/ jueves 16 de julio de 2020

Inteligencia Artificial: el uso responsable de una herramienta poderosa

Asistentes virtuales, desarrollo de medicamentos, telecomunicaciones, organización y uso de grandes bases de datos, simulación avanzada de procesos, programación de software, sistemas biométricos… En estas y otras áreas, el uso de la inteligencia artificial (IA) ya es una realidad. Cuando hablamos de IA no nos referimos a androides con aspecto humano –campo más propio de la robótica– sino algoritmos altamente especializados capaces de realizar de manera automática procesos en los cuales se requiere un conocimiento complejo.

La IA ya tiene una gran presencia en diversos campos de la ciencia y la industria, y se estima que en la próxima década su impacto en lo social, económico y cultural será equiparable a la revolución de Internet. Sin embargo, su utilización no está exenta de riesgos. Por ejemplo, en 2018 una serie de reportajes denunciaron que la empresa Cambridge Analytica había utilizado datos privados obtenidos de las redes sociales para diseñar campañas personalizadas, con el objetivo de manipular la opinión pública e influir en los resultados electorales de diversos países.

Es claro que la IA es una herramienta valiosa, pero como en el caso de otras tecnologías de vanguardia su uso correcto implica reglas claras y una gran responsabilidad. Con este propósito, en 2019 un panel de expertos de la OCDE desarrolló una serie de principios básicos que deben cumplir los sistemas de IA: 1) deben beneficiar a las personas y al planeta; 2) deben respetar los derechos humanos; 3) debe existir transparencia y divulgación responsable; 4) deben funcionar de manera segura; 5) las organizaciones que desarrollan o utilizan los sistemas de IA son responsables de su funcionamiento. Estos principios fueron adoptados formalmente por 42 países, incluyendo México, en mayo de 2019.

Con el objetivo de seguir trabajando en el desarrollo de políticas públicas pertinentes y entender mejor los retos y oportunidades que significa el desarrollo de la IA, en junio de 2020 se fundó la Alianza Global sobre la Inteligencia Artificial (AGIA), con sede en la OCDE, en la que tengo el honor de representar a México. La AGIA considera cuatro áreas estratégicas: 1) uso responsable de la IA; 2) gobernanza de datos; 3) futuro del trabajo; 4) innovación y comercialización.

Hace apenas unos días se realizó la primera sesión de trabajo, que reunió a cerca de 190 participantes internacionales. Entre los puntos relevantes se mencionó la necesidad de crear políticas claras en materia de IA; generar confianza entre la población; respetar la diversidad geográfica y cultural; promover una automatización que respete la dignidad personal, así como la importancia de la cooperación multilateral basada en valores y el diálogo.

La IA representa la próxima gran revolución global, y el trabajo de organizaciones como la AGIA resulta fundamental para construir un marco legal de alcance internacional que ayude a garantizar un uso ético de la IA en beneficio de las personas, y como una valiosa herramienta para resolver los retos que enfrentamos como humanidad.

*Vicepresidente Nacional de Innovación – Canacintra

Asistentes virtuales, desarrollo de medicamentos, telecomunicaciones, organización y uso de grandes bases de datos, simulación avanzada de procesos, programación de software, sistemas biométricos… En estas y otras áreas, el uso de la inteligencia artificial (IA) ya es una realidad. Cuando hablamos de IA no nos referimos a androides con aspecto humano –campo más propio de la robótica– sino algoritmos altamente especializados capaces de realizar de manera automática procesos en los cuales se requiere un conocimiento complejo.

La IA ya tiene una gran presencia en diversos campos de la ciencia y la industria, y se estima que en la próxima década su impacto en lo social, económico y cultural será equiparable a la revolución de Internet. Sin embargo, su utilización no está exenta de riesgos. Por ejemplo, en 2018 una serie de reportajes denunciaron que la empresa Cambridge Analytica había utilizado datos privados obtenidos de las redes sociales para diseñar campañas personalizadas, con el objetivo de manipular la opinión pública e influir en los resultados electorales de diversos países.

Es claro que la IA es una herramienta valiosa, pero como en el caso de otras tecnologías de vanguardia su uso correcto implica reglas claras y una gran responsabilidad. Con este propósito, en 2019 un panel de expertos de la OCDE desarrolló una serie de principios básicos que deben cumplir los sistemas de IA: 1) deben beneficiar a las personas y al planeta; 2) deben respetar los derechos humanos; 3) debe existir transparencia y divulgación responsable; 4) deben funcionar de manera segura; 5) las organizaciones que desarrollan o utilizan los sistemas de IA son responsables de su funcionamiento. Estos principios fueron adoptados formalmente por 42 países, incluyendo México, en mayo de 2019.

Con el objetivo de seguir trabajando en el desarrollo de políticas públicas pertinentes y entender mejor los retos y oportunidades que significa el desarrollo de la IA, en junio de 2020 se fundó la Alianza Global sobre la Inteligencia Artificial (AGIA), con sede en la OCDE, en la que tengo el honor de representar a México. La AGIA considera cuatro áreas estratégicas: 1) uso responsable de la IA; 2) gobernanza de datos; 3) futuro del trabajo; 4) innovación y comercialización.

Hace apenas unos días se realizó la primera sesión de trabajo, que reunió a cerca de 190 participantes internacionales. Entre los puntos relevantes se mencionó la necesidad de crear políticas claras en materia de IA; generar confianza entre la población; respetar la diversidad geográfica y cultural; promover una automatización que respete la dignidad personal, así como la importancia de la cooperación multilateral basada en valores y el diálogo.

La IA representa la próxima gran revolución global, y el trabajo de organizaciones como la AGIA resulta fundamental para construir un marco legal de alcance internacional que ayude a garantizar un uso ético de la IA en beneficio de las personas, y como una valiosa herramienta para resolver los retos que enfrentamos como humanidad.

*Vicepresidente Nacional de Innovación – Canacintra