/ martes 31 de julio de 2018

Internet y bibliotecas

Creo que no se ha calibrado debidamente en la actualidad el peso del Internet vis a vis el de las bibliotecas públicas en lo que a consulta de textos respecta. Me tocó muchas veces, tanto aquí en Zacatecas como en la Ciudad de México y Aguascalientes, indagar en las bibliotecas para realizar mis tesis, la de licenciatura,así como la del doctorado. En la de licenciatura, merced a que mi director de tesis y varios de mis profesores en la UNAM se apiadaron de mí mediante el préstamo de sus textos, pude concluir mi trabajo de tesis. Ciertamente, en la misma UNAM, en especial en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales –de la cual soy egresado –las bibliotecas disponían de unos cuantos textos, precisamente los que nadie solicitaba para su consulta.

La tesis de maestría que emprendí en los Estados Unidos como becario de Conacyt, fue relativamente más fácil de realizar por lo muy bien provistas de textos que están las bibliotecas de ese confín del planeta. La biblioteca que frecuentaba en Chicago –la Joseph Regenstein Library –tenía la política de que cuando más en una semana nos tenía el texto que requeríamos para su consulta, si era el caso en que no estaba en los anaqueles.

Estas aseveraciones vienen a colación a propósito de las declaraciones de Patrick Weil, presidente de la ONG Bibliotecas Sin Fronteras, quien aseveró “que las bibliotecas deben ser el servicio público más importante de un país” (consúltese http://www.elfinanciero.com.mx/letras-libres/la-radicalidad-democratica-de-las-bibliotecas29/7/2018)

Coincido plenamente con este personaje a quien no conozco personalmente –Patrick Weil –acerca de la importancia de las bibliotecas, pero me atrevería a sugerir que en la actualidad en el Internet podemos encontrar casi cualquier texto (cuando menos en idioma inglés) que requiramos, las más de las veces de manera gratuita, es decir sobre todo en PDF.Para uno que vive de su salario de profesor, este apoyo que obtenemos gratis del Internet es sin lugar a dudas muy positivo.Caeríamos en una ingratitud si no lo reconociéramos. Es viable, en consecuencia, señalar que sea cual fuere el tema de investigación sobre el que se quiere ensayar, se puede encontrar algúnmaterial bibliográfico o informativo que sea al respecto en el Internet.

Por supuesto que esto implica que las editoriales y los propios autores pueden portarse renuentes a comercializar o a dar a conocer sus escritos por esa vía, la del Internet. Pero cuando menos podríamos saber que tal o cual editorial o autor(a) está produciendo textos que nos interesano incumben.

Siempre que voy a la Ciudad de México acudo a la librería Gandhi (la de Miguel Ángel de Quevedo) y resulta triste ver que son sólo algunos nuevos libros los que se hallan en los estantes de la librería; es decir, se producen muy pocos libros en México, especialmente en el campo de las ciencias políticas y sociales.



Creo que no se ha calibrado debidamente en la actualidad el peso del Internet vis a vis el de las bibliotecas públicas en lo que a consulta de textos respecta. Me tocó muchas veces, tanto aquí en Zacatecas como en la Ciudad de México y Aguascalientes, indagar en las bibliotecas para realizar mis tesis, la de licenciatura,así como la del doctorado. En la de licenciatura, merced a que mi director de tesis y varios de mis profesores en la UNAM se apiadaron de mí mediante el préstamo de sus textos, pude concluir mi trabajo de tesis. Ciertamente, en la misma UNAM, en especial en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales –de la cual soy egresado –las bibliotecas disponían de unos cuantos textos, precisamente los que nadie solicitaba para su consulta.

La tesis de maestría que emprendí en los Estados Unidos como becario de Conacyt, fue relativamente más fácil de realizar por lo muy bien provistas de textos que están las bibliotecas de ese confín del planeta. La biblioteca que frecuentaba en Chicago –la Joseph Regenstein Library –tenía la política de que cuando más en una semana nos tenía el texto que requeríamos para su consulta, si era el caso en que no estaba en los anaqueles.

Estas aseveraciones vienen a colación a propósito de las declaraciones de Patrick Weil, presidente de la ONG Bibliotecas Sin Fronteras, quien aseveró “que las bibliotecas deben ser el servicio público más importante de un país” (consúltese http://www.elfinanciero.com.mx/letras-libres/la-radicalidad-democratica-de-las-bibliotecas29/7/2018)

Coincido plenamente con este personaje a quien no conozco personalmente –Patrick Weil –acerca de la importancia de las bibliotecas, pero me atrevería a sugerir que en la actualidad en el Internet podemos encontrar casi cualquier texto (cuando menos en idioma inglés) que requiramos, las más de las veces de manera gratuita, es decir sobre todo en PDF.Para uno que vive de su salario de profesor, este apoyo que obtenemos gratis del Internet es sin lugar a dudas muy positivo.Caeríamos en una ingratitud si no lo reconociéramos. Es viable, en consecuencia, señalar que sea cual fuere el tema de investigación sobre el que se quiere ensayar, se puede encontrar algúnmaterial bibliográfico o informativo que sea al respecto en el Internet.

Por supuesto que esto implica que las editoriales y los propios autores pueden portarse renuentes a comercializar o a dar a conocer sus escritos por esa vía, la del Internet. Pero cuando menos podríamos saber que tal o cual editorial o autor(a) está produciendo textos que nos interesano incumben.

Siempre que voy a la Ciudad de México acudo a la librería Gandhi (la de Miguel Ángel de Quevedo) y resulta triste ver que son sólo algunos nuevos libros los que se hallan en los estantes de la librería; es decir, se producen muy pocos libros en México, especialmente en el campo de las ciencias políticas y sociales.