/ viernes 21 de febrero de 2020

La puerta de Jano │ Educar para la paz

El 25 de noviembre de 2019, en las instalaciones de ANUIES (Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior) se presentó ante autoridades universitarias el Plan Integral “Juntos por la Paz, Estrategia contra las adicciones y fomento a la Cultura de Paz” por parte del Coordinador de Comunicación Social de la Presidencia de la República, Jesús Ramírez Cuevas.

Todos los asistentes, entre los que se contaron rectores, directores y representantes de 50 instituciones de educación superior encabezadas por el Secretario General Ejecutivo de la ANUIES, Jaime Valls Esponda, acompañado del Subsecretario de Educación Superior de la SEP, Luciano Concheiro Bórquez, escucharon las acciones y compromisos que se dieron a conocer en materia de cultura de la paz por parte de las universidades e instituciones afiliadas que se comprometieron a contribuir con este Plan.

El pasado 7 de febrero recibí una invitación institucional de esta universidad en donde laboro, dónde se me invitaba “formalmente” al seguimiento de esa reunión para el día 17 de febrero. Estaba muy complacida de constatar que mis autoridades finalmente lograban ver la importancia que hace un semestre planteó el proyecto del Doctorado en Humanidades con Especialidad en Cultura para la Paz albergado en la Unidad Académica de Estudios de las Humanidades.

En la invitación, firmada por el Secretario General Ejecutivo de ANUIES decía claramente que en caso de que los rectores no pudieran asistir “designaran a un representante con experiencia en estos temas” (Oficio SGE/023/2020). No habían pasado 8 días cuando fui cortésmente des invitada. Si la razón fue un tema de apurar dictámenes de programas que ya están operando, condonaciones “a modo” o libre expresión de mis ideas no lo sé, pero el punto es que: de los trece profesores que formamos parte de este doctorado o alumnos que ya cursan sus temáticas desde enfoques trasversales el tema de la paz, nadie de nosotros fuimos requeridos a esta importante reunión.

Es relevante que hable de este suceso, el cual muestra, por un lado: una desinformación del tema. Hablar de cultura de paz no es creer que todos vamos a estar de acuerdo en todo. La educación de Paz implica la libre expresión de las ideas y la negociación y toma de acuerdos entre las partes que atraviesan por un conflicto desde el momento en que disienten en sus opiniones. Me gustaría resaltar que este proyecto, para nuestro entorno inmediato significa uno de los grandes pilares de una transformación estructural, ya que la violencia (directa, estructural, cultural, activa o pasiva) se manifiesta desde los niveles más sofisticados y es contra lo que luchamos. Un posgrado de estudios de frontera como éste, que aglutina el pensamiento, las acciones, las expresiones materiales e inmateriales y su uso razonado y responsable en la construcción de una atmosfera de paz dirigido a la reestructuración de las formas de pensamiento aun con este tipo de actos, debe asumir que la deconstrucción de la violencia simbólica es una tarea en ciernes que nos compete a todos. Todo se reduce a re-educar.

El 25 de noviembre de 2019, en las instalaciones de ANUIES (Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior) se presentó ante autoridades universitarias el Plan Integral “Juntos por la Paz, Estrategia contra las adicciones y fomento a la Cultura de Paz” por parte del Coordinador de Comunicación Social de la Presidencia de la República, Jesús Ramírez Cuevas.

Todos los asistentes, entre los que se contaron rectores, directores y representantes de 50 instituciones de educación superior encabezadas por el Secretario General Ejecutivo de la ANUIES, Jaime Valls Esponda, acompañado del Subsecretario de Educación Superior de la SEP, Luciano Concheiro Bórquez, escucharon las acciones y compromisos que se dieron a conocer en materia de cultura de la paz por parte de las universidades e instituciones afiliadas que se comprometieron a contribuir con este Plan.

El pasado 7 de febrero recibí una invitación institucional de esta universidad en donde laboro, dónde se me invitaba “formalmente” al seguimiento de esa reunión para el día 17 de febrero. Estaba muy complacida de constatar que mis autoridades finalmente lograban ver la importancia que hace un semestre planteó el proyecto del Doctorado en Humanidades con Especialidad en Cultura para la Paz albergado en la Unidad Académica de Estudios de las Humanidades.

En la invitación, firmada por el Secretario General Ejecutivo de ANUIES decía claramente que en caso de que los rectores no pudieran asistir “designaran a un representante con experiencia en estos temas” (Oficio SGE/023/2020). No habían pasado 8 días cuando fui cortésmente des invitada. Si la razón fue un tema de apurar dictámenes de programas que ya están operando, condonaciones “a modo” o libre expresión de mis ideas no lo sé, pero el punto es que: de los trece profesores que formamos parte de este doctorado o alumnos que ya cursan sus temáticas desde enfoques trasversales el tema de la paz, nadie de nosotros fuimos requeridos a esta importante reunión.

Es relevante que hable de este suceso, el cual muestra, por un lado: una desinformación del tema. Hablar de cultura de paz no es creer que todos vamos a estar de acuerdo en todo. La educación de Paz implica la libre expresión de las ideas y la negociación y toma de acuerdos entre las partes que atraviesan por un conflicto desde el momento en que disienten en sus opiniones. Me gustaría resaltar que este proyecto, para nuestro entorno inmediato significa uno de los grandes pilares de una transformación estructural, ya que la violencia (directa, estructural, cultural, activa o pasiva) se manifiesta desde los niveles más sofisticados y es contra lo que luchamos. Un posgrado de estudios de frontera como éste, que aglutina el pensamiento, las acciones, las expresiones materiales e inmateriales y su uso razonado y responsable en la construcción de una atmosfera de paz dirigido a la reestructuración de las formas de pensamiento aun con este tipo de actos, debe asumir que la deconstrucción de la violencia simbólica es una tarea en ciernes que nos compete a todos. Todo se reduce a re-educar.