/ jueves 19 de agosto de 2021

La urgencia de actuar ante el cambio climático

En las últimas semanas se han registrado olas de calor inusuales en la costa oriental del Mediterráneo y el norte de África. También han sido reportados los efectos de lluvias torrenciales en China, Alemania, Holanda, Bélgica y Turquía. Los medios de información han documentado la intensidad de los incendios y las sequías en el sur de Europa, Rusia, Estados Unidos y Canadá, así como bajas alarmantes en las cuencas de ríos en Brasil y Argentina, que ponen en peligro las cadenas de suministro de granos y mineral de hierro.

La evidencia científica nos dice que el calentamiento global aumenta la probabilidad de ocurrencia de eventos extremos. Las temperaturas altas provocan que el aire tenga más vapor de agua, lo que conduce a lluvias más fuertes, que tienden a ser más destructivas. El cambio climático también está relacionado con la mayor frecuencia e intensidad de los incendios forestales, temperaturas atípicas y sequías.

La reciente ola de fenómenos extremos coincidió con la publicación del más reciente reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), de las Naciones Unidas, acerca de los riesgos del aumento en la temperatura y lo que los gobiernos pueden hacer al respecto.

Esta agrupación se formó en 1988 para evaluar la producción científica sobre el calentamiento global, e integra tres equipos de trabajo que analizan las bases físicas, el impacto y las. posibles acciones de mitigación. Asimismo, generan una especie de fotografía del conocimiento existente. En el reporte que se emitió el 9 de agosto se presentan los resultados del análisis de unas 14 mil publicaciones, en el que participaron cientos de personas científicas de 66 países, sobre las bases físicas del cambio climático.

La principal conclusión del informe es que es probable que en veinte años se alcance el umbral de 1.5 ºC de calentamiento, por encima de los niveles que se registraban al iniciar el siglo XX. Esto significaría un aumento en la intensidad y la frecuencia de fenómenos naturales extremos. Para no rebasar el incremento de 2 ºC, e incluso 1.5 ºC, el IPCC confirma que se deben reducir de manera rápida las emisiones de dióxido de carbono y alcanzar la neutralidad de este gas para 2050.

Analistas coinciden que este reporte fue más enfático y crudo que los anteriores. En la edición anterior se había predicho que lo más probable era alcanzar los 1.5 ºC en 2040, pero en la más reciente se asegura que podemos llegar al techo referido mucho antes. La “buena noticia” es que los recortes profundos en las emisiones pueden estabilizar el aumento de las temperaturas y así se evitaría el peor escenario.

El principal instrumento de cooperación internacional que tenemos para enfrentar este problema es el Acuerdo de París, que busca promover que el incremento de la temperatura media global no rebase los 1.5 ºC respecto a los niveles previos a 1900. El Acuerdo exige a los países que determinen la magnitud posible de reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero. Además, establece mecanismos para aumentar la capacidad de los miembros, a través del intercambio de tecnología y esquemas de financiamiento para los países de ingreso bajo y medio. Los resultados del reporte de las Naciones Unidas señalan la necesidad de repensar las metas que se han fijado para enfrentar el cambio climático, pues de seguir como vamos, el escenario puede ser catastrófico.

Este tema debe ser una prioridad constante, porque si nuestra generación no adopta medidas más ambiciosas, nuestras nietas y nietos enfrentarán una situación sin retorno. Es necesaria la colaboración entre Estados, empresas, organizaciones sociales, organismos internacionales y personas. Los esquemas para cambiar la tendencia deben atravesar temas, industrias, mecanismos de financiamiento y nuevas regulaciones.

En términos de legislación, se necesita un ordenamiento jurídico que promueva una cultura más sustentable. En el Senado de la República estamos trabajando con este fin. Tenemos la prioridad de expedir una nueva Ley General de Economía Circular, que busca establecer un proceso productivo en el que los materiales utilizados para fabricar bienes de consumo reduzcan drásticamente la generación de residuos destinados a la disposición final. También buscamos aprobar reformas a la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, para regular la creación de centros de disposición locales o regionales.

Al final, se trata de que todas las personas, cada una en nuestra función, en las actividades que desempeñamos, contribuyamos con compromiso y un estilo de vida que permitan mantener un planeta habitable en 60 años. Actuar ahora es necesario, para evitar que las generaciones que vienen enfrenten una situación de desastre imposible de revertir.

