/ domingo 7 de febrero de 2021

La Legitimidad en la UAZ

El resultado electoral del viernes pasado, más allá de certificar el contundente triunfo de la planilla Vanguardia Universitaria, implica para el rector electo, un enorme reto que obligará a desarrollar la capacidad política de diálogo permanente de una autoridad que llega sin el aval de siete de cada diez universitarios.

Mucho se puede alegar de lo exitoso que resultó el sistema electrónico diseñado para que los universitarios emitieran su voto en la jornada electoral, pero también se puede alegar que solamente votaron cerca de 18 mil universitarios, es decir, el 30 por ciento del padrón electoral.

Por sí mismo el sistema resultó excluyente y sectario, quizá hasta violatorio de un derecho fundamental, pero será la discusión, pero así lo decidieron la mayoría de los universitarios.

Ahora con el resultado en la mano, con números altamente cuestionados, el rector electo tiene la obligación de revertir, con sus acciones, la ausencia de legitimidad obtenida en las urnas.

Luego de los resultados, con el bajo número de votantes, el reto de Rubén Ibarra Reyes, la legitimidad que no alcanzó en las urnas, tendrá que alcanzarla con la capacidad de ejercer el poder en la Universidad obteniendo una obediencia mayoritaria sin tener que recurrir a la coacción como amenaza de la fuerza, para entonces si decir que los integrantes de la comunidad universitaria aceptan la autoridad votada este viernes cinco de febrero.

El nuevo rector de la Universidad Autónoma de Zacatecas gozará de legitimidad cuando las decisiones que se asuman en su ejercicio, sean obedecidas sin que medie el recurso del monopolio de las decisiones y que apelando, siempre, al ideal de la ética y la justicia para gozar entonces de la legitimidad formal y material que su rectorado está obligado a cumplir.

Además de alcanzar el enorme reto de la legitimidad institucional, al nuevo rector le vienen otros compromisos difíciles de atender y que seguramente, de encontrar soluciones definitivas, gozará de la mayor legitimidad que cualquier rector, en la historia de la Universidad pueda tener en Zacatecas.

Tendrá que poner en juego su capacidad política y ética para fortalecer la legalidad; Cerrar la enorme brecha del déficit financiero y dar viabilidad al proyecto educativo, académico y de investigación; terminar con las viejas prácticas corporativas que mantienen viejos cacicazgos; Incorporar a la Universidad en el modelo de desarrollo que sustente una larga vida la mayor y mejor Universidad pública de la entidad, y desarrollar su capacidad de gestión para potenciar la Universidad del siglo XXI que Zacatecas requiere.

En este sentido, el reto central del nuevo rector, será fortalecer la legitimidad, apuntalar la legalidad y generar un esquema educativo que incorpore la equidad. Solo entonces, vencerá la debilidad de las urnas.

El resultado electoral del viernes pasado, más allá de certificar el contundente triunfo de la planilla Vanguardia Universitaria, implica para el rector electo, un enorme reto que obligará a desarrollar la capacidad política de diálogo permanente de una autoridad que llega sin el aval de siete de cada diez universitarios.

Mucho se puede alegar de lo exitoso que resultó el sistema electrónico diseñado para que los universitarios emitieran su voto en la jornada electoral, pero también se puede alegar que solamente votaron cerca de 18 mil universitarios, es decir, el 30 por ciento del padrón electoral.

Por sí mismo el sistema resultó excluyente y sectario, quizá hasta violatorio de un derecho fundamental, pero será la discusión, pero así lo decidieron la mayoría de los universitarios.

Ahora con el resultado en la mano, con números altamente cuestionados, el rector electo tiene la obligación de revertir, con sus acciones, la ausencia de legitimidad obtenida en las urnas.

Luego de los resultados, con el bajo número de votantes, el reto de Rubén Ibarra Reyes, la legitimidad que no alcanzó en las urnas, tendrá que alcanzarla con la capacidad de ejercer el poder en la Universidad obteniendo una obediencia mayoritaria sin tener que recurrir a la coacción como amenaza de la fuerza, para entonces si decir que los integrantes de la comunidad universitaria aceptan la autoridad votada este viernes cinco de febrero.

El nuevo rector de la Universidad Autónoma de Zacatecas gozará de legitimidad cuando las decisiones que se asuman en su ejercicio, sean obedecidas sin que medie el recurso del monopolio de las decisiones y que apelando, siempre, al ideal de la ética y la justicia para gozar entonces de la legitimidad formal y material que su rectorado está obligado a cumplir.

Además de alcanzar el enorme reto de la legitimidad institucional, al nuevo rector le vienen otros compromisos difíciles de atender y que seguramente, de encontrar soluciones definitivas, gozará de la mayor legitimidad que cualquier rector, en la historia de la Universidad pueda tener en Zacatecas.

Tendrá que poner en juego su capacidad política y ética para fortalecer la legalidad; Cerrar la enorme brecha del déficit financiero y dar viabilidad al proyecto educativo, académico y de investigación; terminar con las viejas prácticas corporativas que mantienen viejos cacicazgos; Incorporar a la Universidad en el modelo de desarrollo que sustente una larga vida la mayor y mejor Universidad pública de la entidad, y desarrollar su capacidad de gestión para potenciar la Universidad del siglo XXI que Zacatecas requiere.

En este sentido, el reto central del nuevo rector, será fortalecer la legitimidad, apuntalar la legalidad y generar un esquema educativo que incorpore la equidad. Solo entonces, vencerá la debilidad de las urnas.