Diversidad de autores, desde los clásicos y modernistas, desde los más posicionados en el top de ventas como John C. Maxwell hasta los más estratégicos y visionarios como Dale Carnegie; coinciden en que el mundo global adolece de muchas cosas, pero sobre todo de un verdadero: LIDERAZGO. Las causas son múltiples y los efectos son más que evidentes en esta debacle planetaria.
Lo peor de todo es que el espacio educativo no escapa de este mal. El entorno educativo latinoamericano sufre de una carencia real y objetiva de líderes que enarbolen un compromiso consciente hacia los nuevos paradigmas de la educación más que a responder a las condiciones políticas, compadrazgos u otras situaciones “oscuras” ajenas al ámbito académico que los ubicara (fatalmente) en un puesto para la toma de decisiones en materia educativa.
En mi andar académico como docente he conocido, interactuado y trabajado con dos grupos de “encargados” académicos. Uno integrado por líderes educativos, personas sumamente honestas que dirigen el quehacer de sus instituciones con la excelencia esperada. Otro está integrado por aquellos que ven a la institución educativa del siglo XXI tal cual feudo de hace casi 12 siglos atrás, y que considero como anti-líderes educativos.
Para mi grata sorpresa, el mes pasado descubrí en el Estado de México a un integrante de ese primer grupo y que denomino como un verdadero líder consciente. Él, con su amplia experiencia de vida, desde lo social hasta lo político, representa un tipo de liderazgo único y particular, trascendental para estos tiempos de convulsión y liquidez, ya que mantiene su atención en todos los aspectos organizacionales y académicos de la institución a su cargo, al tiempo que reconoce la importancia suprema de cada uno de ellos, tanto para el desarrollo de las actividades internas, como para el crecimiento personal propio, de sus colaboradores y de los estudiantes.
Tuvo el gusto de entrevistarlo justo antes de mi partida, lo cual me permite considerarlo como un líder sensible y participativo, que seguro de sí mismo, inspira confianza a los demás, cuenta con amplia capacidad de escuchar, aprender, desaprender y reaprender, amplio conocedor de la naturaleza humana y con un increíble sentido del humor.
Quizás para él sea más importante el nombre de la Institución que el suyo, pues a mi curso entró y se sentó como un participante más; pero recuerden algo “aquel que piensa que marcha al frente y no tiene a nadie que lo siga, tan solo está dando un paseo”; pero a Ud. Dr. Juan Demetrio Sánchez Granados, le puedo garantizar que no sólo la comunidad académica de la Universidad Politécnica de Atlautla lo sigue, cada día somos más los que le acompañamos…
Continuará…