/ miércoles 30 de septiembre de 2020

Escándalos en la Iglesia

Un buen amigo sacerdote en nuestras pláticas sobre la vida eclesial y ciertos escándalos que no deberían suceder, suele decir con ironía y creo de forma no tan equivocada que “los curas somos un ejemplo claro de que hay algo divino en la Iglesia, pues desde el principio hemos hecho de todo para acabar con ella y no hemos podido, porque en realidad es Dios quien la sostiene”.

Esta frase no habla muy bien de nosotros, aunque sí explica algo del misterio de la Iglesia. Gracias a Dios la mayoría se esfuerza por una vida según el Evangelio, pero no dejamos de ser humanos. Querer entender a la Iglesia como cualquier otra institución terrenal, es no comprenderla bien. Está formada por personas con virtudes y defectos, a veces quizá más visibles los defectos y pecados, pero eso no explica toda su realidad.

La grandeza de la Iglesia está en que es la comunidad en la que conocemos y entramos en contacto con Jesús, en la que se nos habla sobre Dios y cómo debe ser nuestra respuesta al amor que tiene por cada uno. Si Dios no estuviera en medio de la comunidad de creyentes, hace mucho que la Iglesia hubiera desaparecido, pues no siempre hemos estado a la altura de nuestra fe y sin embargo, Dios sigue renovando a su Iglesia y a sus miembros.

¿Por qué a veces hay tantos escándalos? Esta suele ser la mayor objeción y también la mayor prueba para nuestra fe. Por eso no es realista tener una idea ingenua de la Iglesia, como si fuera la comunidad de los perfectos. Más bien es la comunidad de pecadores, como siempre nos recuerda el Papa Francisco, que deben ser conscientes que necesitan a Dios para seguir las enseñanzas de Jesús, pues por nuestra cuenta podemos hacer muy poco.

En una ocasión le preguntaron sobre los escándalos al Cardenal Ratzinger, el ahora Papa Emérito Benedicto XVI. Respondió con serenidad que la Iglesia enseña que la naturaleza humana que todas las personas compartimos, está “herida” por el pecado original y sus consecuencias, lo que nos lleva muchas veces a desviarnos del buen camino. Por eso se nos invita también a estar vigilantes, pues siempre necesitamos la gracia y el perdón de Dios.

Nuestra realidad humana, como podemos constatar a diario, es proclive al pecado y por eso del “dicho al hecho hay mucho trecho”. Predicamos, pero no siempre lo vivimos. Esto no justifica los escándalos, pero nos ayuda a entender su origen y también son un recordatorio para todos de que solo con la ayuda de Dios, presente en su Iglesia, podemos vivir según el ejemplo de Jesús. ¡Gracias

Un buen amigo sacerdote en nuestras pláticas sobre la vida eclesial y ciertos escándalos que no deberían suceder, suele decir con ironía y creo de forma no tan equivocada que “los curas somos un ejemplo claro de que hay algo divino en la Iglesia, pues desde el principio hemos hecho de todo para acabar con ella y no hemos podido, porque en realidad es Dios quien la sostiene”.

Esta frase no habla muy bien de nosotros, aunque sí explica algo del misterio de la Iglesia. Gracias a Dios la mayoría se esfuerza por una vida según el Evangelio, pero no dejamos de ser humanos. Querer entender a la Iglesia como cualquier otra institución terrenal, es no comprenderla bien. Está formada por personas con virtudes y defectos, a veces quizá más visibles los defectos y pecados, pero eso no explica toda su realidad.

La grandeza de la Iglesia está en que es la comunidad en la que conocemos y entramos en contacto con Jesús, en la que se nos habla sobre Dios y cómo debe ser nuestra respuesta al amor que tiene por cada uno. Si Dios no estuviera en medio de la comunidad de creyentes, hace mucho que la Iglesia hubiera desaparecido, pues no siempre hemos estado a la altura de nuestra fe y sin embargo, Dios sigue renovando a su Iglesia y a sus miembros.

¿Por qué a veces hay tantos escándalos? Esta suele ser la mayor objeción y también la mayor prueba para nuestra fe. Por eso no es realista tener una idea ingenua de la Iglesia, como si fuera la comunidad de los perfectos. Más bien es la comunidad de pecadores, como siempre nos recuerda el Papa Francisco, que deben ser conscientes que necesitan a Dios para seguir las enseñanzas de Jesús, pues por nuestra cuenta podemos hacer muy poco.

En una ocasión le preguntaron sobre los escándalos al Cardenal Ratzinger, el ahora Papa Emérito Benedicto XVI. Respondió con serenidad que la Iglesia enseña que la naturaleza humana que todas las personas compartimos, está “herida” por el pecado original y sus consecuencias, lo que nos lleva muchas veces a desviarnos del buen camino. Por eso se nos invita también a estar vigilantes, pues siempre necesitamos la gracia y el perdón de Dios.

Nuestra realidad humana, como podemos constatar a diario, es proclive al pecado y por eso del “dicho al hecho hay mucho trecho”. Predicamos, pero no siempre lo vivimos. Esto no justifica los escándalos, pero nos ayuda a entender su origen y también son un recordatorio para todos de que solo con la ayuda de Dios, presente en su Iglesia, podemos vivir según el ejemplo de Jesús. ¡Gracias