deben existir, dos o más partidos con verdadero peso entre los electores y la ciudadanía en general, además de que con una imagen más o menos positiva entre los diferentes segmentos del electorado, en donde el debate público se dé teniendo como referencia fundamental el bienestar y la prosperidad de la población en su conjunto. Y ocuparse sobre todo de la inseguridad de la gente, además de que la acción gubernamental, especialmente la inversión pública, debe estar dirigida mayormente a favor de quienes menos tienen.

Esto además de que deseamos que los planes gubernamentales estén bien estructurados y que tengan, sobre todo, una visión del largo plazo en lo que se refiere, especialmente, a la creación de empleos.

Ojalá y sí se haga realidad que Narro Robles obtenga la presidencia del PRI. Conviene no sólo a unos cuantos sino a nuestra decaída democracia. En vez de que surjan infinidad de mini-partidos sin ton ni son, que sean los partidos ya consolidados a través del tiempo los que estén presentes en el debate público actual, pugnando fundamentalmente por el bienestar de la nación y la prosperidad de los mexicanos.