/ miércoles 31 de marzo de 2021

Espiritualidad en Semana Santa 2021

Cada Semana Santa los cristianos de todo el mundo evocamos la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, por esto último le consideramos el Dios Hijo quien con su legado nos enseña a ser mejores humanos en los planos conductual y moral, así como trascender en lo espiritual, esto es que además de deidad sigue siendo un gran maestro.

Aunque cada año se percibe ser menor el grado de religiosidad colectiva porque a diferencia de siglos atrás incluso la mitad del pasado, las personas ya no profesamos en mente y corazón la pasión y resurrección de Jesucristo como para sentir una tristeza y recluirnos en pensamientos basados en sus enseñanzas, ya no, ahora los seres humanos consideramos los días de Semana Santa como un receso laboral para dedicarnos de tiempo completo a vacacionar o tener días de alegría y poco para reflexionar lo que significa la Semana Santa.

Es preciso aclarar que lo anterior escrito no es un llamado a acudir a algún templo, hincarse, darse golpes en el pecho, llorar abundantemente, de ninguna manera y menos en estos tiempos de aislamiento por la pandemia del COVID-19 o coronavirus. La sugerencia es que dentro de nuestro hogar y personalmente tengamos un momento de espiritualidad, de meditar lo que es sobresaliente para que cada quien sea mejor persona en mente, corazón y en acciones que beneficien a la sociedad, a la familia y en lo personal considerando la visión humana y espiritual como nos enseñó Jesucristo, el hombre-luz, el verbo hecho carne.

En efecto, demos respuesta en la manera de nuestra capacidad intelectual a lo que Jesucristo nos estableció para el buen ser. Busquemos los mecanismos y momentos precisos para tener un reencuentro con nosotros mismos, con nuestros seres queridos y demás personas que nos rodean. Las condiciones de fechas y aislamiento sanitario son propicias para procurar la espiritualidad.

De llevar a cabo lo anterior dentro de nuestros hogares, en aislamiento para cumplir con las medidas sanitarias y buscando algún momento propicio, a solas o en familia, bien puede ser una de las mejores maneras de evocar al Dios Hijo, conjuntamente con el Dios Padre y Dios Espíritu Santo, hagámoslo y tendremos una sensación de bienestar interno porque nuestro sistema cuerpo-mente-espíritu tendrá un nivel mayor de vibración y tendremos beneficio propio y de quienes nos rodean.

Cada Semana Santa los cristianos de todo el mundo evocamos la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, por esto último le consideramos el Dios Hijo quien con su legado nos enseña a ser mejores humanos en los planos conductual y moral, así como trascender en lo espiritual, esto es que además de deidad sigue siendo un gran maestro.

Aunque cada año se percibe ser menor el grado de religiosidad colectiva porque a diferencia de siglos atrás incluso la mitad del pasado, las personas ya no profesamos en mente y corazón la pasión y resurrección de Jesucristo como para sentir una tristeza y recluirnos en pensamientos basados en sus enseñanzas, ya no, ahora los seres humanos consideramos los días de Semana Santa como un receso laboral para dedicarnos de tiempo completo a vacacionar o tener días de alegría y poco para reflexionar lo que significa la Semana Santa.

Es preciso aclarar que lo anterior escrito no es un llamado a acudir a algún templo, hincarse, darse golpes en el pecho, llorar abundantemente, de ninguna manera y menos en estos tiempos de aislamiento por la pandemia del COVID-19 o coronavirus. La sugerencia es que dentro de nuestro hogar y personalmente tengamos un momento de espiritualidad, de meditar lo que es sobresaliente para que cada quien sea mejor persona en mente, corazón y en acciones que beneficien a la sociedad, a la familia y en lo personal considerando la visión humana y espiritual como nos enseñó Jesucristo, el hombre-luz, el verbo hecho carne.

En efecto, demos respuesta en la manera de nuestra capacidad intelectual a lo que Jesucristo nos estableció para el buen ser. Busquemos los mecanismos y momentos precisos para tener un reencuentro con nosotros mismos, con nuestros seres queridos y demás personas que nos rodean. Las condiciones de fechas y aislamiento sanitario son propicias para procurar la espiritualidad.

De llevar a cabo lo anterior dentro de nuestros hogares, en aislamiento para cumplir con las medidas sanitarias y buscando algún momento propicio, a solas o en familia, bien puede ser una de las mejores maneras de evocar al Dios Hijo, conjuntamente con el Dios Padre y Dios Espíritu Santo, hagámoslo y tendremos una sensación de bienestar interno porque nuestro sistema cuerpo-mente-espíritu tendrá un nivel mayor de vibración y tendremos beneficio propio y de quienes nos rodean.