/ domingo 12 de julio de 2020

El regreso a clases

El regreso a clases de manera presencial en el siguiente ciclo escolar es una incógnita. No existe, por el momento, ninguna autoridad que confirme el regreso, aun y cuando nos digan que la planeación va por buen camino.

Nos dirán que estará listo todo para el regreso el diez de agosto, pero bien saben que no es ni será de esa manera. Al menos en Zacatecas, lejos estamos de llegar al semáforo verde que apunte en esa dirección.

Para que eso ocurra, se debe garantizar a toda la población que no hay ningún riesgo y que ya se toman las medidas para atender la sanitización e higiene en el regreso escolar.

Nos dirá la secretaria de educación que se distribuirá la guía “Salud SEP” en la que se detallan las nueve acciones para preservar los comités técnicos escolares de las escuelas y que el agua y el jabón no se debe mezclar con cloro, además de que no es recomendable el gel antibacterial.

En el inicio del nuevo ciclo escolar, la emergencia sanitaria propicia una distorsión y problema presupuestal de proporciones mayores para las finanzas del estado de Zacatecas, ya de por sí deficitarias para atender las necesidades del sector educativo.

Antes de iniciar el siguiente ciclo escolar no existe certeza de que le paguen al magisterio las cinco quincenas juntas porque simplemente no hay dinero, como me lo reconoció en entrevista de televisión el gobernador Alejandro Tello.

Preparar el regreso del siguiente ciclo escolar, para quien que se encuentre al frente de la Secretaría de Educación, supondrá un desgaste mayor a lo que ha enfrentado la institución en cualquier momento, porque además del millonario déficit, ahora hay que sumar otros aspectos que antes de la contingencia no estaban considerados.

Por ejemplo: hay que cuantificar el monto de recursos que requiere una escuela para regresar a clases presenciales y cubrir todos los requerimientos de la “Nueva Normalidad”.

Carlos Puig, en Milenio Diario, hizo una serie de interrogantes que hoy hago mías: ¿Cuántos tapabocas, para aquellos que no traigan, porque se les olvidó o no tienen?; ¿Cuánto gastar en material de limpieza y desinfección? ¿Cuánto en mejorar el internet (si tienen)? ¿Cuánto en construir y remodelar baños y limpiarlos con la frecuencia necesaria?; ¿Cuánto en computadoras y programas para permitir e mayor uso de educación en línea?; ¿Cuántos de nuestros maestros son vulnerables a la enfermedad con sobrepeso y obesidad que requieran ser sustituidos?

Sin duda viene la más difícil de las decisiones. No hay dinero y mucho menos lo habrá para todo lo mínimo necesario en la operación día a día. Ojalá que la decisión no sacrifique el aprendizaje de los niños.

El regreso a clases de manera presencial en el siguiente ciclo escolar es una incógnita. No existe, por el momento, ninguna autoridad que confirme el regreso, aun y cuando nos digan que la planeación va por buen camino.

Nos dirán que estará listo todo para el regreso el diez de agosto, pero bien saben que no es ni será de esa manera. Al menos en Zacatecas, lejos estamos de llegar al semáforo verde que apunte en esa dirección.

Para que eso ocurra, se debe garantizar a toda la población que no hay ningún riesgo y que ya se toman las medidas para atender la sanitización e higiene en el regreso escolar.

Nos dirá la secretaria de educación que se distribuirá la guía “Salud SEP” en la que se detallan las nueve acciones para preservar los comités técnicos escolares de las escuelas y que el agua y el jabón no se debe mezclar con cloro, además de que no es recomendable el gel antibacterial.

En el inicio del nuevo ciclo escolar, la emergencia sanitaria propicia una distorsión y problema presupuestal de proporciones mayores para las finanzas del estado de Zacatecas, ya de por sí deficitarias para atender las necesidades del sector educativo.

Antes de iniciar el siguiente ciclo escolar no existe certeza de que le paguen al magisterio las cinco quincenas juntas porque simplemente no hay dinero, como me lo reconoció en entrevista de televisión el gobernador Alejandro Tello.

Preparar el regreso del siguiente ciclo escolar, para quien que se encuentre al frente de la Secretaría de Educación, supondrá un desgaste mayor a lo que ha enfrentado la institución en cualquier momento, porque además del millonario déficit, ahora hay que sumar otros aspectos que antes de la contingencia no estaban considerados.

Por ejemplo: hay que cuantificar el monto de recursos que requiere una escuela para regresar a clases presenciales y cubrir todos los requerimientos de la “Nueva Normalidad”.

Carlos Puig, en Milenio Diario, hizo una serie de interrogantes que hoy hago mías: ¿Cuántos tapabocas, para aquellos que no traigan, porque se les olvidó o no tienen?; ¿Cuánto gastar en material de limpieza y desinfección? ¿Cuánto en mejorar el internet (si tienen)? ¿Cuánto en construir y remodelar baños y limpiarlos con la frecuencia necesaria?; ¿Cuánto en computadoras y programas para permitir e mayor uso de educación en línea?; ¿Cuántos de nuestros maestros son vulnerables a la enfermedad con sobrepeso y obesidad que requieran ser sustituidos?

Sin duda viene la más difícil de las decisiones. No hay dinero y mucho menos lo habrá para todo lo mínimo necesario en la operación día a día. Ojalá que la decisión no sacrifique el aprendizaje de los niños.