/ jueves 30 de julio de 2020

La puerta de Jano │ Eduard Punset II (Educación)

Comentaba hace una semana que entre los retos a superar en una sociedad migrante, multi lingüistica y pluri cultural, el fenómeno de la tolerancia era el más apremiante. Pero el educador debiera al menos reunir cuatro cualidades para poder desentrañar las capacidades y habilidades del estudiante en sus etapas primeras.

Las cuatro competencias sociales y emocionales que serían básicas para el profesor serían: a.- Ayudar al niño a visualizar, aprender y gestionar las emociones personales y las de los demás. b.- Asistirlo para agudizar la consciencia, la atención y el entorno de la clase. c. Poseer los conocimientos precisos de las materias y d.- Contar con los conocimientos pedagógicos para impartirlas. Todo se basa en dos preceptos: responsabilidad y gestión de las emociones y los conocimientos.

A estas capacidades se ha añadido trabajar con el modelo transversal de la mediación de conflictos. Es de esperarse que frente a un mosaico de culturas surjan visiones distintas y hasta opuestas de las cosas, de los fenómenos, de los valores.

Esto deriva en desacuerdos y asimismo en conflictos. En esta parte entra la intervención de los pedagogos, pero en algunas escuelas hay mentores que han pasado esta estafeta a un grupo incluso de estudiantes mayores que enseñan a mediar conflictos a los más pequeños, a través del diálogo, la empatía, la negociación y la resolución. Esta asignatura, sin duda, se vuelve indispensable en nuestra época.

En el aprendizaje y desarrollo de los dos hemisferios del individuo, el papel de las actividades artísticas, la música y el juego desempeñan un rol más que necesario. Es impensable la educación primaria sin estos elementos, los cuales tienen la función de desplegar habilidades y aptitudes que les servirán para adquirir, fijar y emprender otros conocimientos. Y aunque no lo parezca, la rutina, la estructura y los límites forman también parte de una educación integral, permitiendo que el niño crezca con seguridad, estabilidad y dirección.

Yo no he formado niños de educación básica ni media. He recibido a los grandulones de maestría y doctorado, pero estoy cierta que puedo decir cuántos y cuáles alumnos fueron educados desde estas perspectivas y esta fórmula mágica. Siempre he dicho que prefiero a un alumno de mediana inteligencia, pero tenaz, responsable y disciplinado a uno de mente muy brillante, pero con poca paciencia, voluntad y disciplina. Simplemente no hay manera de revertir los daños. Si a ese niño se le guió para acrecentar las habilidades emocionales y las competencias actitudinales y aptitudinales ya se tiene ganada la batalla cuando el adolescente llega a la educación media, pero si no ha alcanzado ese nivel, el educador tiene aún doble trabajo.

A esto finalmente hay que agregar las influencias del medio ambiente y la distracción que provoca el consumo de los medios digitales, la violencia y los influjos reactivos de las personas que les rodean. Sin ser una tarea fácil es retadora y excitante. Eso podría decir un educador consciente y responsable. La gran pregunta sería: ¿cuántos hay de ellos aun en nuestra época?

Comentaba hace una semana que entre los retos a superar en una sociedad migrante, multi lingüistica y pluri cultural, el fenómeno de la tolerancia era el más apremiante. Pero el educador debiera al menos reunir cuatro cualidades para poder desentrañar las capacidades y habilidades del estudiante en sus etapas primeras.

Las cuatro competencias sociales y emocionales que serían básicas para el profesor serían: a.- Ayudar al niño a visualizar, aprender y gestionar las emociones personales y las de los demás. b.- Asistirlo para agudizar la consciencia, la atención y el entorno de la clase. c. Poseer los conocimientos precisos de las materias y d.- Contar con los conocimientos pedagógicos para impartirlas. Todo se basa en dos preceptos: responsabilidad y gestión de las emociones y los conocimientos.

A estas capacidades se ha añadido trabajar con el modelo transversal de la mediación de conflictos. Es de esperarse que frente a un mosaico de culturas surjan visiones distintas y hasta opuestas de las cosas, de los fenómenos, de los valores.

Esto deriva en desacuerdos y asimismo en conflictos. En esta parte entra la intervención de los pedagogos, pero en algunas escuelas hay mentores que han pasado esta estafeta a un grupo incluso de estudiantes mayores que enseñan a mediar conflictos a los más pequeños, a través del diálogo, la empatía, la negociación y la resolución. Esta asignatura, sin duda, se vuelve indispensable en nuestra época.

En el aprendizaje y desarrollo de los dos hemisferios del individuo, el papel de las actividades artísticas, la música y el juego desempeñan un rol más que necesario. Es impensable la educación primaria sin estos elementos, los cuales tienen la función de desplegar habilidades y aptitudes que les servirán para adquirir, fijar y emprender otros conocimientos. Y aunque no lo parezca, la rutina, la estructura y los límites forman también parte de una educación integral, permitiendo que el niño crezca con seguridad, estabilidad y dirección.

Yo no he formado niños de educación básica ni media. He recibido a los grandulones de maestría y doctorado, pero estoy cierta que puedo decir cuántos y cuáles alumnos fueron educados desde estas perspectivas y esta fórmula mágica. Siempre he dicho que prefiero a un alumno de mediana inteligencia, pero tenaz, responsable y disciplinado a uno de mente muy brillante, pero con poca paciencia, voluntad y disciplina. Simplemente no hay manera de revertir los daños. Si a ese niño se le guió para acrecentar las habilidades emocionales y las competencias actitudinales y aptitudinales ya se tiene ganada la batalla cuando el adolescente llega a la educación media, pero si no ha alcanzado ese nivel, el educador tiene aún doble trabajo.

A esto finalmente hay que agregar las influencias del medio ambiente y la distracción que provoca el consumo de los medios digitales, la violencia y los influjos reactivos de las personas que les rodean. Sin ser una tarea fácil es retadora y excitante. Eso podría decir un educador consciente y responsable. La gran pregunta sería: ¿cuántos hay de ellos aun en nuestra época?