/ domingo 20 de junio de 2021

La transformación democrática de Zacatecas

Zacatecas, como entidad federativa, atraviesa por una profunda transformación de las estructuras políticas, administrativas e institucionales, que desata fuerzas que buscan terminar con los viejos esquemas del asistencialismo de Estado y plantean una reforma estructural al orden constitucional que le de vida a las instituciones democráticas.

El primer esfuerzo que apunta en ese camino, lo vimos apenas el jueves anterior, cuando en un evento, sin precedentes, se reúnen en público, los mandatarios saliente (Alejandro Tello) y electo (David Monreal), que enviaron el primer mensaje de la nueva vida democrática que se respira en la entidad.

Este encuentro entre mandatarios, tuvo varios matices, pero sin duda, el más trascendente, desde mi óptica, lo protagoniza la nueva forma de expresión entre los líderes gobernantes, quienes, sin rubor, mantuvieron una línea de discurso firme, pero sin rodeos acerca de lo que será la transición política en el mando del poder ejecutivo.

Vimos un Alejandro Tello sobrio, experimentado y que termina su mandato con una estatura política de primer nivel.

Observamos un David Monreal que asume la responsabilidad de la conducción del Estado, como una figura, que desde ahora, se convierte en el estadista que Zacatecas espera.

Se acabó el discurso de la plaza pública, de la arenga, y se asume el reto de afrontar, con responsabilidad, el manejo de la vida institucional de los zacatecanos.

Este mensaje pone en vilo la lógica cotidiana de la clase política local, que ahora enfrenta un enigma en la conducción protagónica del Poder Ejecutivo. Hay una nueva forma y no hay compromisos con nadie. Esa es la verdad inalienable que caracteriza el nuevo mandatario estatal.

Frente a la crisis de los partidos políticos, ante la fractura en la representatividad política en la cámara de diputados y la sociedad, y la ruptura en la comunicación entre gobernante y gobernado, emerge la nueva orientación de las variables sociales, políticas y económicas que pondrá en marcha el nuevo gobierno.

En el escenario por venir se observan nuevas formas de hacer y conducir la política, que llevan como orientación una profunda transformación de la vida democrática que tendrá como repercusión la nueva institucionalidad que será proclive a generar oportunidades y una nueva armonización de la vida pública.

La idea central que surge de ese encuentro, es el fortalecimiento de la representatividad y suprimir los espacios de la llamada “subpolítica”, entendida como aquella que se construye fuera de las estructuras formales y da paso a múltiples acciones y estrategias de presión que obstruyen la gobernabilidad democrática y ponen en jaque al Estado.

David Monreal Ávila representa esa transformación democrática que los zacatecanos esperan en el marco de la pluralidad y de la nueva comunión social. Ojalá no se tarde mucho en comenzar.

Zacatecas, como entidad federativa, atraviesa por una profunda transformación de las estructuras políticas, administrativas e institucionales, que desata fuerzas que buscan terminar con los viejos esquemas del asistencialismo de Estado y plantean una reforma estructural al orden constitucional que le de vida a las instituciones democráticas.

El primer esfuerzo que apunta en ese camino, lo vimos apenas el jueves anterior, cuando en un evento, sin precedentes, se reúnen en público, los mandatarios saliente (Alejandro Tello) y electo (David Monreal), que enviaron el primer mensaje de la nueva vida democrática que se respira en la entidad.

Este encuentro entre mandatarios, tuvo varios matices, pero sin duda, el más trascendente, desde mi óptica, lo protagoniza la nueva forma de expresión entre los líderes gobernantes, quienes, sin rubor, mantuvieron una línea de discurso firme, pero sin rodeos acerca de lo que será la transición política en el mando del poder ejecutivo.

Vimos un Alejandro Tello sobrio, experimentado y que termina su mandato con una estatura política de primer nivel.

Observamos un David Monreal que asume la responsabilidad de la conducción del Estado, como una figura, que desde ahora, se convierte en el estadista que Zacatecas espera.

Se acabó el discurso de la plaza pública, de la arenga, y se asume el reto de afrontar, con responsabilidad, el manejo de la vida institucional de los zacatecanos.

Este mensaje pone en vilo la lógica cotidiana de la clase política local, que ahora enfrenta un enigma en la conducción protagónica del Poder Ejecutivo. Hay una nueva forma y no hay compromisos con nadie. Esa es la verdad inalienable que caracteriza el nuevo mandatario estatal.

Frente a la crisis de los partidos políticos, ante la fractura en la representatividad política en la cámara de diputados y la sociedad, y la ruptura en la comunicación entre gobernante y gobernado, emerge la nueva orientación de las variables sociales, políticas y económicas que pondrá en marcha el nuevo gobierno.

En el escenario por venir se observan nuevas formas de hacer y conducir la política, que llevan como orientación una profunda transformación de la vida democrática que tendrá como repercusión la nueva institucionalidad que será proclive a generar oportunidades y una nueva armonización de la vida pública.

La idea central que surge de ese encuentro, es el fortalecimiento de la representatividad y suprimir los espacios de la llamada “subpolítica”, entendida como aquella que se construye fuera de las estructuras formales y da paso a múltiples acciones y estrategias de presión que obstruyen la gobernabilidad democrática y ponen en jaque al Estado.

David Monreal Ávila representa esa transformación democrática que los zacatecanos esperan en el marco de la pluralidad y de la nueva comunión social. Ojalá no se tarde mucho en comenzar.