/ jueves 20 de agosto de 2020

Entre las cuerdas

Si vemos a la ética de una manera muy general y sencilla, la ética es todo aquello que tiene que ver con lo que deberíamos hacer, todo aquello que moralmente es apropiado, si hacemos lo que se supone que deberíamos de hacer, demostramos con ello (comportamientos, valores, pensamientos, etc.) que las conductas realizadas son éticas.

Los rasgos de violencia en las canchas, la falta de honestidad en los deportistas, entrenadores y directivos es reflejada por ejemplo en el dopaje o la simulación de caídas en fútbol, la falta de actos de generosidad, el excesivo valor concedido al éxito individual, las carentes relaciones sociales y, sobre todo, el modelo deportivo de referencia promovida por los medios de comunicación, de manera casi exclusiva o de muy seleccionadas modalidades deportivas, ponen en riesgo el desarrollo y la evolución en cualquier disciplina deportiva.

El deporte, ha de ser portador de valores y principios, ha de estar al servicio del hombre, Debe de tener como uno de sus objetivos principales ser un auténtico portador, que trasmita rasgos de identidad y socialización, con el fin de ser una referencia que guíe cualquier práctica físico-deportiva. Pero, no solamente es relevante tomar una actitud crítica ante la realidad y definir la identidad del deporte, aun es más importante plantear un proyecto que lleve a la acción, que no se quede en palabras alejadas de la realidad del deportista.

Existen cuatro aspectos o maneras para comprender la importancia de la ética en la actividad deportiva. Un aspecto es la Gestión Deportiva, la ética aquí tiene un impacto en los niveles de desarrollo que alcanzan las organizaciones deportivas. Gestión sin ética, deriva en corrupción y proyectos de corto aliento. Un segundo aspecto, es la Formación Deportiva, que consiste en la coherencia con los propósitos del proceso formativo. Actuar sin ética en la formación deportiva de cualquier equipo o atleta, implica asociar permanencia del deportista con su capacidad de desarrollo personal y social dicho programa.

Como tercer área, está el Alto Rendimiento, aquí es tratar de vincular, el logro por medio de esfuerzos en sus procesos de preparación y actuación deportiva en competencias, resistiendo la tentación de obtener los triunfos con ayuda del doping, del “juego sucio” o la deslealtad deportiva. Y como último aspecto, está el Aspecto Social, las empresas y organizaciones deben comunicar con transparencia sus objetivos de promoción del bienestar integral de la persona en la sociedad y no como mera estrategia de marketing con fines de lucro.

No nos podemos quejar de cómo encontramos y vemos a la sociedad. Somos parte de ella. Esto mismo que vemos en el deporte se ve diariamente en la calle, desde cómo nos tratamos y como conducimos, pasando por el nivel de intolerancia y agresividad que existe y el desprecio por lo ajeno. No hay conciencia de comunidad, de que somos parte de un todo y que todos nuestros actos repercuten en el resto y sobre nosotros mismos. Si queremos que eso cambie no podemos pretender que ese cambio venga de afuera, sino que debemos empezar por cada uno de nosotros, lo mismo en el deporte como en los grupos sociales en los que nos desarrollamos, ese cambio positivo lo debe realizar cada uno de los que se encuentran involucrados en las disciplinas deportivas, de esa manera podremos lograr que sean vistos como extraños los que actúen sin ética y de manera desleal y no los que traten de hacer las cosas como se debe.


Si vemos a la ética de una manera muy general y sencilla, la ética es todo aquello que tiene que ver con lo que deberíamos hacer, todo aquello que moralmente es apropiado, si hacemos lo que se supone que deberíamos de hacer, demostramos con ello (comportamientos, valores, pensamientos, etc.) que las conductas realizadas son éticas.

Los rasgos de violencia en las canchas, la falta de honestidad en los deportistas, entrenadores y directivos es reflejada por ejemplo en el dopaje o la simulación de caídas en fútbol, la falta de actos de generosidad, el excesivo valor concedido al éxito individual, las carentes relaciones sociales y, sobre todo, el modelo deportivo de referencia promovida por los medios de comunicación, de manera casi exclusiva o de muy seleccionadas modalidades deportivas, ponen en riesgo el desarrollo y la evolución en cualquier disciplina deportiva.

El deporte, ha de ser portador de valores y principios, ha de estar al servicio del hombre, Debe de tener como uno de sus objetivos principales ser un auténtico portador, que trasmita rasgos de identidad y socialización, con el fin de ser una referencia que guíe cualquier práctica físico-deportiva. Pero, no solamente es relevante tomar una actitud crítica ante la realidad y definir la identidad del deporte, aun es más importante plantear un proyecto que lleve a la acción, que no se quede en palabras alejadas de la realidad del deportista.

Existen cuatro aspectos o maneras para comprender la importancia de la ética en la actividad deportiva. Un aspecto es la Gestión Deportiva, la ética aquí tiene un impacto en los niveles de desarrollo que alcanzan las organizaciones deportivas. Gestión sin ética, deriva en corrupción y proyectos de corto aliento. Un segundo aspecto, es la Formación Deportiva, que consiste en la coherencia con los propósitos del proceso formativo. Actuar sin ética en la formación deportiva de cualquier equipo o atleta, implica asociar permanencia del deportista con su capacidad de desarrollo personal y social dicho programa.

Como tercer área, está el Alto Rendimiento, aquí es tratar de vincular, el logro por medio de esfuerzos en sus procesos de preparación y actuación deportiva en competencias, resistiendo la tentación de obtener los triunfos con ayuda del doping, del “juego sucio” o la deslealtad deportiva. Y como último aspecto, está el Aspecto Social, las empresas y organizaciones deben comunicar con transparencia sus objetivos de promoción del bienestar integral de la persona en la sociedad y no como mera estrategia de marketing con fines de lucro.

No nos podemos quejar de cómo encontramos y vemos a la sociedad. Somos parte de ella. Esto mismo que vemos en el deporte se ve diariamente en la calle, desde cómo nos tratamos y como conducimos, pasando por el nivel de intolerancia y agresividad que existe y el desprecio por lo ajeno. No hay conciencia de comunidad, de que somos parte de un todo y que todos nuestros actos repercuten en el resto y sobre nosotros mismos. Si queremos que eso cambie no podemos pretender que ese cambio venga de afuera, sino que debemos empezar por cada uno de nosotros, lo mismo en el deporte como en los grupos sociales en los que nos desarrollamos, ese cambio positivo lo debe realizar cada uno de los que se encuentran involucrados en las disciplinas deportivas, de esa manera podremos lograr que sean vistos como extraños los que actúen sin ética y de manera desleal y no los que traten de hacer las cosas como se debe.


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