/ lunes 27 de junio de 2022

El síndrome del avestruz

Existe un hábito en algunas personas llamado “Síndrome del Avestruz”, al menos de manera coloquial, con el que se le denomina al proceso por el que un ser humano trata de evitar o de ignorar lo a todas luces evidente.

Como usted seguramente ya lo imagina, esta conducta recibe este nombre porque se tenía la creencia de que las avestruces, ante el peligro, ocultaban la cabeza en la tierra, situación que ya fue descartada, pero el nombre ahí quedó y la verdad sí está bastante cotorro.

De acuerdo con algunos expertos en la materia a los que leí para poder explicar de mejor manera esta idea, este comportamiento surge como mecanismo de defensa que activan los seres humanos en determinado momento para defenderse de pensamientos, emociones y sentimientos que pueden herirlos y por lo tanto buscan un equilibrio.

Aunque yo carezco de todo tipo de credenciales para hacer diagnósticos, la primera vez que escuché del “Síndrome del Avestruz” como padecimiento, no pude evitar pensar en este Gobierno Federal.

Y es que, aunque en solo tres años y unos cuantos meses, el actual gobierno ya suma, al cierre de esta edición, 124 mil fallecidos, ya por encima del total acumulado entre 2006 y 2012, y a pesar de otras tantas decenas de miles de desaparecidos, extorsiones y un sinfín de situaciones en materia de seguridad en nuestro país, el Presidente López Obrador asegura que eso no es así, que eso no está pasando, que su secretaria de seguridad y sus funcionarios federales están dando resultados, que su estrategia está funcionando tanto, que no le piensa mover ni una coma, que solo es producto de las campañas en su contra y que próximamente se vienen más abrazos.

Durante los primeros meses del sexenio lo vimos en sus mañaneras, tan seguro de decir que todo estaba controlado, que hasta llegamos a creer que era verdad, y que simplemente no habíamos alcanzado al punto de equilibrio, pero hoy es más que suficiente para darnos cuenta de que básicamente nada más falta el Presidente darse cuenta que esto no está funcionando, o bien, ya le dio el Síndrome del Avestruz.

Hace unos días, un hecho más conmocionó al país, la muerte de dos sacerdotes jesuitas y un civil a quien justamente intentaban defender de su agresor, la noticia fue de tal magnitud que incluso llegó a oídos nada más y nada menos que del Papa Francisco, quien incluso dedicó unas palabras para orar por los religiosos ultimados, pero también para llamar a la paz en México.

La situación no es solamente relevante porque un líder religioso de talla mundial haya dedicado tiempo a nuestro país, en independencia de sus creencias y las mías, geográficamente hasta El Vaticano llegó la información de la terrible gestión de la seguridad en territorio mexicano, y en respuesta, nuestro Gobierno se convirtió en avestruz.

Existe un hábito en algunas personas llamado “Síndrome del Avestruz”, al menos de manera coloquial, con el que se le denomina al proceso por el que un ser humano trata de evitar o de ignorar lo a todas luces evidente.

Como usted seguramente ya lo imagina, esta conducta recibe este nombre porque se tenía la creencia de que las avestruces, ante el peligro, ocultaban la cabeza en la tierra, situación que ya fue descartada, pero el nombre ahí quedó y la verdad sí está bastante cotorro.

De acuerdo con algunos expertos en la materia a los que leí para poder explicar de mejor manera esta idea, este comportamiento surge como mecanismo de defensa que activan los seres humanos en determinado momento para defenderse de pensamientos, emociones y sentimientos que pueden herirlos y por lo tanto buscan un equilibrio.

Aunque yo carezco de todo tipo de credenciales para hacer diagnósticos, la primera vez que escuché del “Síndrome del Avestruz” como padecimiento, no pude evitar pensar en este Gobierno Federal.

Y es que, aunque en solo tres años y unos cuantos meses, el actual gobierno ya suma, al cierre de esta edición, 124 mil fallecidos, ya por encima del total acumulado entre 2006 y 2012, y a pesar de otras tantas decenas de miles de desaparecidos, extorsiones y un sinfín de situaciones en materia de seguridad en nuestro país, el Presidente López Obrador asegura que eso no es así, que eso no está pasando, que su secretaria de seguridad y sus funcionarios federales están dando resultados, que su estrategia está funcionando tanto, que no le piensa mover ni una coma, que solo es producto de las campañas en su contra y que próximamente se vienen más abrazos.

Durante los primeros meses del sexenio lo vimos en sus mañaneras, tan seguro de decir que todo estaba controlado, que hasta llegamos a creer que era verdad, y que simplemente no habíamos alcanzado al punto de equilibrio, pero hoy es más que suficiente para darnos cuenta de que básicamente nada más falta el Presidente darse cuenta que esto no está funcionando, o bien, ya le dio el Síndrome del Avestruz.

Hace unos días, un hecho más conmocionó al país, la muerte de dos sacerdotes jesuitas y un civil a quien justamente intentaban defender de su agresor, la noticia fue de tal magnitud que incluso llegó a oídos nada más y nada menos que del Papa Francisco, quien incluso dedicó unas palabras para orar por los religiosos ultimados, pero también para llamar a la paz en México.

La situación no es solamente relevante porque un líder religioso de talla mundial haya dedicado tiempo a nuestro país, en independencia de sus creencias y las mías, geográficamente hasta El Vaticano llegó la información de la terrible gestión de la seguridad en territorio mexicano, y en respuesta, nuestro Gobierno se convirtió en avestruz.