/ miércoles 18 de abril de 2018

Infancia restringida

Todos alguna vez hemos escuchado e incluso pronunciado que los niños son la esperanza del mañana; algunos pensadores, políticos o funcionarios en su discurso, han extendido la frase y ahora pronuncian que “Los niños son la esperanza del mañana y el éxito del presente”. Lo que da origen a pensar, a qué presente se refieren y cómo será el mañana si estamos formando niños que no disfrutan la maravillosa etapa de la niñez, aquellos que han restringido su infancia para involucrarse en un mundo donde nos vemos rebasados por varios factores que deberían ser utilizados para beneficiar a la humanidad y no para perjudicarle.

Quizá usted amigo lector coincida y se pregunte, en qué momento se ha perdido en los niños esa forma de vivir sin malicia, buscando disfrutar de todo cuanto existe a su alrededor y disfrutar de cada uno de los juegos sin importar si son caros o baratos, de moda o con avances tecnológicos que a veces ni siquiera los adultos podemos manejar.

En una de muchas escuelas, una maestra preocupada por la apatía de sus alumnos para acercarse a la lectura, reunió a los padres de familia para intercambiar opiniones sobre la importancia del tema. Como de costumbre solo acuden los padres que tienen un poco de tiempo para dedicar a estas acciones que favorecen la educación de sus hijos; pese a que no estaba el cien por ciento, ella inició su labor realizando las reflexiones necesarias para luego, hacerles la invitación a que se involucren en el proceso de formación de sus hijos y que fomenten la lectura, entre otros temas.

Los papás de los niños de este grupo que en su mayoría no había cumplido siete años, escucharon con atención y parecía que atendían y entendían a la Maestra, sin embargo, todo cambió cuando una señora se levantó y le dijo “Mire Maestra, yo no tengo tiempo y al niño no le gusta leer, usted me pide que le cuente cuentos cuando yo ni siquiera me sé uno. Y de una vez le voy a pedir un favor, dice mi niño que se aburre mucho con usted cuando le pone esas cancioncillas del ratón, de los cochinos y las vocales, a ver si le cambia, póngales algo movidito, a los niños de ahora les gusta la banda y las canciones que son moviditas”.

Escuchar este comentario no fue lo más grave, lo que ocasionó, es para pensarse; el hecho de que muchos padres se sumaran a la opinión que la señora había vertido es preocupante y eso explica mucho a un docente.

Lamentablemente esto no sucede únicamente en esa escuela, es una situación que reincide, incluso en otros espacios. Vemos en una fiesta infantil que los padres amenizan con una banda o un grupo musical y en vez de juegos infantiles u otras actividades propias para niños, se hace un baile, otro ejemplo claro es ver los juegos de los niños en la calle, que por cierto ya no es tan común, los niños juegan, pero no conviven.

Es necesario que los padres tomemos decisiones inmediatas, no podemos tener niños con infancia restringida, es necesario retomar actividades que les lleven a vivir una infancia feliz:

Volvamos a dedicar por lo menos un momento por la tarde para jugar con nuestros hijos, al bebe leche, a los listones o al changáis. No importa el juego si lo que haremos es enseñarles a disfrutar el tiempo y los momentos compartidos.

Busquemos la manera de crear entornos lectores, teniendo libros alrededor de ellos, en su recámara, en su espacio de juegos o en los lugares favoritos y cada que nos sea posible, leamos junto con ellos. Busquemos lecturas acordes a su edad, hagamos uso de la fantasía y ayudemos a descubrir atrás de cada personaje una experiencia a su favor.

Enseñémosles a escuchar música y no a oír ruido. Cuestionemos las canciones que escuchamos cuando estamos con ellos. Descubramos juntos que cada canción independientemente del género tiene un mensaje dirigido a alguien y nos ayuda a crecer, aprender y aunque para los adultos no sea motivante escuchar música infantil, entendamos que los seres humanos tenemos diferentes etapas de vida y si no aprendemos a vivir cada una de ellas, entonces tendremos una vida vana.

Hay mucho más que podemos hacer y todo nos lleva a lograr que los niños vivan una verdadera infancia donde la felicidad sea su compañera inseparable, pero para ello, las acciones de los adultos son el elemento clave.

