/ jueves 13 de junio de 2019

La economía circular, el camino del futuro

En días pasados tuve el honor de participar en el Primer Foro sobre Economía Circular de la Ciudad de México, organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI), en colaboración con Canacintra y el Foro Consultivo Científico y Tecnológico.

La economía circular es un concepto reciente, pero se basa en lo que la naturaleza ha realizado por millones de años: mantener un equilibrio ecológico mediante ciclos sostenibles en donde los organismos y nutrientes se reintegran al planeta. De igual forma, la idea central de la economía circular es que los materiales y energía utilizados se reintegren al proceso de producción.

La mayor parte de nuestra economía actual se basa en un proceso lineal, que comienza con la extracción de materia prima, producción, consumo y finalmente desecho. El problema evidente de esta forma de producción es que cada vez existen menos recursos –como los combustibles fósiles–, y lo que es más preocupante, los desechos se acumulan y deterioran el medio ambiente.

Por el contrario, en la economía circular se busca desarrollar nuevas estrategias de manera que la producción y el consumo sean sostenibles a largo plazo, y su impacto ambiental sea mínimo. El ejemplo más evidente es el reciclaje: en lugar de desechar un producto, sus materiales se reutilizan de diversas maneras.

Además, la economía circular no se limita al reciclaje: su objetivo es alcanzar una armonía con el medio ambiente en todas las fases del proceso de producción, comenzando desde diseños eficientes y ecológicos; tecnologías de larga duración, reparables y escalables; trazabilidad y encadenamientos productivos justos; uso de materiales no contaminantes y biodegradables; políticas públicas que favorezcan el cuidado del medio ambiente, así como una cultura de reciclaje, uso racional de los recursos y conciencia ambiental.

Los ejemplos son muchos y muy variados: nuevos edificios con sistemas de ventilación y luz natural, bolsas y envases reutilizables, plásticos biodegradables, energías renovables y limpias, transportes verdes, programas de reforestación, reciclaje de aparatos electrónicos, entre otros.

La economía circular es un eje transversal que contribuye de manera decisiva a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, entre los que se encuentran: salud y bienestar, agua limpia, energía asequible y no contaminante, industria e infraestructura innovadora, producción y consumo responsable, acción por el clima, vida submarina y ecosistemas terrestres.

Ante los evidentes retos que representan el calentamiento global y el deterioro ambiental, la economía circular es el único camino posible, y requiere el compromiso de los distintos sectores (gobierno, industria, academia, sociedad). Por eso, la economía circular no es sólo la opción correcta, sino una estrategia necesaria para sostener el sector productivo y la sociedad del presente, y garantizar la calidad de vida de las próximas generaciones.

En días pasados tuve el honor de participar en el Primer Foro sobre Economía Circular de la Ciudad de México, organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI), en colaboración con Canacintra y el Foro Consultivo Científico y Tecnológico.

La economía circular es un concepto reciente, pero se basa en lo que la naturaleza ha realizado por millones de años: mantener un equilibrio ecológico mediante ciclos sostenibles en donde los organismos y nutrientes se reintegran al planeta. De igual forma, la idea central de la economía circular es que los materiales y energía utilizados se reintegren al proceso de producción.

La mayor parte de nuestra economía actual se basa en un proceso lineal, que comienza con la extracción de materia prima, producción, consumo y finalmente desecho. El problema evidente de esta forma de producción es que cada vez existen menos recursos –como los combustibles fósiles–, y lo que es más preocupante, los desechos se acumulan y deterioran el medio ambiente.

Por el contrario, en la economía circular se busca desarrollar nuevas estrategias de manera que la producción y el consumo sean sostenibles a largo plazo, y su impacto ambiental sea mínimo. El ejemplo más evidente es el reciclaje: en lugar de desechar un producto, sus materiales se reutilizan de diversas maneras.

Además, la economía circular no se limita al reciclaje: su objetivo es alcanzar una armonía con el medio ambiente en todas las fases del proceso de producción, comenzando desde diseños eficientes y ecológicos; tecnologías de larga duración, reparables y escalables; trazabilidad y encadenamientos productivos justos; uso de materiales no contaminantes y biodegradables; políticas públicas que favorezcan el cuidado del medio ambiente, así como una cultura de reciclaje, uso racional de los recursos y conciencia ambiental.

Los ejemplos son muchos y muy variados: nuevos edificios con sistemas de ventilación y luz natural, bolsas y envases reutilizables, plásticos biodegradables, energías renovables y limpias, transportes verdes, programas de reforestación, reciclaje de aparatos electrónicos, entre otros.

La economía circular es un eje transversal que contribuye de manera decisiva a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, entre los que se encuentran: salud y bienestar, agua limpia, energía asequible y no contaminante, industria e infraestructura innovadora, producción y consumo responsable, acción por el clima, vida submarina y ecosistemas terrestres.

Ante los evidentes retos que representan el calentamiento global y el deterioro ambiental, la economía circular es el único camino posible, y requiere el compromiso de los distintos sectores (gobierno, industria, academia, sociedad). Por eso, la economía circular no es sólo la opción correcta, sino una estrategia necesaria para sostener el sector productivo y la sociedad del presente, y garantizar la calidad de vida de las próximas generaciones.