/ jueves 9 de abril de 2020

Espiritualidad y aislamiento

Cada Semana Santa los cristianos de todo el mundo evocamos la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, por lo último se le considera el Dios Hijo y por dejarnos sus enseñanzas para ser mejores humanos en el plano emocional y trascender en lo espiritual, esto es que además de deidad sigue siendo un maestro. De ahí la importancia religiosa de Semana Santa.

Aunque cada año se percibe es menor el grado de religiosidad colectiva porque a diferencia de siglos atrás incluso la mitad del pasado, las personas ya no profesamos en mente y corazón la pasión y resurrección de Jesucristo como para sentir una tristeza y recluirnos en pensamientos basados en sus enseñanzas, ya no, ahora los seres humanos consideramos los días de Semana Santa como un receso laboral para dedicarnos de tiempo completo a vacacionar o tener días de alegría y poco para reflexionar lo que significa la Semana Santa.

Es preciso aclarar que lo anterior escrito no es un llamado a acudir a algún templo, hincarse, darse golpes en el pecho, llorar abundantemente, de ninguna manera y menos en estos tiempos de aislamiento por la pandemia del COVID-19 o coronavirus. La sugerencia es que dentro de nuestro hogar y personalmente tengamos un momento de espiritualidad, de meditar lo que es sobresaliente para que cada quien sea mejor persona en mente, corazón y acciones que beneficie a la sociedad, a la familia y personalmente considerando la visión humana y espiritual que nos legó Jesucristo, el hombre-luz, el verbo hecho carne.

En efecto, demos respuesta en la manera de nuestra capacidad intelectual a lo que Jesucristo nos estableció para el buen ser. Busquemos los mecanismos y momentos precisos para tener un reencuentro con nosotros mismos, con nuestros seres queridos y demás personas que nos rodean. Las condiciones de fechas y aislamiento sanitario son propicias para procurar la espiritualidad.

De llevar a cabo lo anterior dentro de nuestros hogares, en aislamiento para cumplir con las medidas sanitarias y buscando algún momento propicio, a solas o en familia, bien puede ser una de las mejores maneras de evocar al Dios Hijo, conjuntamente con el Dios Padre y Dios Espíritu Santo, hagámoslo y tendremos una sensación de bienestar interno porque nuestro sistema cuerpo-mente-espíritu tendrá un nivel mayor de vibración y tendremos beneficio propio y de quienes nos rodean.

Cada Semana Santa los cristianos de todo el mundo evocamos la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, por lo último se le considera el Dios Hijo y por dejarnos sus enseñanzas para ser mejores humanos en el plano emocional y trascender en lo espiritual, esto es que además de deidad sigue siendo un maestro. De ahí la importancia religiosa de Semana Santa.

Aunque cada año se percibe es menor el grado de religiosidad colectiva porque a diferencia de siglos atrás incluso la mitad del pasado, las personas ya no profesamos en mente y corazón la pasión y resurrección de Jesucristo como para sentir una tristeza y recluirnos en pensamientos basados en sus enseñanzas, ya no, ahora los seres humanos consideramos los días de Semana Santa como un receso laboral para dedicarnos de tiempo completo a vacacionar o tener días de alegría y poco para reflexionar lo que significa la Semana Santa.

Es preciso aclarar que lo anterior escrito no es un llamado a acudir a algún templo, hincarse, darse golpes en el pecho, llorar abundantemente, de ninguna manera y menos en estos tiempos de aislamiento por la pandemia del COVID-19 o coronavirus. La sugerencia es que dentro de nuestro hogar y personalmente tengamos un momento de espiritualidad, de meditar lo que es sobresaliente para que cada quien sea mejor persona en mente, corazón y acciones que beneficie a la sociedad, a la familia y personalmente considerando la visión humana y espiritual que nos legó Jesucristo, el hombre-luz, el verbo hecho carne.

En efecto, demos respuesta en la manera de nuestra capacidad intelectual a lo que Jesucristo nos estableció para el buen ser. Busquemos los mecanismos y momentos precisos para tener un reencuentro con nosotros mismos, con nuestros seres queridos y demás personas que nos rodean. Las condiciones de fechas y aislamiento sanitario son propicias para procurar la espiritualidad.

De llevar a cabo lo anterior dentro de nuestros hogares, en aislamiento para cumplir con las medidas sanitarias y buscando algún momento propicio, a solas o en familia, bien puede ser una de las mejores maneras de evocar al Dios Hijo, conjuntamente con el Dios Padre y Dios Espíritu Santo, hagámoslo y tendremos una sensación de bienestar interno porque nuestro sistema cuerpo-mente-espíritu tendrá un nivel mayor de vibración y tendremos beneficio propio y de quienes nos rodean.