/ lunes 2 de noviembre de 2020

Internet en nuestras vidas

Dentro de los estudios sociales, se considera la comunicación como un factor fundamental para la organización y la construcción social. Con la liberación de internet en 1993, comenzaron a colapsar las formas comunicativas que habían reinado durante el último siglo. Las tecnologías que derivaron de este invento modificaron la mediatización de la comunicación al proporcionar nuevos márgenes de liberad a los viejos consumidores de medios. En las últimas tres décadas una gran cantidad de estudios exponen los efectos que tiene la tecnología en el tejido social. Algunas investigaciones descubrieron que el nuevo ecosistema tecnológico puede llegar a modificar las identidades sociales (Cucchetti y Mallimaci, 2011).

En uno de los primeros estudios sobre el impacto de internet en lo social, Wellman y Haythornthwaite (1997, 1998 y 2003) registraron una gran cantidad de casos sobre las formas en las cuales se transforma la actividad en la escuela, el trabajo y los hogares. Encontraron que a través de internet las personas pueden ser flexibles, es decir, trabajar desde el hogar y al mismo tiempo cuidar a los hijos. Sus estudios incluyeron la realización de encuestas y técnicas de observación participante. Descubrieron la manera en la cual internet cambia los modos de comunicación entre padres e hijos, pero también la relación de las familias con los vecinos.

Una de las características principales de las redes de internet es que permite al usuario abandonar su rol pasivo como receptor de contenidos y construir sus propios mensajes (Zanoni, 2008). Los internautas tienden a ser más colaborativos en su vida en línea que en la vida real. Sin embargo, el rol activo del internauta también puede generar efectos negativos en las personas. En una recopilación de estudios provenientes del campo médico, el apocalíptico Nicholas Carr (2010 y 2014) demuestra cómo internet debilita la actividad cerebral de las personas. Un experimento realizado en una universidad norteamericana a un grupo de jóvenes, concluyó que el uso del navegador para encontrar información puede afectar la memoria. En la sociedad contemporánea, las personas confían una gran cantidad de información a los artefactos, como los números telefónicos que ahora se almacenan en los móviles inteligentes o las fechas de cumpleaños de los amigos y familiares, ahora confiados a Facebook.

Otro estudio sobre el contacto y la interacción en línea efectuado a una red de 235 empleados en Estados Unidos, concluyó que las relaciones en las redes sociales digitales se condicionan por varios factores que no son percibidos a simple vista por los miembros de dicha red. Por ejemplo, las relaciones entre tres personas -conocidas como triádicas-, tienden a ser más sólidas cuando las personas se conocen y conviven en el mundo físico. Dichas relaciones son estrechas cuando hay pocas conexiones a otras triadas o redes. Pero cuando las triadas son abiertas –es decir, tienen muchas amistades transversales- existe poco capital que los cohesione (Hogan, Ellison, Lampec y Vital, 2014). Estos ejemplos dan muestra de los cambios sociales que vive el mundo contemporáneo producto de las prácticas tecnológicas derivadas de internet.

Dentro de los estudios sociales, se considera la comunicación como un factor fundamental para la organización y la construcción social. Con la liberación de internet en 1993, comenzaron a colapsar las formas comunicativas que habían reinado durante el último siglo. Las tecnologías que derivaron de este invento modificaron la mediatización de la comunicación al proporcionar nuevos márgenes de liberad a los viejos consumidores de medios. En las últimas tres décadas una gran cantidad de estudios exponen los efectos que tiene la tecnología en el tejido social. Algunas investigaciones descubrieron que el nuevo ecosistema tecnológico puede llegar a modificar las identidades sociales (Cucchetti y Mallimaci, 2011).

En uno de los primeros estudios sobre el impacto de internet en lo social, Wellman y Haythornthwaite (1997, 1998 y 2003) registraron una gran cantidad de casos sobre las formas en las cuales se transforma la actividad en la escuela, el trabajo y los hogares. Encontraron que a través de internet las personas pueden ser flexibles, es decir, trabajar desde el hogar y al mismo tiempo cuidar a los hijos. Sus estudios incluyeron la realización de encuestas y técnicas de observación participante. Descubrieron la manera en la cual internet cambia los modos de comunicación entre padres e hijos, pero también la relación de las familias con los vecinos.

Una de las características principales de las redes de internet es que permite al usuario abandonar su rol pasivo como receptor de contenidos y construir sus propios mensajes (Zanoni, 2008). Los internautas tienden a ser más colaborativos en su vida en línea que en la vida real. Sin embargo, el rol activo del internauta también puede generar efectos negativos en las personas. En una recopilación de estudios provenientes del campo médico, el apocalíptico Nicholas Carr (2010 y 2014) demuestra cómo internet debilita la actividad cerebral de las personas. Un experimento realizado en una universidad norteamericana a un grupo de jóvenes, concluyó que el uso del navegador para encontrar información puede afectar la memoria. En la sociedad contemporánea, las personas confían una gran cantidad de información a los artefactos, como los números telefónicos que ahora se almacenan en los móviles inteligentes o las fechas de cumpleaños de los amigos y familiares, ahora confiados a Facebook.

Otro estudio sobre el contacto y la interacción en línea efectuado a una red de 235 empleados en Estados Unidos, concluyó que las relaciones en las redes sociales digitales se condicionan por varios factores que no son percibidos a simple vista por los miembros de dicha red. Por ejemplo, las relaciones entre tres personas -conocidas como triádicas-, tienden a ser más sólidas cuando las personas se conocen y conviven en el mundo físico. Dichas relaciones son estrechas cuando hay pocas conexiones a otras triadas o redes. Pero cuando las triadas son abiertas –es decir, tienen muchas amistades transversales- existe poco capital que los cohesione (Hogan, Ellison, Lampec y Vital, 2014). Estos ejemplos dan muestra de los cambios sociales que vive el mundo contemporáneo producto de las prácticas tecnológicas derivadas de internet.