/ viernes 28 de agosto de 2020

La puerta de Jano │ Educación ambiental III

En 2008 entró en operación el Plan de Aplicación Internacional del Decenio de la Educación para el Desarrollo Sustentable. A cinco años de su funcionamiento, investigadores buscaron saber sus resultados y parte de los mismos fueron vertidos en un artículo que comentaremos, cuyo título es: El perfil de la educación ambiental en América Latina y el Caribe: Un corte transversal en el marco del Decenio de la Educación para el Desarrollo Sustentable, presentado por Edgar J. González-Gaudiano y Julio C. Puente-Quintanilla. Las encuestas se levantaron solo en una selección de nueve países: México, Perú, Brasil, Colombia, Cuba, Venezuela, Bolivia, República Dominicana y Argentina. En dicha investigación los autores llegaron a ciertas conclusiones. Hacia el año 2012, 35% de los proyectos de educación ambiental seguían estando orientados principalmente hacia la conservación de los recursos naturales y la biodiversidad; 17% tenían una orientación hacia el desarrollo regional y rural y 11% hacia actividades relacionadas con la producción y el consumo. Otros países como Chile habían puesto en marcha una certificación ambiental en escuelas, con el fin de impulsar y promover el cuidado del medio ambiente. Ahora es más probable encontrar en niveles de posgrado un rubro sobre la temática. Otros países destacaron por promover campañas (64%) y otros más por celebrar fechas especiales (61%).

Según la investigación, el éxito orientado a recuperar el medio ambiente descansa en cuatro pilares: apoyos políticos, apoyos financieros, interés de la comunidad por los temas ambientales y comunicación entre los educadores. Los dos primeros pueden depender de muchos factores: intereses de las iniciativas privadas y partidas presupuestales dirigidas a estos fines.

Fuera de las aulas, las políticas públicas en materia de educación ambiental se muestran en movimientos sociales y ambientalistas que, a su vez, están articulados con las luchas sociales. De hecho podemos decir que esos discursos se han convertido a veces en simples panfletos como la creación incluso de partidos políticos pero que no tienen mucha afluencia en la ciudadanía, vaya usted a saber por qué.

Los autores, al final de su artículo, llegan a una desafortunada conclusión: hablando de educación para el medio ambiente e implementación de políticas en materia de sustentabilidad “la construcción es inestable y precaria tal y como lo es también la realidad de nuestros pueblos”.

Frustra un poco conocer estos irrefutables escenarios. No importa qué recursos sean utilizados, cuántas cabezas giren alrededor de la conformación de buenas y nuevas ideas, cuántos esfuerzos se apuesten en el camino y qué tipo de compromisos se pongan en juego: el resultado siempre será el mismo. Sino y destino; hado, fortuna y fatalidad parecen esperarnos quietos y socarrones al final del camino a estos países latinoamericanos que luchamos pese a todo. Vuelvo a repetirlo: la clave está en la educación. Es posible que no lo veamos, pero generaciones futuras lo verán. Serán los empresarios y los políticos del futuro que de manera inconsciente pondrán diques al uso y abuso de la naturaleza para retribuirle lo que le hemos quitado de manera tan cruel y sistemática.


En 2008 entró en operación el Plan de Aplicación Internacional del Decenio de la Educación para el Desarrollo Sustentable. A cinco años de su funcionamiento, investigadores buscaron saber sus resultados y parte de los mismos fueron vertidos en un artículo que comentaremos, cuyo título es: El perfil de la educación ambiental en América Latina y el Caribe: Un corte transversal en el marco del Decenio de la Educación para el Desarrollo Sustentable, presentado por Edgar J. González-Gaudiano y Julio C. Puente-Quintanilla. Las encuestas se levantaron solo en una selección de nueve países: México, Perú, Brasil, Colombia, Cuba, Venezuela, Bolivia, República Dominicana y Argentina. En dicha investigación los autores llegaron a ciertas conclusiones. Hacia el año 2012, 35% de los proyectos de educación ambiental seguían estando orientados principalmente hacia la conservación de los recursos naturales y la biodiversidad; 17% tenían una orientación hacia el desarrollo regional y rural y 11% hacia actividades relacionadas con la producción y el consumo. Otros países como Chile habían puesto en marcha una certificación ambiental en escuelas, con el fin de impulsar y promover el cuidado del medio ambiente. Ahora es más probable encontrar en niveles de posgrado un rubro sobre la temática. Otros países destacaron por promover campañas (64%) y otros más por celebrar fechas especiales (61%).

Según la investigación, el éxito orientado a recuperar el medio ambiente descansa en cuatro pilares: apoyos políticos, apoyos financieros, interés de la comunidad por los temas ambientales y comunicación entre los educadores. Los dos primeros pueden depender de muchos factores: intereses de las iniciativas privadas y partidas presupuestales dirigidas a estos fines.

Fuera de las aulas, las políticas públicas en materia de educación ambiental se muestran en movimientos sociales y ambientalistas que, a su vez, están articulados con las luchas sociales. De hecho podemos decir que esos discursos se han convertido a veces en simples panfletos como la creación incluso de partidos políticos pero que no tienen mucha afluencia en la ciudadanía, vaya usted a saber por qué.

Los autores, al final de su artículo, llegan a una desafortunada conclusión: hablando de educación para el medio ambiente e implementación de políticas en materia de sustentabilidad “la construcción es inestable y precaria tal y como lo es también la realidad de nuestros pueblos”.

Frustra un poco conocer estos irrefutables escenarios. No importa qué recursos sean utilizados, cuántas cabezas giren alrededor de la conformación de buenas y nuevas ideas, cuántos esfuerzos se apuesten en el camino y qué tipo de compromisos se pongan en juego: el resultado siempre será el mismo. Sino y destino; hado, fortuna y fatalidad parecen esperarnos quietos y socarrones al final del camino a estos países latinoamericanos que luchamos pese a todo. Vuelvo a repetirlo: la clave está en la educación. Es posible que no lo veamos, pero generaciones futuras lo verán. Serán los empresarios y los políticos del futuro que de manera inconsciente pondrán diques al uso y abuso de la naturaleza para retribuirle lo que le hemos quitado de manera tan cruel y sistemática.