/ lunes 16 de mayo de 2022

Honor y mérito al magisterio

La humanidad tenemos gran deuda moral con quienes ejercen la noble y trascendental función de enseñar desde las primeras letras hasta sistemas complejos y avanzados, esto es a maestras y maestros desde la educación inicial hasta postdoctorado, quienes transforman nuestra existencia, algunos como simples instructores y otros como verdaderos maestros para la vida.

Sin la importante función social del profesorado no sería posible ningún tipo de desarrollo como el humano sustentable.

Todos tenemos un grato recuerdo de nuestras profesoras y profesores que impartieron clase desde nuestra infancia, recordamos más a quienes nos dieron su cariño y dedicación tanto en el aula como actividades extra-aula, incluso varios nos enseñaron a entender y aplicar principios, valores y actitudes que conjuntamente con la enseñanza en el hogar nos forjaron para saber trascender en el tiempo y espacio como seres humanos, ser capaces de desenvolvernos en familia, trabajo y sociedad.

Nuestras maestras y maestros también tienen anhelos, visión de desarrollo profesional, son pilares en sus familias y parte fundamental en la organización llamada escuela. Tienen su propia opinión sobre política, economía, relaciones entre personas, poseen una percepción de la naturaleza y de la sociedad con más precisión que otras profesiones y por ello nos ayudan a tener interpretación propia de la realidad.

Meditemos como alumnos o exalumnos sobre el gran cariño que nuestro magisterio tiene a su función, sobre su dedicación a quienes tenemos problemas de aprendizaje y que gracias a su docencia logramos aprobar materias que resultan complicadas a nuestro entender. Valoremos que las profesoras y profesores también educan con el ejemplo, que tienen sus propios retos o desafíos en planos profesional, familiar y como ciudadanos. Apreciemos como corresponde que durante horas preparan materiales, exposiciones, clase y llenan gran cantidad de papeleo burocrático.

Nuestro magisterio es de carácter noble, responsable, combativo con lo que considera justo para el gremio y la ciudanía, también nos demuestra día a día su alto grado de responsabilidad, de ética y tolerancia a estudiantes que no tienen formación correcta en el hogar o con algunos padres/madres de familia incompetentes como tales por sobre protectores y que en realidad no saben ser tales pero muy tendientes a confrontar a docentes cuando corrigen errores conductuales en sus hijos. Valoremos en mucho que en ocasiones labora sin salario o tardan en pagarle.

Por lo anterior con cariño honremos y reconozcamos al magisterio, hoy y siempre.

La humanidad tenemos gran deuda moral con quienes ejercen la noble y trascendental función de enseñar desde las primeras letras hasta sistemas complejos y avanzados, esto es a maestras y maestros desde la educación inicial hasta postdoctorado, quienes transforman nuestra existencia, algunos como simples instructores y otros como verdaderos maestros para la vida.

Sin la importante función social del profesorado no sería posible ningún tipo de desarrollo como el humano sustentable.

Todos tenemos un grato recuerdo de nuestras profesoras y profesores que impartieron clase desde nuestra infancia, recordamos más a quienes nos dieron su cariño y dedicación tanto en el aula como actividades extra-aula, incluso varios nos enseñaron a entender y aplicar principios, valores y actitudes que conjuntamente con la enseñanza en el hogar nos forjaron para saber trascender en el tiempo y espacio como seres humanos, ser capaces de desenvolvernos en familia, trabajo y sociedad.

Nuestras maestras y maestros también tienen anhelos, visión de desarrollo profesional, son pilares en sus familias y parte fundamental en la organización llamada escuela. Tienen su propia opinión sobre política, economía, relaciones entre personas, poseen una percepción de la naturaleza y de la sociedad con más precisión que otras profesiones y por ello nos ayudan a tener interpretación propia de la realidad.

Meditemos como alumnos o exalumnos sobre el gran cariño que nuestro magisterio tiene a su función, sobre su dedicación a quienes tenemos problemas de aprendizaje y que gracias a su docencia logramos aprobar materias que resultan complicadas a nuestro entender. Valoremos que las profesoras y profesores también educan con el ejemplo, que tienen sus propios retos o desafíos en planos profesional, familiar y como ciudadanos. Apreciemos como corresponde que durante horas preparan materiales, exposiciones, clase y llenan gran cantidad de papeleo burocrático.

Nuestro magisterio es de carácter noble, responsable, combativo con lo que considera justo para el gremio y la ciudanía, también nos demuestra día a día su alto grado de responsabilidad, de ética y tolerancia a estudiantes que no tienen formación correcta en el hogar o con algunos padres/madres de familia incompetentes como tales por sobre protectores y que en realidad no saben ser tales pero muy tendientes a confrontar a docentes cuando corrigen errores conductuales en sus hijos. Valoremos en mucho que en ocasiones labora sin salario o tardan en pagarle.

Por lo anterior con cariño honremos y reconozcamos al magisterio, hoy y siempre.