/ martes 5 de abril de 2022

En caída libre la salud pública de México

En la administración de Andrés Manuel López Obrador todos los días vemos hechos que nos demuestran que en México la salud pública va en caída libre directo al fracaso, resultado de las garrafales equivocaciones cometidas en la aplicación de políticas públicas para este sector. Y cada vez nos alejamos más del prometido sistema de salud como el de Dinamarca.

La falla gubernamental más clara está en el fracaso del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), que desde el fin de semana transfirió al IMSS-Bienestar la función de ofrecer servicios de salud y medicamentos a la población que carece de seguridad social.

Sí, fue un fiasco el programa estrella del Presidente en materia de salud. Ese que en 2019 creó sin planeación estratégica ni diagnóstico exacto y cuyo único fin fue eliminar a su predecesor y exitoso programa del Seguro Popular, nacido en el 2003.

La población mexicana estamos lejos de contar con políticas de salud eficientes, de amplia cobertura y que atiendan las necesidades más urgentes. Al contrario, usuarios y trabajadores del sector salud se quejen de las deficiencias.

Los usuarios son víctimas de la falta de medicamentos, carencia de profesionales y cierre de programas exitosos.

Y sobre el viacrucis de los segundos, el fin de semana tuvimos un ejemplo en Zacatecas, cuando personal del Hospital General 26 del ISSSTE laboró bajo protesta, porque no tienen insumos mínimos, como intravenosos, alcohol, sábanas, glucómetros y jabón, equipos sin mantenimiento, no funciona el elevador desde hace ya seis meses, lo que ocasiona un grave problema en la movilidad de los pacientes, y hasta en muchos casos, los trabajadores de la salud deben comprar el material para trabajar.

Esa situación no es exclusiva del ISSSTE Zacatecas, la viven la mayoría de las instituciones públicas del País. Los medios de comunicación dan cuenta de todo lo que sucede en el sector salud, ejemplo recurrente lo han sido los niños enfermos de cáncer así como mujeres que dan a luz en los baños de hospitales, personas que mueren por falta de medicamentos, carencia de médicos, insumos insuficientes y un largo etcétera.

Los descalabros en salud no han hecho que López Obrador cambie de actitud. Mantiene oídos sordos a las necesidades de la gente, especialmente la más pobre, y sigue empecinado en hacer su voluntad y sacar sus megaobras y caprichos personales, encaminando a ellos todo el recurso público posible, aunque desproteja sectores prioritarios.

Así lo hace con la consulta para la revocación de mandato, cuyos resultados no serán vinculantes, pero a la que destinará el exorbitante presupuesto mayor a 1 mil 500 millones de pesos, que bien podrían usarse para dotar de medicamentos a hospitales, implementar una estrategia para combatir la inseguridad que tiene rebasado al gobierno o para iniciar un programa de reactivación económica.

En la administración de Andrés Manuel López Obrador todos los días vemos hechos que nos demuestran que en México la salud pública va en caída libre directo al fracaso, resultado de las garrafales equivocaciones cometidas en la aplicación de políticas públicas para este sector. Y cada vez nos alejamos más del prometido sistema de salud como el de Dinamarca.

La falla gubernamental más clara está en el fracaso del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), que desde el fin de semana transfirió al IMSS-Bienestar la función de ofrecer servicios de salud y medicamentos a la población que carece de seguridad social.

Sí, fue un fiasco el programa estrella del Presidente en materia de salud. Ese que en 2019 creó sin planeación estratégica ni diagnóstico exacto y cuyo único fin fue eliminar a su predecesor y exitoso programa del Seguro Popular, nacido en el 2003.

La población mexicana estamos lejos de contar con políticas de salud eficientes, de amplia cobertura y que atiendan las necesidades más urgentes. Al contrario, usuarios y trabajadores del sector salud se quejen de las deficiencias.

Los usuarios son víctimas de la falta de medicamentos, carencia de profesionales y cierre de programas exitosos.

Y sobre el viacrucis de los segundos, el fin de semana tuvimos un ejemplo en Zacatecas, cuando personal del Hospital General 26 del ISSSTE laboró bajo protesta, porque no tienen insumos mínimos, como intravenosos, alcohol, sábanas, glucómetros y jabón, equipos sin mantenimiento, no funciona el elevador desde hace ya seis meses, lo que ocasiona un grave problema en la movilidad de los pacientes, y hasta en muchos casos, los trabajadores de la salud deben comprar el material para trabajar.

Esa situación no es exclusiva del ISSSTE Zacatecas, la viven la mayoría de las instituciones públicas del País. Los medios de comunicación dan cuenta de todo lo que sucede en el sector salud, ejemplo recurrente lo han sido los niños enfermos de cáncer así como mujeres que dan a luz en los baños de hospitales, personas que mueren por falta de medicamentos, carencia de médicos, insumos insuficientes y un largo etcétera.

Los descalabros en salud no han hecho que López Obrador cambie de actitud. Mantiene oídos sordos a las necesidades de la gente, especialmente la más pobre, y sigue empecinado en hacer su voluntad y sacar sus megaobras y caprichos personales, encaminando a ellos todo el recurso público posible, aunque desproteja sectores prioritarios.

Así lo hace con la consulta para la revocación de mandato, cuyos resultados no serán vinculantes, pero a la que destinará el exorbitante presupuesto mayor a 1 mil 500 millones de pesos, que bien podrían usarse para dotar de medicamentos a hospitales, implementar una estrategia para combatir la inseguridad que tiene rebasado al gobierno o para iniciar un programa de reactivación económica.