/ jueves 14 de mayo de 2020

Fuera de Agenda │ Paramilitarismo

En las academias militares se dice que a un ejército no sólo se le derrota con el uso de las armas, también se le vence quebrando la moral de sus tropas. ¿Qué tan rota y decaída estará la moral del Ejército mexicano hoy en día?

Un fantasma que apareció y creció en el sexenio de Vicente Fox, se diluyó un poco con Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, regresó en este gobiero para recorrer los cuarteles del país. Casualmente se hizo visible semanas antes de que se oficializara la permanencia de los soldados en labores de seguridad pública en el territorio nacional.

El fantasma de los militares desertores al servicio de las bandas organizadas del crimen y tráfico de drogas quedó grabado en un video que circuló en días pasados, donde aparecen varios individuos portando uniformes castrenses al momento de ser capturados en un paraje a orillas de un camino de terracería.

El video que dura poco más de un minuto fue grabado en algun lugar de la Tierra Caliente de Guerrero, en el municipio de Pungarabato, mejor conocido por Ciudad Altamirano.

No es la primera vez que militares desertores son sorprendidos en esta región, que abarca los estados de Michoacán, Estado de México y Guerrero, una zona donde la actividad comercial, los servicios y la vida pública en general están sometidos por la delincuencia.

Hace menos de un mes otro grupo, en el que estaban varios centroamericanos y al menos un colombiano, presuntamente ex miembros de las fuerzas armadas de esos países, fueron sorprendidos a tiros en un campo de entrenamiento a las afueras de Aguililla, en territorio michoacano. Aquello fue una masacre perpetrada presuntamente por un grupo rival, que los atacó en un campo de entrenamiento, donde se reportó la muerte de 21 individuos. Días después, otros tránsfugas de la milicia fueron capturados en la misma área.

El video que circuló hace unos días registró a un grupo de sujetos con uniforme militar, y cuando menos uno admitió haber pertenecido al 60 batallón de infantería, que tiene su sede en Ciudad Obregón, Sonora. Quienes realizaron la detención fueron tropas del 34 de infantería con cuartel en Altamirano que, se sabe de tiempo atrás, poco han podido lograr para devolver la seguridad a los pobladores de esta zona de Guerrero.

Hasta hace unos días estaba en curso una investigación de la comandancia de la 35 zona militar, con sede en Chilpancingo, para ubicar el origen de los uniformes que portaban el resto de los individuos. Todos los uniformes del Ejército tienen un número de serie que permite identificar a quién pertenece. Ubicado el personal se precisa su adscripción.

Lo que ha mostrado el regreso de las deserciones es que cada vez son más las tropas que no están a gusto con su papel de policías. Existe un malestar que data del año pasado, cuando un grupo de soldados fueron exhibidos en varios videos mientras eran sometidos y agredidos por la población civil, en entidades como Puebla y Michoacán.

El espíritu de cuerpo, la noción de lealtad, de sacrificio y de amor a la patria, están lastimados. Quizá por ello las deserciones han reactivado uno de los nefastos saldos del Ejército en las calles: el paramilitarismo al servicio del crimen.

En las academias militares se dice que a un ejército no sólo se le derrota con el uso de las armas, también se le vence quebrando la moral de sus tropas. ¿Qué tan rota y decaída estará la moral del Ejército mexicano hoy en día?

Un fantasma que apareció y creció en el sexenio de Vicente Fox, se diluyó un poco con Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, regresó en este gobiero para recorrer los cuarteles del país. Casualmente se hizo visible semanas antes de que se oficializara la permanencia de los soldados en labores de seguridad pública en el territorio nacional.

El fantasma de los militares desertores al servicio de las bandas organizadas del crimen y tráfico de drogas quedó grabado en un video que circuló en días pasados, donde aparecen varios individuos portando uniformes castrenses al momento de ser capturados en un paraje a orillas de un camino de terracería.

El video que dura poco más de un minuto fue grabado en algun lugar de la Tierra Caliente de Guerrero, en el municipio de Pungarabato, mejor conocido por Ciudad Altamirano.

No es la primera vez que militares desertores son sorprendidos en esta región, que abarca los estados de Michoacán, Estado de México y Guerrero, una zona donde la actividad comercial, los servicios y la vida pública en general están sometidos por la delincuencia.

Hace menos de un mes otro grupo, en el que estaban varios centroamericanos y al menos un colombiano, presuntamente ex miembros de las fuerzas armadas de esos países, fueron sorprendidos a tiros en un campo de entrenamiento a las afueras de Aguililla, en territorio michoacano. Aquello fue una masacre perpetrada presuntamente por un grupo rival, que los atacó en un campo de entrenamiento, donde se reportó la muerte de 21 individuos. Días después, otros tránsfugas de la milicia fueron capturados en la misma área.

El video que circuló hace unos días registró a un grupo de sujetos con uniforme militar, y cuando menos uno admitió haber pertenecido al 60 batallón de infantería, que tiene su sede en Ciudad Obregón, Sonora. Quienes realizaron la detención fueron tropas del 34 de infantería con cuartel en Altamirano que, se sabe de tiempo atrás, poco han podido lograr para devolver la seguridad a los pobladores de esta zona de Guerrero.

Hasta hace unos días estaba en curso una investigación de la comandancia de la 35 zona militar, con sede en Chilpancingo, para ubicar el origen de los uniformes que portaban el resto de los individuos. Todos los uniformes del Ejército tienen un número de serie que permite identificar a quién pertenece. Ubicado el personal se precisa su adscripción.

Lo que ha mostrado el regreso de las deserciones es que cada vez son más las tropas que no están a gusto con su papel de policías. Existe un malestar que data del año pasado, cuando un grupo de soldados fueron exhibidos en varios videos mientras eran sometidos y agredidos por la población civil, en entidades como Puebla y Michoacán.

El espíritu de cuerpo, la noción de lealtad, de sacrificio y de amor a la patria, están lastimados. Quizá por ello las deserciones han reactivado uno de los nefastos saldos del Ejército en las calles: el paramilitarismo al servicio del crimen.