/ martes 18 de junio de 2019

La necesidad de una consistente política pública en el ámbito profesoral

Tuve la inolvidable buena experiencia de haber cursado mi educación media superior en la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM. Estuve tanto en el plantel de Coyoacán como en el de Tacubaya. Y realmente durante los tres años que pasé en ese ámbito probé lo que es una muy buena docencia, así como, en marcado contraste, una pésima enseñanza.

Recuerdo con sentida nostalgia, no obstante los casi cincuenta años que han transcurrido de entonces a la fecha, a mis profesoras de español y de geografía, mujeres ellas sumamente versadas en las materias que impartían, quienes nos enseñaron con claridad y destreza verdaderamente magistral sus conocimientos al respecto, suscitando en todo momento preguntas de su alumnado sobre los contenidos que impartían, y contestándolas ellas con felicitaciones a los que preguntábamos para activar nuestra autoestima así como la dinámica de la clase.

Igual, evoco con añoranza a mi profesor de sociología, abogado él de formación, pero sumamente versado en las cuestiones sociológicas, quien nos mantenía atentos, con emoción, en la enseñanza de sus clases amenas e ilustrativas. En ese mismo tenor, recuerdo a mi profesor de Historia de México, persona erudita en esa materia, quien además no dudaba, cuando preguntábamos, en dar una comprensible información, haciendo además alusión a los historiadores correspondientes al respecto, como eran, por ejemplo, los muy notables casos de José María Luís Mora y Lucas Alamán.

En marcado contraste, recuerdo con desagrado a nuestro profesor de anatomía, quien se dedicaba durante el tiempo de clase a asediar de forma descarada a nuestras compañeras alumnas, por supuesto a las más atractivas de ellas. Él ciertamente era un lujurioso sin atenuantes. Y sí, no faltó quienes fuéramos a quejarnos con el mismo director de la escuela, en solidaridad con nuestras compañeras, respecto de la conducta libidinosa del mencionado docente… con cero resultados.

A lo que voy es que hace verdadera falta realzar el nivel medio superior en México, especialmente en Zacatecas donde tenemos cuando menos una opinión un tanto informada, fundada especialmente en los dictámenes de nuestros alumnos cuando arriban al nivel profesional y de posgrado, y de nuestros mismos colegas docentes del nivel preparatoria de la educación.

Sí, tal como a mí tocó experimentarlo, al igual que a mis hijos, la impartición de disciplinas del nivel preparatorio, e incluso en los niveles de licenciatura y posgrado, es frecuentemente llevada a cabo por profesores(as) improvisados(as). La improvisación profesoral es algo que puede perjudicar de manera constatable la función docente, algo que no debe hacerse. A decir verdad, los saberes específicos de los docentes y sus destrezas profesorales poco importan en nuestro contexto universitario. Importan los títulos y las relaciones personales. Nada más.

Tuve la inolvidable buena experiencia de haber cursado mi educación media superior en la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM. Estuve tanto en el plantel de Coyoacán como en el de Tacubaya. Y realmente durante los tres años que pasé en ese ámbito probé lo que es una muy buena docencia, así como, en marcado contraste, una pésima enseñanza.

Recuerdo con sentida nostalgia, no obstante los casi cincuenta años que han transcurrido de entonces a la fecha, a mis profesoras de español y de geografía, mujeres ellas sumamente versadas en las materias que impartían, quienes nos enseñaron con claridad y destreza verdaderamente magistral sus conocimientos al respecto, suscitando en todo momento preguntas de su alumnado sobre los contenidos que impartían, y contestándolas ellas con felicitaciones a los que preguntábamos para activar nuestra autoestima así como la dinámica de la clase.

Igual, evoco con añoranza a mi profesor de sociología, abogado él de formación, pero sumamente versado en las cuestiones sociológicas, quien nos mantenía atentos, con emoción, en la enseñanza de sus clases amenas e ilustrativas. En ese mismo tenor, recuerdo a mi profesor de Historia de México, persona erudita en esa materia, quien además no dudaba, cuando preguntábamos, en dar una comprensible información, haciendo además alusión a los historiadores correspondientes al respecto, como eran, por ejemplo, los muy notables casos de José María Luís Mora y Lucas Alamán.

En marcado contraste, recuerdo con desagrado a nuestro profesor de anatomía, quien se dedicaba durante el tiempo de clase a asediar de forma descarada a nuestras compañeras alumnas, por supuesto a las más atractivas de ellas. Él ciertamente era un lujurioso sin atenuantes. Y sí, no faltó quienes fuéramos a quejarnos con el mismo director de la escuela, en solidaridad con nuestras compañeras, respecto de la conducta libidinosa del mencionado docente… con cero resultados.

A lo que voy es que hace verdadera falta realzar el nivel medio superior en México, especialmente en Zacatecas donde tenemos cuando menos una opinión un tanto informada, fundada especialmente en los dictámenes de nuestros alumnos cuando arriban al nivel profesional y de posgrado, y de nuestros mismos colegas docentes del nivel preparatoria de la educación.

Sí, tal como a mí tocó experimentarlo, al igual que a mis hijos, la impartición de disciplinas del nivel preparatorio, e incluso en los niveles de licenciatura y posgrado, es frecuentemente llevada a cabo por profesores(as) improvisados(as). La improvisación profesoral es algo que puede perjudicar de manera constatable la función docente, algo que no debe hacerse. A decir verdad, los saberes específicos de los docentes y sus destrezas profesorales poco importan en nuestro contexto universitario. Importan los títulos y las relaciones personales. Nada más.