/ jueves 18 de marzo de 2021

El poder de la palabra

Los seres humanos somos los únicos que tenemos la facultad de expresarnos a través de la palabra. Podemos hablar de la realidad, manifestar ideas, deseos, sentimientos y mediante ella vivimos en comunidad con los demás. Es lo que nos distingue del resto de los seres vivos que se comunican de manera instintiva, no consciente, solo para sobrevivir.

La palabra revela nuestra capacidad de pensar y amar. Ninguna palabra es inocente, siempre hay detrás una intención, ya sea decir la verdad o mentir, animar o herir, reír o llorar, juzgar sin amor o comprender y tantos otros motivos. El uso de la palabra es muy importante, pues descubre quiénes somos y qué hay en nuestro corazón.

La palabra es también poderosa. Es capaz de sacarnos de la penumbra cuando nos sentimos superados por los problemas o dejarnos heridas que pueden durar toda la vida. Por eso debemos cuidar siempre qué decimos, a quién lo decimos y cómo lo decimos. Las palabras a veces “se las lleva el viento”, pero no siempre así de fácil se van sus consecuencias, buenas o malas.

Hoy vivimos en una sociedad con exceso de discursos. Así como encontramos palabras verdaderas, llenas de sentido y esperanza, a veces se mezclan con palabras falsas y pesimistas. No siempre diferenciamos el engaño de la sinceridad. Algunos manipulan el lenguaje con gran maestría para convencernos de que los hechos son como quisieran que fueran, aunque la realidad siempre termina por imponerse y se paga caro no reconocerla como es o querer ver solo una parte de ella.

Muy pronto comenzarán las campañas por el proceso electoral de este año. Muchas palabras se pronunciarán. Es importante discernir, es decir, ser capaces de distinguir la verdad de la mentira, los discursos de los hechos, para poder tomar las mejores decisiones, según la propia conciencia. Es responsabilidad de todos participar en las elecciones haciendo oír la propia voz a través del voto.

No deberíamos acostumbrarnos a las mentiras, al conflicto, a la división. Así como las palabras nos pueden separar, también nos ayudan a identificar puntos de unión o de reencuentro. Tener la facultad de comunicarnos es motivo de esperanza, ya que es signo de que un futuro mejor es posible para todos, siempre y cuando encontremos las palabras adecuadas, conforme a la verdad, que nos lleven a actuar para resolver los problemas.

La Palabra más importante es la que nos ha dirigido Dios a través de su Hijo Jesús. En Él encontramos “palabras de vida eterna” (cfr. Juan 6,68), que nos ayudan a darle sentido a nuestra vida y a no distraernos con palabras de falsos mesías que terminan siendo promesas vacías. ¡Gracias!

Los seres humanos somos los únicos que tenemos la facultad de expresarnos a través de la palabra. Podemos hablar de la realidad, manifestar ideas, deseos, sentimientos y mediante ella vivimos en comunidad con los demás. Es lo que nos distingue del resto de los seres vivos que se comunican de manera instintiva, no consciente, solo para sobrevivir.

La palabra revela nuestra capacidad de pensar y amar. Ninguna palabra es inocente, siempre hay detrás una intención, ya sea decir la verdad o mentir, animar o herir, reír o llorar, juzgar sin amor o comprender y tantos otros motivos. El uso de la palabra es muy importante, pues descubre quiénes somos y qué hay en nuestro corazón.

La palabra es también poderosa. Es capaz de sacarnos de la penumbra cuando nos sentimos superados por los problemas o dejarnos heridas que pueden durar toda la vida. Por eso debemos cuidar siempre qué decimos, a quién lo decimos y cómo lo decimos. Las palabras a veces “se las lleva el viento”, pero no siempre así de fácil se van sus consecuencias, buenas o malas.

Hoy vivimos en una sociedad con exceso de discursos. Así como encontramos palabras verdaderas, llenas de sentido y esperanza, a veces se mezclan con palabras falsas y pesimistas. No siempre diferenciamos el engaño de la sinceridad. Algunos manipulan el lenguaje con gran maestría para convencernos de que los hechos son como quisieran que fueran, aunque la realidad siempre termina por imponerse y se paga caro no reconocerla como es o querer ver solo una parte de ella.

Muy pronto comenzarán las campañas por el proceso electoral de este año. Muchas palabras se pronunciarán. Es importante discernir, es decir, ser capaces de distinguir la verdad de la mentira, los discursos de los hechos, para poder tomar las mejores decisiones, según la propia conciencia. Es responsabilidad de todos participar en las elecciones haciendo oír la propia voz a través del voto.

No deberíamos acostumbrarnos a las mentiras, al conflicto, a la división. Así como las palabras nos pueden separar, también nos ayudan a identificar puntos de unión o de reencuentro. Tener la facultad de comunicarnos es motivo de esperanza, ya que es signo de que un futuro mejor es posible para todos, siempre y cuando encontremos las palabras adecuadas, conforme a la verdad, que nos lleven a actuar para resolver los problemas.

La Palabra más importante es la que nos ha dirigido Dios a través de su Hijo Jesús. En Él encontramos “palabras de vida eterna” (cfr. Juan 6,68), que nos ayudan a darle sentido a nuestra vida y a no distraernos con palabras de falsos mesías que terminan siendo promesas vacías. ¡Gracias!