/ martes 1 de marzo de 2022

Guerra: vía de legitimación

En las últimas semanas ha escalado el conflicto internacional entre Rusia y Ucrania, colocando al mundo al borde de una potencial guerra mundial. Es un problema histórico que se recrudece por los intereses de unos y de otros, y que aviva lo que en su momento fue la Guerra Fría.

Para tener un esbozo general sobre los orígenes del conflicto, es de suma importancia hablar sobre “La Gran Llanura Europea”. Se trata de una planicie que abarca poco más de la mitad norte del continente europeo, que comienza desde Francia y llega hasta la Rusia europea, que facilita el transito militar y significa un punto geográfico medular durante los conflictos armados. En el contexto actual, la clave de dicha zona se encuentra en dos países: Polonia, donde la planicie alcanza su punto más angosto (500 km) y que es controlada por la OTAN, y Ucrania, donde la planicie se extiende hasta los 3,000 km en los límites de Moscú, por lo que para el Kremlin constituye una amenaza constante y latente a sus intereses.

Durante muchos años, la OTAN ha ido ganado terreno en los países que hacen frontera con Rusia. Sin embargo, Ucrania, es el último territorio en el que el Kremlin no ha cedido, por considerar este espacio como la puerta de entrada a su soberanía, que a la postre es sustancial en cuanto a recursos naturales y el paso de energías. Tan en así, que desde 2013 la presión aplicada por el gobierno ruso no cesado y, de a poco, ha venido anexando, por la fuerza, regiones como la península de Crimea (2014). A ello se le adiciona la importante influencia que ejerce sobre los grupos separatistas y rebeldes pro-rusos que se ubican, sobre todo, en el este de Ucrania – Donetsk y Lugansk –, y que dificultan su unidad como pueblo independiente de la antigua unión soviética.

Existe mucha incertidumbre y el plano internacional aparenta ser muy caótico. Por un lado se encuentra Rusia, que exige garantías frente al avance de la OTAN y sus intereses, mientras que por otro, está Ucrania, país dividido y amenazado por los intereses de ambos frentes, cuya virtud o culpa, reside en su ubicación geográfica.

Pese a la historia, la evolución de la humanidad y la creación de múltiples organismos para garantizar y mantener la paz, parece que nada hemos aprendido. Y es que los movimientos ocupacioncitas y las guerras no han parado desde la última a nivel global. Tan sólo en las últimas 72 horas, en medio del conflicto que ha acaparado todos los reflectores, entre Ucrania y Rusia, se han reportado bombardeos en Siria, Yemen y Somalia.

En la guerra, no existe un bando bueno o uno malo, sólo intereses que guían los conflictos. Al final, el costo de la guerra serán miles de vidas y millones de dólares para los detentadores del poder.

En las últimas semanas ha escalado el conflicto internacional entre Rusia y Ucrania, colocando al mundo al borde de una potencial guerra mundial. Es un problema histórico que se recrudece por los intereses de unos y de otros, y que aviva lo que en su momento fue la Guerra Fría.

Para tener un esbozo general sobre los orígenes del conflicto, es de suma importancia hablar sobre “La Gran Llanura Europea”. Se trata de una planicie que abarca poco más de la mitad norte del continente europeo, que comienza desde Francia y llega hasta la Rusia europea, que facilita el transito militar y significa un punto geográfico medular durante los conflictos armados. En el contexto actual, la clave de dicha zona se encuentra en dos países: Polonia, donde la planicie alcanza su punto más angosto (500 km) y que es controlada por la OTAN, y Ucrania, donde la planicie se extiende hasta los 3,000 km en los límites de Moscú, por lo que para el Kremlin constituye una amenaza constante y latente a sus intereses.

Durante muchos años, la OTAN ha ido ganado terreno en los países que hacen frontera con Rusia. Sin embargo, Ucrania, es el último territorio en el que el Kremlin no ha cedido, por considerar este espacio como la puerta de entrada a su soberanía, que a la postre es sustancial en cuanto a recursos naturales y el paso de energías. Tan en así, que desde 2013 la presión aplicada por el gobierno ruso no cesado y, de a poco, ha venido anexando, por la fuerza, regiones como la península de Crimea (2014). A ello se le adiciona la importante influencia que ejerce sobre los grupos separatistas y rebeldes pro-rusos que se ubican, sobre todo, en el este de Ucrania – Donetsk y Lugansk –, y que dificultan su unidad como pueblo independiente de la antigua unión soviética.

Existe mucha incertidumbre y el plano internacional aparenta ser muy caótico. Por un lado se encuentra Rusia, que exige garantías frente al avance de la OTAN y sus intereses, mientras que por otro, está Ucrania, país dividido y amenazado por los intereses de ambos frentes, cuya virtud o culpa, reside en su ubicación geográfica.

Pese a la historia, la evolución de la humanidad y la creación de múltiples organismos para garantizar y mantener la paz, parece que nada hemos aprendido. Y es que los movimientos ocupacioncitas y las guerras no han parado desde la última a nivel global. Tan sólo en las últimas 72 horas, en medio del conflicto que ha acaparado todos los reflectores, entre Ucrania y Rusia, se han reportado bombardeos en Siria, Yemen y Somalia.

En la guerra, no existe un bando bueno o uno malo, sólo intereses que guían los conflictos. Al final, el costo de la guerra serán miles de vidas y millones de dólares para los detentadores del poder.