/ domingo 26 de diciembre de 2021

Igualdad sustantiva, sociedad incluyente

Por unanimidad, con 87 votos a favor, el pasado 14 de diciembre el Senado de la República aprobó incorporar el principio de igualdad sustantiva entre hombres y mujeres a nuestra Carta Magna. Un logro para el sector femenino. Un hecho histórico hacia una sociedad más igualitaria.

Pese a los avances que se tienen en la materia, la igualdad de género continúa siendo uno los más grandes y serios desafíos en relación con los derechos fundamentales al que millones de mexicanas se enfrentan día a día. En nuestro país, desafortunadamente, la desigualdad sigue presente en prácticamente todos los ámbitos de nuestra sociedad.

Por ejemplo; en el trabajo, ganan menos por realizar las mismas actividades que un hombre. En la casa, las labores son una carga prácticamente para nuestro sector. Las mujeres realizan el 73.6% del trabajo doméstico y de cuidados, mismo que no es remunerado, imponiendo una doble jornada laboral para proveer recursos y bienestar para sus seres queridos. La deserción laboral y académica de niñas y mujeres, se incrementó debido a la emergencia sanitaria por Covid-19, principalmente por los estereotipos de género, la normalización de diferentes formas de violencia y las desigualdades que enfrentamos. La igualdad formal no es suficiente. El simple hecho de que en el texto normativo se establezca que todas y todos somos iguales ante la ley, es letra muerta. Se requieren pasos firmes y garantías adicionales. Se requiere materializar el empoderamiento femenino. En este sentido, la igualdad sustantiva reconoce derechos y obligaciones, equidad de oportunidades y resultados; fortalece el estatuto de ciudadanía de las mujeres, y amplía su base de participación. También exige plantear estrategias eficaces y eficientes para corregir la representación de la mujer, así como la redistribución de los recursos y del poder entre mujeres y hombres.

Con los cambios propuestos nos acercamos a lograr la inclusión que conducirá al empoderamiento de las niñas, adolescentes y mujeres de nuestro país. Con la igualdad sustantiva, las mujeres pueden ejercer plenamente sus derechos y acceso a las mismas oportunidades de desarrollo. Sólo cuando se alcance plena autonomía femenina, habrá un cambio de paradigma que impactará en la vida social, política, económica y cultural de nuestro país.

Ser mexicana es reivindicar diariamente nuestra lucha por la equidad, la dignidad y el reconocimiento de todas. Que la igualdad sustantiva no sea letra muerta.

Por unanimidad, con 87 votos a favor, el pasado 14 de diciembre el Senado de la República aprobó incorporar el principio de igualdad sustantiva entre hombres y mujeres a nuestra Carta Magna. Un logro para el sector femenino. Un hecho histórico hacia una sociedad más igualitaria.

Pese a los avances que se tienen en la materia, la igualdad de género continúa siendo uno los más grandes y serios desafíos en relación con los derechos fundamentales al que millones de mexicanas se enfrentan día a día. En nuestro país, desafortunadamente, la desigualdad sigue presente en prácticamente todos los ámbitos de nuestra sociedad.

Por ejemplo; en el trabajo, ganan menos por realizar las mismas actividades que un hombre. En la casa, las labores son una carga prácticamente para nuestro sector. Las mujeres realizan el 73.6% del trabajo doméstico y de cuidados, mismo que no es remunerado, imponiendo una doble jornada laboral para proveer recursos y bienestar para sus seres queridos. La deserción laboral y académica de niñas y mujeres, se incrementó debido a la emergencia sanitaria por Covid-19, principalmente por los estereotipos de género, la normalización de diferentes formas de violencia y las desigualdades que enfrentamos. La igualdad formal no es suficiente. El simple hecho de que en el texto normativo se establezca que todas y todos somos iguales ante la ley, es letra muerta. Se requieren pasos firmes y garantías adicionales. Se requiere materializar el empoderamiento femenino. En este sentido, la igualdad sustantiva reconoce derechos y obligaciones, equidad de oportunidades y resultados; fortalece el estatuto de ciudadanía de las mujeres, y amplía su base de participación. También exige plantear estrategias eficaces y eficientes para corregir la representación de la mujer, así como la redistribución de los recursos y del poder entre mujeres y hombres.

Con los cambios propuestos nos acercamos a lograr la inclusión que conducirá al empoderamiento de las niñas, adolescentes y mujeres de nuestro país. Con la igualdad sustantiva, las mujeres pueden ejercer plenamente sus derechos y acceso a las mismas oportunidades de desarrollo. Sólo cuando se alcance plena autonomía femenina, habrá un cambio de paradigma que impactará en la vida social, política, económica y cultural de nuestro país.

Ser mexicana es reivindicar diariamente nuestra lucha por la equidad, la dignidad y el reconocimiento de todas. Que la igualdad sustantiva no sea letra muerta.