/ domingo 4 de agosto de 2019

Las encuestas electorales, una guerra por comenzar

La encuesta es una técnica de investigación social que permite conocer las opiniones y actitudes de una colectividad por medio de un cuestionario que se aplica a un reducido grupo de sus integrantes al que se denomina «muestra». Esta técnica se usa con frecuencia en las campañas electorales y también se ha puesto de moda para medir el impacto que un gobierno tiene entre sus gobernados.

Quienes no han estudiado estas disciplinas cuestionan la validez de esos datos argumentando que lo que dicen unos pocos cientos de personas no permite saber lo que opinan cientos de miles de ellas y elucubran acerca del tamaño de la muestra, su confiabilidad y otra serie de temas.

La verdad es que tendríamos una muestra perfecta si lográramos hacer un sorteo en el que todos los ciudadanos tuviesen exactamente la misma posibilidad de ser entrevistados.

En la práctica, esa igualdad de posibilidades no se da.

Es más fácil encuestar a los habitantes de las ciudades que a los campesinos, a los de los barrios de clase media que a los de clase alta, etc.

En la medida en que el azar total no funciona, los encuestadores toman una serie de medidas técnicas y hacen cuotas para que no sean entrevistados solamente los que tienen más posibilidad de serlo.

Desde tiempos inmemoriales los seres humanos tenemos temores y actitudes mágicas frente a los instrumentos que parecen predecir el futuro. Esta tensión instintiva sumada a las pasiones de la lucha por el poder forma una mezcla explosiva que detona en cada campaña electoral o acción de Gobierno..

Las encuestas son conocidas por el escándalo que produce en las campañas la publicación de la simulación electoral, que es una pregunta del formulario que averigua cómo votarían los ciudadanos si las elecciones fueran el día en que se realiza la encuesta.

Los candidatos se obsesionan por esa pregunta. Los porcentajes producen polémicas estridentes. Unos dicen que según «sus» encuestas ganan, otros que las encuestas publicadas son falsas, otros que no creen en las encuestas.

Las encuestas son muy útiles para ganar una elección si se les usa como lo que son: una técnica de investigación.

Originalmente las encuestas se aplicaron a la política por iniciativa de medios de comunicación colectiva que pretendían predecir resultados electorales.

Desde entonces las encuestas han servido como instrumento de tecnificación de las campañas electorales y como ingrediente de un periodismo moderno, más preocupado por la opinión pública. Hoy Zacatecas no es la excepción. Es más un mercado político preocupado por la opinión pública que por la penetración en la sociedad de las propuestas de los candidatos. “La guerra” está por comenzar.

La encuesta es una técnica de investigación social que permite conocer las opiniones y actitudes de una colectividad por medio de un cuestionario que se aplica a un reducido grupo de sus integrantes al que se denomina «muestra». Esta técnica se usa con frecuencia en las campañas electorales y también se ha puesto de moda para medir el impacto que un gobierno tiene entre sus gobernados.

Quienes no han estudiado estas disciplinas cuestionan la validez de esos datos argumentando que lo que dicen unos pocos cientos de personas no permite saber lo que opinan cientos de miles de ellas y elucubran acerca del tamaño de la muestra, su confiabilidad y otra serie de temas.

La verdad es que tendríamos una muestra perfecta si lográramos hacer un sorteo en el que todos los ciudadanos tuviesen exactamente la misma posibilidad de ser entrevistados.

En la práctica, esa igualdad de posibilidades no se da.

Es más fácil encuestar a los habitantes de las ciudades que a los campesinos, a los de los barrios de clase media que a los de clase alta, etc.

En la medida en que el azar total no funciona, los encuestadores toman una serie de medidas técnicas y hacen cuotas para que no sean entrevistados solamente los que tienen más posibilidad de serlo.

Desde tiempos inmemoriales los seres humanos tenemos temores y actitudes mágicas frente a los instrumentos que parecen predecir el futuro. Esta tensión instintiva sumada a las pasiones de la lucha por el poder forma una mezcla explosiva que detona en cada campaña electoral o acción de Gobierno..

Las encuestas son conocidas por el escándalo que produce en las campañas la publicación de la simulación electoral, que es una pregunta del formulario que averigua cómo votarían los ciudadanos si las elecciones fueran el día en que se realiza la encuesta.

Los candidatos se obsesionan por esa pregunta. Los porcentajes producen polémicas estridentes. Unos dicen que según «sus» encuestas ganan, otros que las encuestas publicadas son falsas, otros que no creen en las encuestas.

Las encuestas son muy útiles para ganar una elección si se les usa como lo que son: una técnica de investigación.

Originalmente las encuestas se aplicaron a la política por iniciativa de medios de comunicación colectiva que pretendían predecir resultados electorales.

Desde entonces las encuestas han servido como instrumento de tecnificación de las campañas electorales y como ingrediente de un periodismo moderno, más preocupado por la opinión pública. Hoy Zacatecas no es la excepción. Es más un mercado político preocupado por la opinión pública que por la penetración en la sociedad de las propuestas de los candidatos. “La guerra” está por comenzar.