/ jueves 23 de enero de 2020

La puerta de Jano │ El fin de la educación

Y centrándonos en las ramas del bosque, qué digo las ramas, las raíces…pues si no, ¿para qué sirve la escuela sino para educar? Ah sí, pero olvidaba que - de acuerdo a Gramsci, Bourdieu, Foucault y un montón de autores – la escuela es el instrumento del Estado para moldear las conciencias. Pues bien, entonces sigamos con el discurso “oficialista” de que la escuela sirve para: educar, integrar a la sociedad, mejorar el Estado de desarrollo, formar seres capaces de transformar su contexto socio-político y cultural.

Solo por curiosear les diré que para el Estado Mexicano la Educación: es el “medio fundamental para adquirir, transmitir y acrecentar la cultura; es proceso permanente que contribuye al desarrollo del individuo y a la transformación de la sociedad, y es factor determinante para la adquisición de conocimientos y para formar al hombre de manera que tenga sentido de solidaridad social” (Art. 2). Ley Federal de Educación.

Como cuando escribo siempre tengo la sensación de no haber terminado, sólo voy a centrarme en este artículo: “Adquirir, transmitir y acrecentar la cultura”. Siento decirlo, pero de acuerdo a Gilberto Giménez existen cerca de 600 definiciones de cultura. Hay cultura de todo, hasta del delito. ¿A qué cultura se referirá esta Ley? Habría que preguntar a sus creadores (29 de noviembre de 1973, ideólogos de Luis Echeverría). Parte dos del párrafo: “contribuye al desarrollo del individuo y a la transformación de la sociedad”. Sí. No dudo que la escolarización contenga cierto grado de socialización. El hombre no puede permanecer aislado, es más, no sabe vivir aislado. En los ochenta se habló de la familia como núcleo de la sociedad, en segundo término estaba la escuela. Si en la actualidad el fenómeno familiar ha ido mutando de tal manera y a la escuela ya no tenemos que “asistir presencialmente” debido a los programas en línea, escuelas piloto y esas cosas… ¿no será que esta Ley requiere unos pequeños ajustes?

Parte tres del párrafo: “es factor determinante para la adquisición de conocimientos”… Antes hablé de tres tipos de adquisición de conocimientos (o de educación): la formal, informal y no formal. ¿No tendría esta Ley que especificar el tipo de “conocimientos”? México es un mosaico cultural, con grandes y diversas extensiones de uso de suelo, por lo tanto con distintos requerimientos para aprovechamiento de los recursos naturales, etc.

Parte cuatro y la más triste (por cierto): “formar al hombre de manera que tenga sentido de solidaridad social”. Frases como “si no empujo me empujan”, “el que no tranza no avanza”, “somos como los cangrejos” requiere una verdadera introspección de lo que estamos haciendo como mexicanos. La palabra “solidaridad” fue muy manoseada en varios periodos presidenciales: ya no la creemos, la maltratamos, nos burlamos de ella. Se dice que en el principio fue el verbo (traducido al logos=palabra), por eso son importantes las leyes, pero los actos continuos y repetitivos también nos convierten en aquello que vemos a diario. Sin duda repensar nuestros propósitos como mexicanos sería un buen ejercicio de la Educación.

Y centrándonos en las ramas del bosque, qué digo las ramas, las raíces…pues si no, ¿para qué sirve la escuela sino para educar? Ah sí, pero olvidaba que - de acuerdo a Gramsci, Bourdieu, Foucault y un montón de autores – la escuela es el instrumento del Estado para moldear las conciencias. Pues bien, entonces sigamos con el discurso “oficialista” de que la escuela sirve para: educar, integrar a la sociedad, mejorar el Estado de desarrollo, formar seres capaces de transformar su contexto socio-político y cultural.

Solo por curiosear les diré que para el Estado Mexicano la Educación: es el “medio fundamental para adquirir, transmitir y acrecentar la cultura; es proceso permanente que contribuye al desarrollo del individuo y a la transformación de la sociedad, y es factor determinante para la adquisición de conocimientos y para formar al hombre de manera que tenga sentido de solidaridad social” (Art. 2). Ley Federal de Educación.

Como cuando escribo siempre tengo la sensación de no haber terminado, sólo voy a centrarme en este artículo: “Adquirir, transmitir y acrecentar la cultura”. Siento decirlo, pero de acuerdo a Gilberto Giménez existen cerca de 600 definiciones de cultura. Hay cultura de todo, hasta del delito. ¿A qué cultura se referirá esta Ley? Habría que preguntar a sus creadores (29 de noviembre de 1973, ideólogos de Luis Echeverría). Parte dos del párrafo: “contribuye al desarrollo del individuo y a la transformación de la sociedad”. Sí. No dudo que la escolarización contenga cierto grado de socialización. El hombre no puede permanecer aislado, es más, no sabe vivir aislado. En los ochenta se habló de la familia como núcleo de la sociedad, en segundo término estaba la escuela. Si en la actualidad el fenómeno familiar ha ido mutando de tal manera y a la escuela ya no tenemos que “asistir presencialmente” debido a los programas en línea, escuelas piloto y esas cosas… ¿no será que esta Ley requiere unos pequeños ajustes?

Parte tres del párrafo: “es factor determinante para la adquisición de conocimientos”… Antes hablé de tres tipos de adquisición de conocimientos (o de educación): la formal, informal y no formal. ¿No tendría esta Ley que especificar el tipo de “conocimientos”? México es un mosaico cultural, con grandes y diversas extensiones de uso de suelo, por lo tanto con distintos requerimientos para aprovechamiento de los recursos naturales, etc.

Parte cuatro y la más triste (por cierto): “formar al hombre de manera que tenga sentido de solidaridad social”. Frases como “si no empujo me empujan”, “el que no tranza no avanza”, “somos como los cangrejos” requiere una verdadera introspección de lo que estamos haciendo como mexicanos. La palabra “solidaridad” fue muy manoseada en varios periodos presidenciales: ya no la creemos, la maltratamos, nos burlamos de ella. Se dice que en el principio fue el verbo (traducido al logos=palabra), por eso son importantes las leyes, pero los actos continuos y repetitivos también nos convierten en aquello que vemos a diario. Sin duda repensar nuestros propósitos como mexicanos sería un buen ejercicio de la Educación.