Educar seres humanos felices, es tarea de todos.

Todos alguna vez hemos escuchado e incluso pronunciado que los niños son la esperanza del mañana; algunos pensadores, políticos o funcionarios en su discurso, han extendido la frase y ahora pronuncian que “Los niños son la esperanza del mañana y el éxito del presente”. Lo que da origen a pensar, a qué presente se refieren y cómo será el mañana si estamos formando niños que no disfrutan la maravillosa etapa de la niñez, aquellos que han restringido su infancia para involucrarse en un mundo donde nos vemos rebasados por varios factores que deberían ser utilizados para beneficiar a la humanidad y no para perjudicarle.

Quizá usted amigo lector coincida y se pregunte, en qué momento se ha perdido en los niños esa forma de vivir sin malicia, buscando disfrutar de todo cuanto existe a su alrededor y disfrutar de cada uno de los juegos sin importar si son caros o baratos, de moda o con avances tecnológicos que a veces ni siquiera los adultos podemos manejar.

En una de muchas escuelas, una maestra preocupada por la apatía de sus alumnos para acercarse a la lectura, reunió a los padres de familia para intercambiar opiniones sobre la importancia del tema. Como de costumbre solo acuden los padres que tienen un poco de tiempo para dedicar a estas acciones que favorecen la educación de sus hijos; pese a que no estaba el cien por ciento, ella inició su labor realizando las reflexiones necesarias para luego, hacerles la invitación a que se involucren en el proceso de formación de sus hijos y que fomenten la lectura, entre otros temas.

Los papás de los niños de este grupo que en su mayoría no había cumplido siete años, escucharon con atención y parecía que atendían y entendían a la Maestra, sin embargo, todo cambió cuando una señora se levantó y le dijo “Mire Maestra, yo no tengo tiempo y al niño no le gusta leer, usted me pide que le cuente cuentos cuando yo ni siquiera me sé uno. Y de una vez le voy a pedir un favor, dice mi niño que se aburre mucho con usted cuando le pone esas cancioncillas del ratón, de los cochinos y las vocales, a ver si le cambia, póngales algo movidito, a los niños de ahora les gusta la banda y las canciones que son moviditas”.

Escuchar este comentario no fue lo más grave, lo que ocasionó, es para pensarse; el hecho de que muchos padres se sumaran a la opinión que la señora había vertido es preocupante y eso explica mucho a un docente.

Lamentablemente esto no sucede únicamente en esa escuela, es una situación que reincide, incluso en otros espacios. Vemos en una fiesta infantil que los padres amenizan con una banda o un grupo musical y en vez de juegos infantiles u otras actividades propias para niños, se hace un baile, otro ejemplo claro es ver los juegos de los niños en la calle, que por cierto ya no es tan común, los niños juegan, pero no conviven.

Es necesario que los padres tomemos decisiones inmediatas, no podemos tener niños con infancia restringida, es necesario retomar actividades que les lleven a vivir una infancia feliz:

Volvamos a dedicar por lo menos un momento por la tarde para jugar con nuestros hijos, al bebe leche, a los listones o al changáis. No importa el juego si lo que haremos es enseñarles a disfrutar el tiempo y los momentos compartidos.

Busquemos la manera de crear entornos lectores, teniendo libros alrededor de ellos, en su recámara, en su espacio de juegos o en los lugares favoritos y cada que nos sea posible, leamos junto con ellos. Busquemos lecturas acordes a su edad, hagamos uso de la fantasía y ayudemos a descubrir atrás de cada personaje una experiencia a su favor.

Enseñémosles a escuchar música y no a oír ruido. Cuestionemos las canciones que escuchamos cuando estamos con ellos. Descubramos juntos que cada canción independientemente del género tiene un mensaje dirigido a alguien y nos ayuda a crecer, aprender y aunque para los adultos no sea motivante escuchar música infantil, entendamos que los seres humanos tenemos diferentes etapas de vida y si no aprendemos a vivir cada una de ellas, entonces tendremos una vida vana.

Hay mucho más que podemos hacer y todo nos lleva a lograr que los niños vivan una verdadera infancia donde la felicidad sea su compañera inseparable, pero para ello, las acciones de los adultos son el elemento clave.

Educar seres humanos felices, es tarea de todos.

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