/ lunes 23 de agosto de 2021

Falsedades políticas

Este fin de semana abundó información periodística sobre declaraciones de la clase política tanto con cargos gubernamentales como la opositora. El problema para la ciudadanía es que se perciben mentiras, mala fe, golpear al adversario y actitudes hipócritas.

El caso de mayor atención corresponde al excandidato panista a la Presidencia de la República, Ricardo Anaya Cortés (nació en 1979), quien salió del país de manera rápida e inesperada, presuntamente evitar ser detenido para aclarar acusaciones de gran enriquecimiento ilícito mientras ocupaba cargos públicos y de supuestos malos manejos financieros de propiedades. Sin embargo declara ser perseguido político y “a la mala AMLO impide yo sea candidato presidencial en 2024”. Este señor tiene múltiples señalamientos de malos manejos en cuestiones monetarias asociadas a la actividad política. Él es un ejemplo de generar desinformación para protegerse o para atacarle.

De igual manera están declaraciones de militantes del partido Morena quienes cuestionan fuertemente al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación por decidir recuento de votos a la gubernatura en el estado de Campeche, aunque es menester aclarar que dicho Tribunal también tiene señalamientos de malos manejos financieros y tráfico de influencias, de llevar a cabo un “golpe de estado” para quitar a su anterior presidente pero quien le sucede en el cargo tiene actitudes político-electorales de tendencia definida aunado a que se demostró ser un patán en una de sus publicaciones en red social.

De igual manera se percibe en dirigentes de partidos opositores que aprovechan cualquier circunstancia para desacreditar al Poder Ejecutivo, como es argumentar “persecución política y acudir a los Estados Unidos a quejarse”, cuando no han realizado propuestas pertinentes y viables para aminorar la pobreza, la corrupción, ni los efectos pandémicos por COVID-19, tampoco para reactivar la economía. Los partidos de oposición y los que están en el poder son predominantemente de accionar verbal mayormente posterior a campañas electorales declarando en medios periodísticos y redes sociales, en realidad no son “organismos de interés público” pese a que tienen multimillonario financiamiento del pueblo mexicano para gastarlo cada día. Esta es una de las principales falsedades políticas que observamos los ciudadanos mexicanos.

A partir de lo anterior escrito, resulta indispensable crear e implementar una verdadera ética en la actividad política mexicana, sería menester darle un carácter legal para su cabal cumplimiento y que “la ley no se consulta, se aplica”.

Este fin de semana abundó información periodística sobre declaraciones de la clase política tanto con cargos gubernamentales como la opositora. El problema para la ciudadanía es que se perciben mentiras, mala fe, golpear al adversario y actitudes hipócritas.

El caso de mayor atención corresponde al excandidato panista a la Presidencia de la República, Ricardo Anaya Cortés (nació en 1979), quien salió del país de manera rápida e inesperada, presuntamente evitar ser detenido para aclarar acusaciones de gran enriquecimiento ilícito mientras ocupaba cargos públicos y de supuestos malos manejos financieros de propiedades. Sin embargo declara ser perseguido político y “a la mala AMLO impide yo sea candidato presidencial en 2024”. Este señor tiene múltiples señalamientos de malos manejos en cuestiones monetarias asociadas a la actividad política. Él es un ejemplo de generar desinformación para protegerse o para atacarle.

De igual manera están declaraciones de militantes del partido Morena quienes cuestionan fuertemente al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación por decidir recuento de votos a la gubernatura en el estado de Campeche, aunque es menester aclarar que dicho Tribunal también tiene señalamientos de malos manejos financieros y tráfico de influencias, de llevar a cabo un “golpe de estado” para quitar a su anterior presidente pero quien le sucede en el cargo tiene actitudes político-electorales de tendencia definida aunado a que se demostró ser un patán en una de sus publicaciones en red social.

De igual manera se percibe en dirigentes de partidos opositores que aprovechan cualquier circunstancia para desacreditar al Poder Ejecutivo, como es argumentar “persecución política y acudir a los Estados Unidos a quejarse”, cuando no han realizado propuestas pertinentes y viables para aminorar la pobreza, la corrupción, ni los efectos pandémicos por COVID-19, tampoco para reactivar la economía. Los partidos de oposición y los que están en el poder son predominantemente de accionar verbal mayormente posterior a campañas electorales declarando en medios periodísticos y redes sociales, en realidad no son “organismos de interés público” pese a que tienen multimillonario financiamiento del pueblo mexicano para gastarlo cada día. Esta es una de las principales falsedades políticas que observamos los ciudadanos mexicanos.

A partir de lo anterior escrito, resulta indispensable crear e implementar una verdadera ética en la actividad política mexicana, sería menester darle un carácter legal para su cabal cumplimiento y que “la ley no se consulta, se aplica”.