/ martes 9 de agosto de 2022

La rebelión de las audiencias

Faltan dos años para el año 2024, que ya está a la vuelta de la esquina y en la mira de muchos y muchas, ya empiezan a moverse las olas, las campañas desde los cargos por el simple hecho de las menciones y los destapes de las famosas “corcholatas” pues está en juego la sucesión presidencial

Las definiciones y los movimientos se están dando, se mueve el tablero del ajedrez político sin lugar a dudas empiezan los acercamientos de los diferentes actores políticos para lograr su objetivo, hoy en día a través de las encuestas de cara a presentarse al electorado

Hoy día el mensaje es el medio, vemos otra forma de hacer política como lo es a través de las redes sociales, Jenaro Villamil en su libro “La rebelión de las audiencias” expone que las audiencias se han vuelto mucho más críticas, demandantes. Aduce que la crítica pasa tanto por un juicio más duro frente a la clase política gobernante, los partidos políticos, las instituciones antes intocables (ejército, Iglesia, empresarios) pero también afirma contra las propias televisoras que forman parte del sistema que es rechazado con mayor fuerza. De ahí los altos niveles de desconfianza en todo aquello que provenga del “sistema” que naufraga en su propia referencialidad o en su incapacidad para conocer y estudiar estos fenómenos de audiencia.

En un párrafo del libro referido el autor nos deja claro que hoy las redes sociales juegan un papel determinante para llegar a la audiencia, puesto que son medios y contenidos. Gracias a la comunicación binaria desarrollada a partir de la web 2.0 y ahora sus variables como la web semántica que han alentado la explosión y eclosión de la redes sociales, las aplicaciones (apps), los videojuegos, y las nuevas expresiones de cine, televisión y la radio.

El autor cita a McLuhan con su aforismo “la audiencia es el mensaje” porque las audiencias también son medios. La audiencia es el mensaje por que las audiencias tienen el peso en la ecuación de la comunicación en la medida que los grandes medios analógicos convertidos en empresas endogámicas (televisión, radio, cine y prensa) y (redes sociales) se enfrentan al desafío de una comunicación bidireccional, donde la audiencia elige que ver, cómo, cuándo, y cuántas veces.

Remata Jenaro Villamil aseverando que una auténtica revolución de los procesos de interacción y retroalimentación que han puesto en jaque no sólo a los medios sino a los sistemas políticos mismos que se construyeron a partir de enormes aparatos de ocultamiento o de dosificación de la información, entretenimiento y la cultura. Afirma que la llave de oro de los sistemas autoritarios latinoamericanos, especialmente el mexicano, fue una formula sintetizada por Emilio Azcárraga: alimentar el conformismo de los gobernados a cambio de efímeros goces de espectáculo.

Veamos cómo se da la influencia y penetración del mensaje de la clase política que de cara al 2024, donde mucho está en juego por la sucesión presidencial, el rumbo de Morena, si llegara fortalecido por el camino que ha hecho al andar (elección de delegados), el pueblo decidirá si se cumplió, con los principios de no mentir, no robar y no traicionar. Veremos que sucede, dos años decisivos en la historia contemporánea de nuestro país.

Faltan dos años para el año 2024, que ya está a la vuelta de la esquina y en la mira de muchos y muchas, ya empiezan a moverse las olas, las campañas desde los cargos por el simple hecho de las menciones y los destapes de las famosas “corcholatas” pues está en juego la sucesión presidencial

Las definiciones y los movimientos se están dando, se mueve el tablero del ajedrez político sin lugar a dudas empiezan los acercamientos de los diferentes actores políticos para lograr su objetivo, hoy en día a través de las encuestas de cara a presentarse al electorado

Hoy día el mensaje es el medio, vemos otra forma de hacer política como lo es a través de las redes sociales, Jenaro Villamil en su libro “La rebelión de las audiencias” expone que las audiencias se han vuelto mucho más críticas, demandantes. Aduce que la crítica pasa tanto por un juicio más duro frente a la clase política gobernante, los partidos políticos, las instituciones antes intocables (ejército, Iglesia, empresarios) pero también afirma contra las propias televisoras que forman parte del sistema que es rechazado con mayor fuerza. De ahí los altos niveles de desconfianza en todo aquello que provenga del “sistema” que naufraga en su propia referencialidad o en su incapacidad para conocer y estudiar estos fenómenos de audiencia.

En un párrafo del libro referido el autor nos deja claro que hoy las redes sociales juegan un papel determinante para llegar a la audiencia, puesto que son medios y contenidos. Gracias a la comunicación binaria desarrollada a partir de la web 2.0 y ahora sus variables como la web semántica que han alentado la explosión y eclosión de la redes sociales, las aplicaciones (apps), los videojuegos, y las nuevas expresiones de cine, televisión y la radio.

El autor cita a McLuhan con su aforismo “la audiencia es el mensaje” porque las audiencias también son medios. La audiencia es el mensaje por que las audiencias tienen el peso en la ecuación de la comunicación en la medida que los grandes medios analógicos convertidos en empresas endogámicas (televisión, radio, cine y prensa) y (redes sociales) se enfrentan al desafío de una comunicación bidireccional, donde la audiencia elige que ver, cómo, cuándo, y cuántas veces.

Remata Jenaro Villamil aseverando que una auténtica revolución de los procesos de interacción y retroalimentación que han puesto en jaque no sólo a los medios sino a los sistemas políticos mismos que se construyeron a partir de enormes aparatos de ocultamiento o de dosificación de la información, entretenimiento y la cultura. Afirma que la llave de oro de los sistemas autoritarios latinoamericanos, especialmente el mexicano, fue una formula sintetizada por Emilio Azcárraga: alimentar el conformismo de los gobernados a cambio de efímeros goces de espectáculo.

Veamos cómo se da la influencia y penetración del mensaje de la clase política que de cara al 2024, donde mucho está en juego por la sucesión presidencial, el rumbo de Morena, si llegara fortalecido por el camino que ha hecho al andar (elección de delegados), el pueblo decidirá si se cumplió, con los principios de no mentir, no robar y no traicionar. Veremos que sucede, dos años decisivos en la historia contemporánea de nuestro país.