/ domingo 17 de enero de 2021

La demagogia política

De acuerdo con Aristóteles, la demagogia era la forma corrupta o degenerada de la democracia y que lleva a las instituciones que forman los gobiernos a convertirse en un ente tiránico y que dice gobernar en el nombre del pueblo.

También consideró que la demagogia se articula en la manipulación de los pobres para así, como consecuencia, ganar su favor concretando nuevas formas de gobierno mediante el miedo y la esperanza, aunque resulten utópicas.

La demagogia se convirtió, con el tiempo, en una definición que encierra conceptos abstractos, pero negativos, a la hora considerar la unidad social como una forma de hacer política, y concretar acciones en favor de las clases más desfavorecidas.

Hoy, que estamos en las precampañas rumbo a la elección del seis de junio próximo, vemos mucha demagogia entre quienes desean alcanzar los principales cargos de elección popular.

Vemos que cimientan su discurso (los que lo tienen) en la demagogia, entendida como la acción política en la que existe un interés superior de manipular o agradar a las masas sociales, donde incluyen las ideologías y las promesas que son de muy difícil concreción.

Los ciudadanos nos debemos preparar para escuchar muchos discursos demagógicos, de los candidatos a gobernador, diputados y presidentes municipales. Hay mucho partidos y hay muchos candidatos.

En la demagogia política van a sobresalir los que tienen potentes habilidades de comunicación para decir lo que la audiencia quiere escuchar y con ello ganar votos.

Verán la demagogia como una práctica de manipulación deliberada haciendo uso del histrionismo aparentando humildad y honestidad, que son de los valores democráticos que hoy están muy escasos.

Los discursos de los candidatos intentarán manipular los sentimientos, las emociones y la voluntad de las personas con mentiras y expresiones que caen en el lugar común.

Expresiones como vencer la inseguridad, terminar con la pobreza, rescatar Zacatecas, terminar con la corrupción, fortalecer al campo, invertir en educación, gobierno incluyente y tantas frases que se nos ocurran, serán la forma demagógica de manipulación, y será la capacidad, como advertía Abraham Lincoln, “de vestir las ideas menores con palabras mayores”.

En el siglo IV, Aristóteles escribió su obra “La Política”, y ya desde entonces definió a la demagogia como “la corrupción de la democracia” y habló de la tiranía como la corrupción de la monarquía.

Por tanto un demagogo es un tirano y lo que podemos definir es que, hoy día, la democracia mexicana, en especial la zacatecana, está corrompida por la demagogia.

Las campañas serán diferentes y nos permitirán observar el interior de los candidatos. El reto será observar a los que hablan sin demagogia y convencernos de su honestidad intelectual. De ese tamaño será el reto de todos los candidatos.


De acuerdo con Aristóteles, la demagogia era la forma corrupta o degenerada de la democracia y que lleva a las instituciones que forman los gobiernos a convertirse en un ente tiránico y que dice gobernar en el nombre del pueblo.

También consideró que la demagogia se articula en la manipulación de los pobres para así, como consecuencia, ganar su favor concretando nuevas formas de gobierno mediante el miedo y la esperanza, aunque resulten utópicas.

La demagogia se convirtió, con el tiempo, en una definición que encierra conceptos abstractos, pero negativos, a la hora considerar la unidad social como una forma de hacer política, y concretar acciones en favor de las clases más desfavorecidas.

Hoy, que estamos en las precampañas rumbo a la elección del seis de junio próximo, vemos mucha demagogia entre quienes desean alcanzar los principales cargos de elección popular.

Vemos que cimientan su discurso (los que lo tienen) en la demagogia, entendida como la acción política en la que existe un interés superior de manipular o agradar a las masas sociales, donde incluyen las ideologías y las promesas que son de muy difícil concreción.

Los ciudadanos nos debemos preparar para escuchar muchos discursos demagógicos, de los candidatos a gobernador, diputados y presidentes municipales. Hay mucho partidos y hay muchos candidatos.

En la demagogia política van a sobresalir los que tienen potentes habilidades de comunicación para decir lo que la audiencia quiere escuchar y con ello ganar votos.

Verán la demagogia como una práctica de manipulación deliberada haciendo uso del histrionismo aparentando humildad y honestidad, que son de los valores democráticos que hoy están muy escasos.

Los discursos de los candidatos intentarán manipular los sentimientos, las emociones y la voluntad de las personas con mentiras y expresiones que caen en el lugar común.

Expresiones como vencer la inseguridad, terminar con la pobreza, rescatar Zacatecas, terminar con la corrupción, fortalecer al campo, invertir en educación, gobierno incluyente y tantas frases que se nos ocurran, serán la forma demagógica de manipulación, y será la capacidad, como advertía Abraham Lincoln, “de vestir las ideas menores con palabras mayores”.

En el siglo IV, Aristóteles escribió su obra “La Política”, y ya desde entonces definió a la demagogia como “la corrupción de la democracia” y habló de la tiranía como la corrupción de la monarquía.

Por tanto un demagogo es un tirano y lo que podemos definir es que, hoy día, la democracia mexicana, en especial la zacatecana, está corrompida por la demagogia.

Las campañas serán diferentes y nos permitirán observar el interior de los candidatos. El reto será observar a los que hablan sin demagogia y convencernos de su honestidad intelectual. De ese tamaño será el reto de todos los candidatos.