/ lunes 10 de diciembre de 2018

¿Es viable el proyecto de AMLO?

Cuando estaba en plena vigencia el proyecto de crecimiento que inició con Miguel de la Madrid y terminó con Enrique Peña Nieto, los opositores a ese proyecto decían que era una regresión al porfiriato; no lo era pero se parecía mucho porque habían organizado la producción, el régimen de gobierno, sus instituciones, educación básica, la educación superior, la investigación, todo lo fueron organizando privilegiando el mercado externo. Con Porfirio Díaz tuvieron que producir para el mercado externo, porque aún no había mercado interno.

El mercado interno se fue formando mientras se fortalecía el mercado externo, cobra forma el capitalismo en México, se consolidaba el Estado nación con sus características muy particulares, y se gobernaba con métodos dictatoriales; en este momento, en esta coyuntura histórica aparece Francisco I. Madero, previa publicación de su libro sobre la no reelección, representaba una nueva fracción empresarial que entraba en conflicto con los empresarios y hacendados que se enriquecían exportando sus productos. Éllos y el mismo Madero, no eran de izquierda. Este concepto al igual que el nacionalismo aparecería décadas después en México.

Ahora que inicia el proyecto de AMLO, muy parecido al de Madero por que le da más importancia a producir para el mercado interno, prescinde, sin romper, de los empresarios organizados en el consejo Coordinador Empresarial, quienes habían obtenido sus riquezas durante décadas, ensamblados con el Estado mexicano mediante sus respectivos gobiernos; pero que excluyeron a millones de mexicanos de todo proceso económico, político y social, abrieron una coyuntura histórica favorable a un personaje distinguido por ser un luchador social al principio, un opositor con proyecto contrario al de los más grandes empresarios, que se concibe a sí mismo como un liberal y a sus opositores como conservadores. Ese personaje ya muy reconocido como López Obrador.

¿Es viable el proyecto de AMLO? Por los antecedentes históricos, como el proyecto de Madero y un poco menos el de Lázaro Cárdenas del Río uno puede pensar que sí. Si analizamos con detenimiento su discurso de toma de posición y las cien propuestas que expuso el mismo día en la plaza pública para otro auditorio, más el discurso en Chiapas tanto el de AMLO como el de Bartlet, podemos observar que se privilegia y tiende a fortalecer el mercado interno; desde la propuesta para los 25 kilómetros de la frontera norte hasta la propuesta para construir carreteras en los estados del suroeste nos indica que si es posible.

Le han objetado de diferentes formas su proyecto, como aquella objeción sobre de donde va a sacar el dinero, que es un poder muy grande el que adquiere, que sin la iniciativa privada no se logran sus propuestas, que es un retrógrada según empresarios relegados y otros más, que desea un pasado idílico, y varias objeciones, que no caben en este espacio periodístico quien esto escribe tiene otras dudas; como si serán capaces de darle forma a otra modalidad de Estado, si tendrán la capacidad teórica y organizativa de formar un nuevo régimen de gobierno, de crear otras instituciones que exige este proyecto, si la investigación que reclama este modelo, y la que se piensa promover desde el Conacyt es la más apropiada para esta coyuntura histórica, si las reformas que pretenden en la universidad pública logran sacarla de su obsolescencia; si ellos, los que están ahora en el poder, se podrán constituir en una nueva dirigencia nacional. El proyecto se ve viable, pero, ¿podrán conducirlo? O ¿les hará crisis éste y se les va de las manos en el convulsionado contexto internacional?


Cuando estaba en plena vigencia el proyecto de crecimiento que inició con Miguel de la Madrid y terminó con Enrique Peña Nieto, los opositores a ese proyecto decían que era una regresión al porfiriato; no lo era pero se parecía mucho porque habían organizado la producción, el régimen de gobierno, sus instituciones, educación básica, la educación superior, la investigación, todo lo fueron organizando privilegiando el mercado externo. Con Porfirio Díaz tuvieron que producir para el mercado externo, porque aún no había mercado interno.

El mercado interno se fue formando mientras se fortalecía el mercado externo, cobra forma el capitalismo en México, se consolidaba el Estado nación con sus características muy particulares, y se gobernaba con métodos dictatoriales; en este momento, en esta coyuntura histórica aparece Francisco I. Madero, previa publicación de su libro sobre la no reelección, representaba una nueva fracción empresarial que entraba en conflicto con los empresarios y hacendados que se enriquecían exportando sus productos. Éllos y el mismo Madero, no eran de izquierda. Este concepto al igual que el nacionalismo aparecería décadas después en México.

Ahora que inicia el proyecto de AMLO, muy parecido al de Madero por que le da más importancia a producir para el mercado interno, prescinde, sin romper, de los empresarios organizados en el consejo Coordinador Empresarial, quienes habían obtenido sus riquezas durante décadas, ensamblados con el Estado mexicano mediante sus respectivos gobiernos; pero que excluyeron a millones de mexicanos de todo proceso económico, político y social, abrieron una coyuntura histórica favorable a un personaje distinguido por ser un luchador social al principio, un opositor con proyecto contrario al de los más grandes empresarios, que se concibe a sí mismo como un liberal y a sus opositores como conservadores. Ese personaje ya muy reconocido como López Obrador.

¿Es viable el proyecto de AMLO? Por los antecedentes históricos, como el proyecto de Madero y un poco menos el de Lázaro Cárdenas del Río uno puede pensar que sí. Si analizamos con detenimiento su discurso de toma de posición y las cien propuestas que expuso el mismo día en la plaza pública para otro auditorio, más el discurso en Chiapas tanto el de AMLO como el de Bartlet, podemos observar que se privilegia y tiende a fortalecer el mercado interno; desde la propuesta para los 25 kilómetros de la frontera norte hasta la propuesta para construir carreteras en los estados del suroeste nos indica que si es posible.

Le han objetado de diferentes formas su proyecto, como aquella objeción sobre de donde va a sacar el dinero, que es un poder muy grande el que adquiere, que sin la iniciativa privada no se logran sus propuestas, que es un retrógrada según empresarios relegados y otros más, que desea un pasado idílico, y varias objeciones, que no caben en este espacio periodístico quien esto escribe tiene otras dudas; como si serán capaces de darle forma a otra modalidad de Estado, si tendrán la capacidad teórica y organizativa de formar un nuevo régimen de gobierno, de crear otras instituciones que exige este proyecto, si la investigación que reclama este modelo, y la que se piensa promover desde el Conacyt es la más apropiada para esta coyuntura histórica, si las reformas que pretenden en la universidad pública logran sacarla de su obsolescencia; si ellos, los que están ahora en el poder, se podrán constituir en una nueva dirigencia nacional. El proyecto se ve viable, pero, ¿podrán conducirlo? O ¿les hará crisis éste y se les va de las manos en el convulsionado contexto internacional?