/ jueves 10 de octubre de 2019

El modelo educativo finlandés / I

Se ha hablado mucho del éxito mundial del modelo educativo finlandés. Muchos países se han enfocado en analizar, estudiar y tratar de valorar que tan viable es “copiar” este modelo para sus naciones y así lograr el ranking alcanzado por este país nórdico dentro de los parámetros del PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes, por sus siglas en inglés) y de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).

La realidad es que es muy difícil copiar un modelo que nace en otros contextos distintos a los de otros países, y que depende de otras causales multifactoriales como es el caso de Finlandia.

Habría que comenzar por el volumen de la población. Cuando viajé a Bélgica me causaba mucha gracia que los habitantes de Bruselas se quejarán de la “sobrepoblación” de esa capital europea. Yo pregunte: ¿Porqué es tan caótica? Me respondieron: porque estamos alcanzando un millón de habitantes. No pude evitar reir. En ese tiempo (año 2000) tenía muy clara la cifra de los habitantes del entonces Distrito Federal: contábamos con 25 millones de almas.

Si bien la población joven en Europa es cada vez más baja (sobre todo en la región norte donde la migración es menos impactante que en zonas del mediterráneo), hay otra serie de componentes que pertenecen a la idiosincrasia de cada pueblo lo que marca la diferencia.

En el caso de Finlandia es sintomático que su población sea de cinco millones y medio de habitantes. Es natural que exista una plena organización, planeación y monitoreo del modelo educativo. Su aplicación, sondeo y valoración cada cinco a diez años concede la posibilidad de irlo reformando y ajustando en un periodo corto de tiempo, lo cual permite una mejora continua de las aristas y demandas del mercado laboral (que es para lo cual es formado el ciudadano en estos países, sin descuidar los ámbitos de la salud y la realización como individuos).

Además Finlandia es uno de los diez países más ricos del mundo y el sexto país más extenso de Europa, condición que favorece una tasa muy baja de densidad de población, pues respecto de los 5.5 millones de habitantes resultan 16 habitantes por kilómetro cuadrado.

Respecto al modelo educativo, su educación descansa en el Estado y no es obligatoria hasta los 7 años de edad. Antes de ello los padres cuentan con una red de guarderías, también subvencionadas por el Estado con la libertad de elegir entre ellas, pues finalmente cuentan todas con la misma calidad. De los 7 a los 15 años la educación pasa a manos del Estado y es obligatoria, pero sin descuidar el involucramiento de los padres de familia. Después de ello el joven puede elegir libremente si continuar con estudios académicos y/o profesionales. En Europa y Asia es donde se busca alcanzar los rankings de este país en materia educativa, pero cada vez llama más la atención también en América Latina. Veamos el próximo jueves cuáles son todas esas particularidades de este modelo educativo.


Se ha hablado mucho del éxito mundial del modelo educativo finlandés. Muchos países se han enfocado en analizar, estudiar y tratar de valorar que tan viable es “copiar” este modelo para sus naciones y así lograr el ranking alcanzado por este país nórdico dentro de los parámetros del PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes, por sus siglas en inglés) y de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).

La realidad es que es muy difícil copiar un modelo que nace en otros contextos distintos a los de otros países, y que depende de otras causales multifactoriales como es el caso de Finlandia.

Habría que comenzar por el volumen de la población. Cuando viajé a Bélgica me causaba mucha gracia que los habitantes de Bruselas se quejarán de la “sobrepoblación” de esa capital europea. Yo pregunte: ¿Porqué es tan caótica? Me respondieron: porque estamos alcanzando un millón de habitantes. No pude evitar reir. En ese tiempo (año 2000) tenía muy clara la cifra de los habitantes del entonces Distrito Federal: contábamos con 25 millones de almas.

Si bien la población joven en Europa es cada vez más baja (sobre todo en la región norte donde la migración es menos impactante que en zonas del mediterráneo), hay otra serie de componentes que pertenecen a la idiosincrasia de cada pueblo lo que marca la diferencia.

En el caso de Finlandia es sintomático que su población sea de cinco millones y medio de habitantes. Es natural que exista una plena organización, planeación y monitoreo del modelo educativo. Su aplicación, sondeo y valoración cada cinco a diez años concede la posibilidad de irlo reformando y ajustando en un periodo corto de tiempo, lo cual permite una mejora continua de las aristas y demandas del mercado laboral (que es para lo cual es formado el ciudadano en estos países, sin descuidar los ámbitos de la salud y la realización como individuos).

Además Finlandia es uno de los diez países más ricos del mundo y el sexto país más extenso de Europa, condición que favorece una tasa muy baja de densidad de población, pues respecto de los 5.5 millones de habitantes resultan 16 habitantes por kilómetro cuadrado.

Respecto al modelo educativo, su educación descansa en el Estado y no es obligatoria hasta los 7 años de edad. Antes de ello los padres cuentan con una red de guarderías, también subvencionadas por el Estado con la libertad de elegir entre ellas, pues finalmente cuentan todas con la misma calidad. De los 7 a los 15 años la educación pasa a manos del Estado y es obligatoria, pero sin descuidar el involucramiento de los padres de familia. Después de ello el joven puede elegir libremente si continuar con estudios académicos y/o profesionales. En Europa y Asia es donde se busca alcanzar los rankings de este país en materia educativa, pero cada vez llama más la atención también en América Latina. Veamos el próximo jueves cuáles son todas esas particularidades de este modelo educativo.