/ domingo 24 de mayo de 2020

Futuro incierto y sin rumbo

Estamos a una semana de que, oficialmente así lo dijo el gobierno, termine el periodo de la jornada nacional de Sana Distancia, que significó un confinamiento en el hogar que comenzó aquel 23 de marzo y a que a poco más de dos meses, los números por contagios crecen y el número de personas fallecidas, en lugar de disminuir, se incrementa.

En México superamos la cifra de los 65 mil contagios y más de siete mil muertos.

En medio de la etapa más intensa de la pandemia, el aumento de contagios, al corte del viernes por la noche fue de 2,960 y de 479 muertes, que representan el máximo registrado en un solo día, por tres días consecutivos con más de 400 decesos.

México, entonces, cumple 63 días de confinamiento y cierre de la planta productiva, lo que nos ubica entre los diez países con más muertes en el mundo; pero el Presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en que “ya domamos” la pandemia y que el sistema de salud no se va a desbordar.

Asegura que el país no está en una situación tan complicada como las de otras naciones y criticó que la prensa compare lo que ocurre en el país, con lo sucedido alrededor del mundo. Creo que él vive en otro país.

No sólo vivimos en medio de una crisis de esperanza y conciencia, vemos con preocupación que el Presidente de México, ha perdido muchas de sus fortalezas.

Andrés Manuel López Obrador perdió la capacidad de transmitir mensajes profundos y que alienten la esperanza de seguir adelante; en los tiempos que vivimos, con la crisis de salud y económica tan fuertes, tenemos que estar conscientes de que debe haber un mañana, pero lejos del Gobierno.

No podemos seguir, como mexicanos, esperando que todo venga de quien tampoco sabe el rumbo y no tiene conciencia de la precariedad en la que viven millones de mexicanos. Todo es culpa del neoliberalismo y de la corrupción.

Los mexicanos, debemos pensar en el mañana, porque al final del día, habrá miles de muertos, una infraestructura social y económica desecha; la planta productiva en la improductividad; la falta de visión para inyectar capitales que alienten el resurgimiento de la pequeña y mediana empresa.

Los ciudadanos tenemos la moral muy baja, porque en medio de esta crisis, no vemos un liderazgo fuerte y sólido que encabece los esfuerzos. Creo que ya lo perdimos y apenas va un año y medio.

Pero no hay que olvidar que de las crisis surgen siempre nuevas oportunidades y esta es la nuestra como sociedad, porque en el gobierno solo se ve un futuro incierto y sin rumbo.

Estamos a una semana de que, oficialmente así lo dijo el gobierno, termine el periodo de la jornada nacional de Sana Distancia, que significó un confinamiento en el hogar que comenzó aquel 23 de marzo y a que a poco más de dos meses, los números por contagios crecen y el número de personas fallecidas, en lugar de disminuir, se incrementa.

En México superamos la cifra de los 65 mil contagios y más de siete mil muertos.

En medio de la etapa más intensa de la pandemia, el aumento de contagios, al corte del viernes por la noche fue de 2,960 y de 479 muertes, que representan el máximo registrado en un solo día, por tres días consecutivos con más de 400 decesos.

México, entonces, cumple 63 días de confinamiento y cierre de la planta productiva, lo que nos ubica entre los diez países con más muertes en el mundo; pero el Presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en que “ya domamos” la pandemia y que el sistema de salud no se va a desbordar.

Asegura que el país no está en una situación tan complicada como las de otras naciones y criticó que la prensa compare lo que ocurre en el país, con lo sucedido alrededor del mundo. Creo que él vive en otro país.

No sólo vivimos en medio de una crisis de esperanza y conciencia, vemos con preocupación que el Presidente de México, ha perdido muchas de sus fortalezas.

Andrés Manuel López Obrador perdió la capacidad de transmitir mensajes profundos y que alienten la esperanza de seguir adelante; en los tiempos que vivimos, con la crisis de salud y económica tan fuertes, tenemos que estar conscientes de que debe haber un mañana, pero lejos del Gobierno.

No podemos seguir, como mexicanos, esperando que todo venga de quien tampoco sabe el rumbo y no tiene conciencia de la precariedad en la que viven millones de mexicanos. Todo es culpa del neoliberalismo y de la corrupción.

Los mexicanos, debemos pensar en el mañana, porque al final del día, habrá miles de muertos, una infraestructura social y económica desecha; la planta productiva en la improductividad; la falta de visión para inyectar capitales que alienten el resurgimiento de la pequeña y mediana empresa.

Los ciudadanos tenemos la moral muy baja, porque en medio de esta crisis, no vemos un liderazgo fuerte y sólido que encabece los esfuerzos. Creo que ya lo perdimos y apenas va un año y medio.

Pero no hay que olvidar que de las crisis surgen siempre nuevas oportunidades y esta es la nuestra como sociedad, porque en el gobierno solo se ve un futuro incierto y sin rumbo.