/ martes 26 de octubre de 2021

Halloween

Nos encontramos en la recta final del mes de octubre, otro año en tiempos de pandemia, vale la pena la reflexión sobre las conmemoraciones por venir como lo es Halloween, día de todos los santos, día de muertos en la nueva normalidad por los estragos de la pandemia.

Este tipo de conmemoraciones en lo personal me emociona, pues más allá del factor extranjerizante, en México debe celebrarse el día de muertos como tradición nuestra, gracias al impacto de la globalización estos días van de la mano con nuestra cultura quiérase o no.

Este próximo fin de semana conmemoramos la Víspera de todos los santos o o también conocido como Noche de Brujas o Noche de Víspera de Difuntos, que es una celebración moderna resultado del sincretismo originado por la cristianización de la fiesta del fin de verano de origen celta (donde los antiguos celtas solían realizar una gran ceremonia para conmemorar “el final de la cosecha”, puesto que también despedían al dios sol.

Esta festividad marcaba el momento en que los días se iban haciendo más cortos y las noches más largas. Los celtas al igual que muchas culturas prehispánicas, creían que en Samhain los espíritus de los muertos regresaban a visitar el mundo de los mortales.

El año céltico concluía el 31 de octubre, en el otoño, cuya característica principal es la caída de las hojas. Para esta cultura significaba el fin de la muerte o iniciación de una nueva vida. Esta enseñanza se propagó a través de los años de generación en generación. Una de las costumbres más importantes era dejar comida y dulces afuera de sus casas en manera de ofrenda. Era común también encender velas para ayudar a las almas de los muertos a encontrar el camino hacia la luz y descanso junto a Lugh.

Con el auge del catolicismo, esta fiesta pagana se cristianizó y comenzó a llamarse “La Víspera de todos los Santos”, la traducción en inglés es “Al Hallow´s Eve”, de ahí nació la palabra “Halloween”. Con la inmigración europea a los Estados Unidos, principalmente la de los irlandeses católicos en 1846, llegó esta tradición al continente americano. El año céltico concluía el 31 de octubre, en el otoño, en el tiempo en que las hojas de los arboles caen, para ellos significaba el fin de la muerte o iniciación de una nueva vida. La costumbre era dejar comida y dulces afuera de sus casas en manera de ofrenda, así como encender velas para ayudar a las almas de los muertos a encontrar el camino hacia la luz.

Cada año, diversas tradiciones se unen, se entremezclan entre si y fluyen mutuamente, desde finales de octubre y a inicios de noviembre, en las culturas de los países occidentales. En Asia y África, el culto a los antepasados y a los muertos tiene fuertes raíces pero no está tan ligado a una fecha concreta como nuestra cultura. Aunque en México nos acomodamos a las tres, prestos estamos a conmemorar Halloween, Día de todos los santos y Día de muertos desde la nueva realidad a casi dos años de la pandemia.

Nos encontramos en la recta final del mes de octubre, otro año en tiempos de pandemia, vale la pena la reflexión sobre las conmemoraciones por venir como lo es Halloween, día de todos los santos, día de muertos en la nueva normalidad por los estragos de la pandemia.

Este tipo de conmemoraciones en lo personal me emociona, pues más allá del factor extranjerizante, en México debe celebrarse el día de muertos como tradición nuestra, gracias al impacto de la globalización estos días van de la mano con nuestra cultura quiérase o no.

Este próximo fin de semana conmemoramos la Víspera de todos los santos o o también conocido como Noche de Brujas o Noche de Víspera de Difuntos, que es una celebración moderna resultado del sincretismo originado por la cristianización de la fiesta del fin de verano de origen celta (donde los antiguos celtas solían realizar una gran ceremonia para conmemorar “el final de la cosecha”, puesto que también despedían al dios sol.

Esta festividad marcaba el momento en que los días se iban haciendo más cortos y las noches más largas. Los celtas al igual que muchas culturas prehispánicas, creían que en Samhain los espíritus de los muertos regresaban a visitar el mundo de los mortales.

El año céltico concluía el 31 de octubre, en el otoño, cuya característica principal es la caída de las hojas. Para esta cultura significaba el fin de la muerte o iniciación de una nueva vida. Esta enseñanza se propagó a través de los años de generación en generación. Una de las costumbres más importantes era dejar comida y dulces afuera de sus casas en manera de ofrenda. Era común también encender velas para ayudar a las almas de los muertos a encontrar el camino hacia la luz y descanso junto a Lugh.

Con el auge del catolicismo, esta fiesta pagana se cristianizó y comenzó a llamarse “La Víspera de todos los Santos”, la traducción en inglés es “Al Hallow´s Eve”, de ahí nació la palabra “Halloween”. Con la inmigración europea a los Estados Unidos, principalmente la de los irlandeses católicos en 1846, llegó esta tradición al continente americano. El año céltico concluía el 31 de octubre, en el otoño, en el tiempo en que las hojas de los arboles caen, para ellos significaba el fin de la muerte o iniciación de una nueva vida. La costumbre era dejar comida y dulces afuera de sus casas en manera de ofrenda, así como encender velas para ayudar a las almas de los muertos a encontrar el camino hacia la luz.

Cada año, diversas tradiciones se unen, se entremezclan entre si y fluyen mutuamente, desde finales de octubre y a inicios de noviembre, en las culturas de los países occidentales. En Asia y África, el culto a los antepasados y a los muertos tiene fuertes raíces pero no está tan ligado a una fecha concreta como nuestra cultura. Aunque en México nos acomodamos a las tres, prestos estamos a conmemorar Halloween, Día de todos los santos y Día de muertos desde la nueva realidad a casi dos años de la pandemia.