/ miércoles 7 de julio de 2021

La segunda vida

La mayoría de los padres de familia quieren lo mejor para sus hijos. El amor de padres a hijos casi siempre es mayor que a la inversa, pues como hijos podemos llegar a ser malagradecidos. En especial las mamás suelen justificar de casi todo a sus hijos: “No es porque sea mi hijo, pero es muy bueno…”, o muy buena si se refiere a la hija.

Sin embargo, amar a los hijos no siempre significa saber educarlos bien. A veces se confunde amar con malcriar resolviéndoles todo y haciéndoles creer que el mundo está a sus pies, lo cual algún día, por las buenas o las malas, aprenderán que no es así. He visto muchas veces cómo los errores cometidos, casi siempre sin pretenderlo, terminan pagándose en el futuro en la segunda vida.

Esta segunda vida es aquella que viven los padres cuando sus hijos empiezan a tomar sus propias decisiones, en las que ya no pueden intervenir porque no los dejan o porque simplemente ya no les toca tomarlas. Los papás suelen vivir intensamente los éxitos de los hijos en lo familiar, profesional o cualquier ámbito de su vida. Así como también sufren mucho ante los fracasos de sus hijos como un divorcio, una mala situación económica, una vida de vicios o de holgazanería sin mucho futuro.

Los primeros años de vida, sobre todo la niñez y la adolescencia, son clave en la formación de cualquier persona. Son años en que se debe procurar estar muy cerca de los hijos, pues se está formando su personalidad, el carácter, la seguridad en sí mismos o los miedos e inmadurez afectiva que tantas consecuencias tienen en su porvenir.

Algunos padres parece que no se dan cuenta que llegará un día en que sus hijos seguirán su propio camino y que hay que prepararlos para ese momento, pues no siempre estarán para protegerlos o para solucionarles todo. Casi siempre en su segunda vida, la que vivirán a través de sus hijos, los papás caen en la cuenta de las carencias o excesos en que incurrieron con ellos.

La persona humana es siempre compleja y no hay recetas definitivas. Sin embargo, el cariño, la dedicación, el enseñar que hay límites a los caprichos, el amor y respeto entre la pareja y hacia los demás, y una educación en base a valores y a la fe en Dios, son lo más importante que se les puede transmitir a los hijos para que les vaya bien en su caminar. De esa manera, en su segunda vida, los padres podrán ser muy felices con los éxitos de sus hijos, y si son muy bendecidos con los nietos también. ¡Gracias!


La mayoría de los padres de familia quieren lo mejor para sus hijos. El amor de padres a hijos casi siempre es mayor que a la inversa, pues como hijos podemos llegar a ser malagradecidos. En especial las mamás suelen justificar de casi todo a sus hijos: “No es porque sea mi hijo, pero es muy bueno…”, o muy buena si se refiere a la hija.

Sin embargo, amar a los hijos no siempre significa saber educarlos bien. A veces se confunde amar con malcriar resolviéndoles todo y haciéndoles creer que el mundo está a sus pies, lo cual algún día, por las buenas o las malas, aprenderán que no es así. He visto muchas veces cómo los errores cometidos, casi siempre sin pretenderlo, terminan pagándose en el futuro en la segunda vida.

Esta segunda vida es aquella que viven los padres cuando sus hijos empiezan a tomar sus propias decisiones, en las que ya no pueden intervenir porque no los dejan o porque simplemente ya no les toca tomarlas. Los papás suelen vivir intensamente los éxitos de los hijos en lo familiar, profesional o cualquier ámbito de su vida. Así como también sufren mucho ante los fracasos de sus hijos como un divorcio, una mala situación económica, una vida de vicios o de holgazanería sin mucho futuro.

Los primeros años de vida, sobre todo la niñez y la adolescencia, son clave en la formación de cualquier persona. Son años en que se debe procurar estar muy cerca de los hijos, pues se está formando su personalidad, el carácter, la seguridad en sí mismos o los miedos e inmadurez afectiva que tantas consecuencias tienen en su porvenir.

Algunos padres parece que no se dan cuenta que llegará un día en que sus hijos seguirán su propio camino y que hay que prepararlos para ese momento, pues no siempre estarán para protegerlos o para solucionarles todo. Casi siempre en su segunda vida, la que vivirán a través de sus hijos, los papás caen en la cuenta de las carencias o excesos en que incurrieron con ellos.

La persona humana es siempre compleja y no hay recetas definitivas. Sin embargo, el cariño, la dedicación, el enseñar que hay límites a los caprichos, el amor y respeto entre la pareja y hacia los demás, y una educación en base a valores y a la fe en Dios, son lo más importante que se les puede transmitir a los hijos para que les vaya bien en su caminar. De esa manera, en su segunda vida, los padres podrán ser muy felices con los éxitos de sus hijos, y si son muy bendecidos con los nietos también. ¡Gracias!