/ domingo 26 de enero de 2020

Hidra, el monstruo de la violencia

Hidra de Lerna, monstruo de mil cabezas, bien podría representar la violencia en nuestro país. Por cada cabeza decapitada, nacían o se regeneraban dos más, narra la mitología griega. Por cada célula, capo o delincuente que es detenido, los grupos criminales se reproducen y su virulencia cada día es más brutal.

En diciembre del 2006 dio inicio la llamada guerra contra el narcotráfico. Tendrían que pasar 13 años para que Andrés Manuel López Obrador anunciara que “oficialmente no hay guerra” y poner en marcha una nueva estrategia de seguridad, sobre la cual hoy esperamos resultados.

A lo largo de este período, la narcocultura y la cultura de la muerte se impusieron al Estado de Derecho y la legalidad. La criminalidad que han desatado los diversos cárteles, la incapacidad y corrupción de los gobiernos, las fallidas políticas de seguridad han llegado a niveles nunca imaginados.

Lo más grave es que la violencia y la inseguridad han erosionado severamente el tejido social, trastocado lo más entrañable y sensible de nuestro México, nuestra niñez.

Tal es el grado de descomposición social que 13 menores de edad y adolescentes originarios de la zona de Chilapa, Guerrero, fueron armados para defender a sus familias. Entre ellos, se encuentran los huérfanos de los músicos de la comunidad de Alcozacán, masacrados por el grupo criminal Los Ardillos.

Aunado a estos hechos, jóvenes son secuestrados y posteriormente esclavizados para que trabajen en los campos de la amapola o laboratorios clandestinos.

En suma, los múltiples tentáculos de los grupos delictivos y la manera como operan representan la máxima degradación del ser humano.

En 2019, el crimen organizado cobró la vida de casi dos mil niños, cifra proporcional a un país en conflicto bélico. Tres niños mueren diariamente a causa de la violencia. Desde el año 2000 se han registrado 21 mil niños y adolescentes que han sido asesinados, 7 mil han desaparecido y 30 mil menores han sido reclutados por la fuerza por la delincuencia organizada, revela la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim). En tanto, México ocupa el primer lugar en violencia y abuso infantil de los 36 países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Se atribuye al filósofo Pitágoras la siguiente frase: “Enseñad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. La criminalidad está mutilando nuestra infancia. Si muere la inocencia, México perderá la esperanza.

Hidra de Lerna, monstruo de mil cabezas, bien podría representar la violencia en nuestro país. Por cada cabeza decapitada, nacían o se regeneraban dos más, narra la mitología griega. Por cada célula, capo o delincuente que es detenido, los grupos criminales se reproducen y su virulencia cada día es más brutal.

En diciembre del 2006 dio inicio la llamada guerra contra el narcotráfico. Tendrían que pasar 13 años para que Andrés Manuel López Obrador anunciara que “oficialmente no hay guerra” y poner en marcha una nueva estrategia de seguridad, sobre la cual hoy esperamos resultados.

A lo largo de este período, la narcocultura y la cultura de la muerte se impusieron al Estado de Derecho y la legalidad. La criminalidad que han desatado los diversos cárteles, la incapacidad y corrupción de los gobiernos, las fallidas políticas de seguridad han llegado a niveles nunca imaginados.

Lo más grave es que la violencia y la inseguridad han erosionado severamente el tejido social, trastocado lo más entrañable y sensible de nuestro México, nuestra niñez.

Tal es el grado de descomposición social que 13 menores de edad y adolescentes originarios de la zona de Chilapa, Guerrero, fueron armados para defender a sus familias. Entre ellos, se encuentran los huérfanos de los músicos de la comunidad de Alcozacán, masacrados por el grupo criminal Los Ardillos.

Aunado a estos hechos, jóvenes son secuestrados y posteriormente esclavizados para que trabajen en los campos de la amapola o laboratorios clandestinos.

En suma, los múltiples tentáculos de los grupos delictivos y la manera como operan representan la máxima degradación del ser humano.

En 2019, el crimen organizado cobró la vida de casi dos mil niños, cifra proporcional a un país en conflicto bélico. Tres niños mueren diariamente a causa de la violencia. Desde el año 2000 se han registrado 21 mil niños y adolescentes que han sido asesinados, 7 mil han desaparecido y 30 mil menores han sido reclutados por la fuerza por la delincuencia organizada, revela la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim). En tanto, México ocupa el primer lugar en violencia y abuso infantil de los 36 países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Se atribuye al filósofo Pitágoras la siguiente frase: “Enseñad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. La criminalidad está mutilando nuestra infancia. Si muere la inocencia, México perderá la esperanza.