/ domingo 6 de octubre de 2019

Guerrero del Sol

El pueblo mexicano tiene raíces profundas y milenarias. Raíces que se mezclan con el mito y la leyenda. Orgullosamente el maestro Miguel León-Portilla nos enseñó el valor intrínseco de este legado. Somos hijos del Sol, no debemos olvidarlo.

Miguel León-Portilla, maestro y humanista, se dio a la tarea de desvelar y redescubrir nuestra historia, la que fue enterrada sobre arcilla y lodo, la que se perdió bajo las aguas donde otrora se forjó el poderoso imperio mexica, la que huyó a los cerros, la humillada, la vencida.

De ese tamaño fue su ardua encomienda: el reconocimiento del México multicultural, el indígena, el que por años se menospreció.

Por eso su pérdida es irreparable, porque nos enseñó a través de su visión el verdadero valor de nuestra cultura mesoamericana, tan rica y diversa, plagada de sabiduría y ciencia, de gloria y esplendor, con una cosmovisión totalmente diferente que nos envuelve en su magia y misticismo.

De ahí que tantas personas en el mundo se sientan conmovidas y admiradas ante una pirámide o un ídolo de piedra. Amó, con esa sonrisa que le caracterizaba, a su patria, a su México indígena y moreno, el de manos diestras y corazón sincero, el que se externa en las lenguas y tradiciones que enriquecen a este país.

México no solo es un país megadiverso por su biodiversidad de flora y fauna sino también por su riqueza cultural que se distribuye a través de todo su territorio.

Algún día se escribió que mientras una semilla de maíz germinara en el Valle del Anáhuac, el imperio, la ciudad en el lago, la gran México-Tenochtitlán, jamás desaparecería; me atrevo a decir, sin la menor duda, que mientras existan personas como lo fue el maestro Miguel León-Portilla, capaces de transmitir la gloria de nuestra cultura, nuestro México de antiguos dioses, de piel de bronce, de flores amarillas, éste perdurará.

Que sirvan sus palabras y legado para replantear la convivencia para con nuestra raíz indígena, ellos lamentablemente todavía siguen siendo un grupo en situación de vulnerabilidad altamente discriminado.

No permitamos que actitudes xenófobas, racistas, clasistas, discriminatorias, prevalezcan en un país cimentado en el esplendor indígena. Somos una de las pocas naciones multiculturales a grado sumo.

Esa es nuestra verdadera riqueza, nuestro verdadero patrimonio. Recordemos sus palabras: El mundo se empobrece cuando se pierde una lengua o una cultura, y se empobrece también cuando todo se uniforma en modo alguno.

Plumas de quetzal para su memoria. Flores preciosas de Xochipilli para su legado. Jade y turquesa para sus palabras. Descanse en paz, en la casa del ave de plumas doradas, el maestro querido: Miguel León-Portilla.



El pueblo mexicano tiene raíces profundas y milenarias. Raíces que se mezclan con el mito y la leyenda. Orgullosamente el maestro Miguel León-Portilla nos enseñó el valor intrínseco de este legado. Somos hijos del Sol, no debemos olvidarlo.

Miguel León-Portilla, maestro y humanista, se dio a la tarea de desvelar y redescubrir nuestra historia, la que fue enterrada sobre arcilla y lodo, la que se perdió bajo las aguas donde otrora se forjó el poderoso imperio mexica, la que huyó a los cerros, la humillada, la vencida.

De ese tamaño fue su ardua encomienda: el reconocimiento del México multicultural, el indígena, el que por años se menospreció.

Por eso su pérdida es irreparable, porque nos enseñó a través de su visión el verdadero valor de nuestra cultura mesoamericana, tan rica y diversa, plagada de sabiduría y ciencia, de gloria y esplendor, con una cosmovisión totalmente diferente que nos envuelve en su magia y misticismo.

De ahí que tantas personas en el mundo se sientan conmovidas y admiradas ante una pirámide o un ídolo de piedra. Amó, con esa sonrisa que le caracterizaba, a su patria, a su México indígena y moreno, el de manos diestras y corazón sincero, el que se externa en las lenguas y tradiciones que enriquecen a este país.

México no solo es un país megadiverso por su biodiversidad de flora y fauna sino también por su riqueza cultural que se distribuye a través de todo su territorio.

Algún día se escribió que mientras una semilla de maíz germinara en el Valle del Anáhuac, el imperio, la ciudad en el lago, la gran México-Tenochtitlán, jamás desaparecería; me atrevo a decir, sin la menor duda, que mientras existan personas como lo fue el maestro Miguel León-Portilla, capaces de transmitir la gloria de nuestra cultura, nuestro México de antiguos dioses, de piel de bronce, de flores amarillas, éste perdurará.

Que sirvan sus palabras y legado para replantear la convivencia para con nuestra raíz indígena, ellos lamentablemente todavía siguen siendo un grupo en situación de vulnerabilidad altamente discriminado.

No permitamos que actitudes xenófobas, racistas, clasistas, discriminatorias, prevalezcan en un país cimentado en el esplendor indígena. Somos una de las pocas naciones multiculturales a grado sumo.

Esa es nuestra verdadera riqueza, nuestro verdadero patrimonio. Recordemos sus palabras: El mundo se empobrece cuando se pierde una lengua o una cultura, y se empobrece también cuando todo se uniforma en modo alguno.

Plumas de quetzal para su memoria. Flores preciosas de Xochipilli para su legado. Jade y turquesa para sus palabras. Descanse en paz, en la casa del ave de plumas doradas, el maestro querido: Miguel León-Portilla.