/ martes 12 de marzo de 2019

Entre rechiflas te veas. La agresiva impolítica de las mentadas

Sin ser yo en algo especialista en rechiflas, especialmente en el especializado género de mentadas de madre, sí me ha tocado presenciar muchas de ellas en el ámbito de lo público (aunque también en el del privado, pero no viene al caso comentarlo en este espacio).

Las referidas mentadas suscitadas en algunas protestas públicas, siempre en el anonimato de las masas, o cuando menos externadas de forma presuntamente espontánea, son comunes en México. Más ahora que con el fin de quedar bien con el presidente AMLO, grupos de interés mientan la madre con ánimo desbordado sobre todo contra autoridades públicas del PRI y del PAN.

Pero más que reprobación evidente a quien se le rechifla, de lo que se trata, considero, es el del desmadre como actividad negativa dentro de la política. Sí, me ha tocado estar frecuentemente entre algún público en situaciones de desmadre cuando comienza una rechifla. Y uno pregunta a quienes están más a la mano en esa situación: ¿“Por qué mientan madres?” Y la respuesta frecuente es: “pos nomas”.

Y sí, las mentadas punzan a cualquiera y no hay muchos(as) que las aguanten. Pero no ha faltado quien, con el afán de atenuar el coraje que a uno le suscitaba la mentada, propone: “las mentadas de madre son como las llamadas a misa: el que quiera va y el que no, pues no”. De cualquier forma, permanece el corajillo no por la mentada en sí sino por el enojo o burla de quien la profiere.

En el presente es común que en las visitas del presidente AMLO a las entidades federativas no falten quienes, como quizás parte de la parodia del ceremonial actual y con el afán manifiesto de quedar bien con el presidente AMLO, mienten la madre a la autoridad local, especialmente a los gobernadores de procedencia partidaria diferente a la de Morena.

Sí creo que las mentadas a los gobernadores que tienen a bien ser los anfitriones del presidente de la República son inducidas por los militantes del partido ahora en el gobierno, y también quizás por los integrantes de grupos descontentos con la gestión gubernativa en las entidades federativas.

Conviene diferenciar, sin embargo, entre el relajo y el pretendido agravio personal. En otras palabras, opino yo: bienvenido el relajo, pero rechazo absoluto al agravio.

Pienso en lo personal respecto que el “no-aplauso” expresa mucho más que la rechifla en el caso especial de las autoridades gubernamentales. Es decir, el no-aplauso implica desaprobación más que pretendida grosería. Sí, hace falta decantar una moral pública que implique la denuncia de las deshonestidades e incapacidades gubernamentales.Creo en ese sentido que un no-aplauso terminaría con las descortesías al tiempo que se deja públicamente patente el desacuerdo con el funcionario o la política pública que no se debe instrumentar.

Sin ser yo en algo especialista en rechiflas, especialmente en el especializado género de mentadas de madre, sí me ha tocado presenciar muchas de ellas en el ámbito de lo público (aunque también en el del privado, pero no viene al caso comentarlo en este espacio).

Las referidas mentadas suscitadas en algunas protestas públicas, siempre en el anonimato de las masas, o cuando menos externadas de forma presuntamente espontánea, son comunes en México. Más ahora que con el fin de quedar bien con el presidente AMLO, grupos de interés mientan la madre con ánimo desbordado sobre todo contra autoridades públicas del PRI y del PAN.

Pero más que reprobación evidente a quien se le rechifla, de lo que se trata, considero, es el del desmadre como actividad negativa dentro de la política. Sí, me ha tocado estar frecuentemente entre algún público en situaciones de desmadre cuando comienza una rechifla. Y uno pregunta a quienes están más a la mano en esa situación: ¿“Por qué mientan madres?” Y la respuesta frecuente es: “pos nomas”.

Y sí, las mentadas punzan a cualquiera y no hay muchos(as) que las aguanten. Pero no ha faltado quien, con el afán de atenuar el coraje que a uno le suscitaba la mentada, propone: “las mentadas de madre son como las llamadas a misa: el que quiera va y el que no, pues no”. De cualquier forma, permanece el corajillo no por la mentada en sí sino por el enojo o burla de quien la profiere.

En el presente es común que en las visitas del presidente AMLO a las entidades federativas no falten quienes, como quizás parte de la parodia del ceremonial actual y con el afán manifiesto de quedar bien con el presidente AMLO, mienten la madre a la autoridad local, especialmente a los gobernadores de procedencia partidaria diferente a la de Morena.

Sí creo que las mentadas a los gobernadores que tienen a bien ser los anfitriones del presidente de la República son inducidas por los militantes del partido ahora en el gobierno, y también quizás por los integrantes de grupos descontentos con la gestión gubernativa en las entidades federativas.

Conviene diferenciar, sin embargo, entre el relajo y el pretendido agravio personal. En otras palabras, opino yo: bienvenido el relajo, pero rechazo absoluto al agravio.

Pienso en lo personal respecto que el “no-aplauso” expresa mucho más que la rechifla en el caso especial de las autoridades gubernamentales. Es decir, el no-aplauso implica desaprobación más que pretendida grosería. Sí, hace falta decantar una moral pública que implique la denuncia de las deshonestidades e incapacidades gubernamentales.Creo en ese sentido que un no-aplauso terminaría con las descortesías al tiempo que se deja públicamente patente el desacuerdo con el funcionario o la política pública que no se debe instrumentar.