En las últimas semanas se han registrado olas de calor inusuales en la costa oriental del Mediterráneo y el norte de África. También han sido reportados los efectos de lluvias torrenciales en China, Alemania, Holanda, Bélgica y Turquía. Los medios de información han documentado la intensidad de los incendios y las sequías en el sur de Europa, Rusia, Estados Unidos y Canadá, así como bajas alarmantes en las cuencas de ríos en Brasil y Argentina, que ponen en peligro las cadenas de suministro de granos y mineral de hierro.

La evidencia científica nos dice que el calentamiento global aumenta la probabilidad de ocurrencia de eventos extremos. Las temperaturas altas provocan que el aire tenga más vapor de agua, lo que conduce a lluvias más fuertes, que tienden a ser más destructivas. El cambio climático también está relacionado con la mayor frecuencia e intensidad de los incendios forestales, temperaturas atípicas y sequías.

La reciente ola de fenómenos extremos coincidió con la publicación del más reciente reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), de las Naciones Unidas, acerca de los riesgos del aumento en la temperatura y lo que los gobiernos pueden hacer al respecto.

Esta agrupación se formó en 1988 para evaluar la producción científica sobre el calentamiento global, e integra tres equipos de trabajo que analizan las bases físicas, el impacto y las. posibles acciones de mitigación. Asimismo, generan una especie de fotografía del conocimiento existente. En el reporte que se emitió el 9 de agosto se presentan los resultados del análisis de unas 14 mil publicaciones, en el que participaron cientos de personas científicas de 66 países, sobre las bases físicas del cambio climático.

La principal conclusión del informe es que es probable que en veinte años se alcance el umbral de 1.5 ºC de calentamiento, por encima de los niveles que se registraban al iniciar el siglo XX. Esto significaría un aumento en la intensidad y la frecuencia de fenómenos naturales extremos. Para no rebasar el incremento de 2 ºC, e incluso 1.5 ºC, el IPCC confirma que se deben reducir de manera rápida las emisiones de dióxido de carbono y alcanzar la neutralidad de este gas para 2050.

Analistas coinciden que este reporte fue más enfático y crudo que los anteriores. En la edición anterior se había predicho que lo más probable era alcanzar los 1.5 ºC en 2040, pero en la más reciente se asegura que podemos llegar al techo referido mucho antes. La “buena noticia” es que los recortes profundos en las emisiones pueden estabilizar el aumento de las temperaturas y así se evitaría el peor escenario.

El principal instrumento de cooperación internacional que tenemos para enfrentar este problema es el Acuerdo de París, que busca promover que el incremento de la temperatura media global no rebase los 1.5 ºC respecto a los niveles previos a 1900. El Acuerdo exige a los países que determinen la magnitud posible de reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero. Además, establece mecanismos para aumentar la capacidad de los miembros, a través del intercambio de tecnología y esquemas de financiamiento para los países de ingreso bajo y medio. Los resultados del reporte de las Naciones Unidas señalan la necesidad de repensar las metas que se han fijado para enfrentar el cambio climático, pues de seguir como vamos, el escenario puede ser catastrófico.

Este tema debe ser una prioridad constante, porque si nuestra generación no adopta medidas más ambiciosas, nuestras nietas y nietos enfrentarán una situación sin retorno. Es necesaria la colaboración entre Estados, empresas, organizaciones sociales, organismos internacionales y personas. Los esquemas para cambiar la tendencia deben atravesar temas, industrias, mecanismos de financiamiento y nuevas regulaciones.

En términos de legislación, se necesita un ordenamiento jurídico que promueva una cultura más sustentable. En el Senado de la República estamos trabajando con este fin. Tenemos la prioridad de expedir una nueva Ley General de Economía Circular, que busca establecer un proceso productivo en el que los materiales utilizados para fabricar bienes de consumo reduzcan drásticamente la generación de residuos destinados a la disposición final. También buscamos aprobar reformas a la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, para regular la creación de centros de disposición locales o regionales.

Al final, se trata de que todas las personas, cada una en nuestra función, en las actividades que desempeñamos, contribuyamos con compromiso y un estilo de vida que permitan mantener un planeta habitable en 60 años. Actuar ahora es necesario, para evitar que las generaciones que vienen enfrenten una situación de desastre imposible de revertir.