/ lunes 14 de diciembre de 2020

El reinado del egoísmo

Desde distintos campos del pensamiento se considera el egoísmo uno de los rasgos que caracterizan a la sociedad moderna. El egoísmo podemos entenderlo como aquella conducta individualista donde la vida es autodeterminada por el sujeto para sí mismo. En la filosofía el egoísta da sentido al mundo a partir de su beneficio propio. La pandemia global ocasionada por Covid-19 ha visibilizado la crisis colectiva ocasionada por el imperativo individualista. La desobediencia y resistencia social para la apropiación de la nueva normalidad demuestran que las voluntades de millones de seres humanos siguen dominadas por el reinado del egoísmo.

El año 2020 lo recordaremos por la crisis sanitaria, por los cambios que el nuevo coronavirus ocasionó en nuestras vidas. De acuerdo a la Universidad Johns Hopkins (www.jhu.edu) a un año de la aparición del virus, se registran en el mundo más de 72 millones de casos positivos, siendo Estados Unidos, la India, Brasil, Rusia, Francia, Reino Unido e Italia, los países con el mayor número de enfermos. México se ubica en décimo tercer lugar con más de un millón 200 mil casos. En lo que respecta a los fallecimientos, Estados Unidos encabeza la lista con casi 300 mil muertes, seguido de Brasil, India y en cuarto lugar México con 113 mil decesos. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos por contener el problema, los contagios y las muertes continúan. A un año del primer caso en el mundo aún nos preguntamos ¿por qué no ha sido controlada la curva de la pandemia?

En los últimos meses ha surgido un debate sobre la irresponsabilidad social para enfrentar la pandemia en México. Mientras que un bando de la discusión acusa a los Estados de no atender correctamente el problema, otro bando considera que la solución está en la sociedad. Partiendo el último punto, podemos observar en el espacio simbólico la circulación en las últimas semanas de imágenes fijas y videos que muestran a decenas, tal vez cientos de personas sin acatar las medidas sanitarias en aglomeraciones callejeras, fiestas clandestinas, reuniones familiares, tianguis, graduaciones, cenas de negocios, etcétera. En la ciudad de Zacatecas los adornos navideños colocados por el Gobierno también han servido como escenario para posibles contagios.

Los individuos modernos gozan de amplios márgenes de libertad. Pueden llevar a la práctica -hasta cierto punto- una soberanía individual para lograr la autodeterminación. Sin embargo, estas conquistas personales parecen socavar la colectividad. Según Sören Kierkegaard, el egoísmo no sólo es el amor propio sino también aquella condición para sacar provecho personal de otras relaciones sociales (Muñoz, 2005). Esto significa que la voluntad individualista siempre antepone el interés privado. Las personas pueden desobedecer las medidas sanitarias argumentando que primero están ellos y después los demás. La desobediencia también puede partir de actos erosionados de desinterés que reclaman un merecimiento de por medio. Las conductas humanas supeditadas a la realización individualista forman parte del imperativo del reinado del egoísmo. La falacia del autogobierno lleva toda acción colectiva al precipicio de la desobediencia.


Desde distintos campos del pensamiento se considera el egoísmo uno de los rasgos que caracterizan a la sociedad moderna. El egoísmo podemos entenderlo como aquella conducta individualista donde la vida es autodeterminada por el sujeto para sí mismo. En la filosofía el egoísta da sentido al mundo a partir de su beneficio propio. La pandemia global ocasionada por Covid-19 ha visibilizado la crisis colectiva ocasionada por el imperativo individualista. La desobediencia y resistencia social para la apropiación de la nueva normalidad demuestran que las voluntades de millones de seres humanos siguen dominadas por el reinado del egoísmo.

El año 2020 lo recordaremos por la crisis sanitaria, por los cambios que el nuevo coronavirus ocasionó en nuestras vidas. De acuerdo a la Universidad Johns Hopkins (www.jhu.edu) a un año de la aparición del virus, se registran en el mundo más de 72 millones de casos positivos, siendo Estados Unidos, la India, Brasil, Rusia, Francia, Reino Unido e Italia, los países con el mayor número de enfermos. México se ubica en décimo tercer lugar con más de un millón 200 mil casos. En lo que respecta a los fallecimientos, Estados Unidos encabeza la lista con casi 300 mil muertes, seguido de Brasil, India y en cuarto lugar México con 113 mil decesos. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos por contener el problema, los contagios y las muertes continúan. A un año del primer caso en el mundo aún nos preguntamos ¿por qué no ha sido controlada la curva de la pandemia?

En los últimos meses ha surgido un debate sobre la irresponsabilidad social para enfrentar la pandemia en México. Mientras que un bando de la discusión acusa a los Estados de no atender correctamente el problema, otro bando considera que la solución está en la sociedad. Partiendo el último punto, podemos observar en el espacio simbólico la circulación en las últimas semanas de imágenes fijas y videos que muestran a decenas, tal vez cientos de personas sin acatar las medidas sanitarias en aglomeraciones callejeras, fiestas clandestinas, reuniones familiares, tianguis, graduaciones, cenas de negocios, etcétera. En la ciudad de Zacatecas los adornos navideños colocados por el Gobierno también han servido como escenario para posibles contagios.

Los individuos modernos gozan de amplios márgenes de libertad. Pueden llevar a la práctica -hasta cierto punto- una soberanía individual para lograr la autodeterminación. Sin embargo, estas conquistas personales parecen socavar la colectividad. Según Sören Kierkegaard, el egoísmo no sólo es el amor propio sino también aquella condición para sacar provecho personal de otras relaciones sociales (Muñoz, 2005). Esto significa que la voluntad individualista siempre antepone el interés privado. Las personas pueden desobedecer las medidas sanitarias argumentando que primero están ellos y después los demás. La desobediencia también puede partir de actos erosionados de desinterés que reclaman un merecimiento de por medio. Las conductas humanas supeditadas a la realización individualista forman parte del imperativo del reinado del egoísmo. La falacia del autogobierno lleva toda acción colectiva al precipicio de la desobediencia.