/ domingo 26 de junio de 2022

Lecciones de la Toma de Zacatecas

A las faldas del crestón sobre la explanada del legendario cerro de la Bufa y frente al santuario de la Virgen del Patrocinio, las figuras ecuestres de Francisco Villa, Pánfilo Natera y Felipe Ángeles parecen cabalgar hacia los cerros del Grillo, de Loreto, del Padre, La Pila o Sierpe, fortificaciones donde los héroes de la Revolución sometieron a las fuerzas federales, defensoras del dictador Huerta. Al cumplirse 108 años de la Toma de Zacatecas, es menester sopesar la lucha de entonces y la de hoy.

“En esta etapa de la batalla –del 17 al 22 de junio-, tuvieron lugar intensos combates en prácticamente todos los rumbos de la ciudad, que se libraron con un objetivo estratégico muy claro: posicionar a la artillería y a las fuerzas en la mejor ubicación posible con miras al asalto final. (…) En otras palabras, al amanecer del día 23 de junio, el destino de la ciudad estaba sentenciado”, escriben Daniel C. Santander y Martha B. Loyo en el libro Zacatecas: La Batalla de la Victoria, 23 de junio de 1914, editado por la LXII Legislatura de la Cámara de Diputados, Sedena, Conaculta y el INAH.

Ese día, diversos e intensos combates cimbraron la ciudad barroca. “Desde el Grillo, las tropas federales comenzaron a descender al centro de Zacatecas. Entonces, el caos se desató. Una avalancha de soldados se arremolinaron en la plaza, unos queriendo huir del enemigo, otros manteniendo la última línea de defensa (…) Todo fue en vano, la tragedia había comenzado”, narran Daniel C. Santander y Martha B. Loyo. “Ya ganamos, mi general” expresó Felipe Ángeles al Centauro del Norte. “Se había sellado el destino de una nación”.

Para avizorar nuestro futuro, necesitamos comprender nuestro pasado. Y si la historia tiende a repetirse, estamos obligados a escribir mejores páginas de nuestro porvenir. A más de un siglo, siguen transcurriendo tiempos convulsos en nuestro México, en nuestro Zacatecas. Si la guerra cruenta de ayer fue épica y memorable para definir el rumbo de la Revolución Mexicana, en nuestros días aún tenemos el clamor por conquistar la justicia, los anhelos de paz, el combate a la pobreza y la igualdad social. Ideales vigentes. La desigualdad es el reto pendiente para lograr un país próspero y equitativo.

En el libro ‘Siglo de un día’ del escritor, poeta y académico Eduardo Lizalde sentencia: “Pero les doy una pésima noticia: la batalla de Zacatecas… no sólo no ha concluido, está empezando”. Efectivamente, la gesta de 1914 donde triunfó el Ejército Constitucionalista encabezado por la División del Norte, la Primera División del Centro y las Fuerzas de Durango, debe servir de inspiración para las batallas que habremos de librar.

A las faldas del crestón sobre la explanada del legendario cerro de la Bufa y frente al santuario de la Virgen del Patrocinio, las figuras ecuestres de Francisco Villa, Pánfilo Natera y Felipe Ángeles parecen cabalgar hacia los cerros del Grillo, de Loreto, del Padre, La Pila o Sierpe, fortificaciones donde los héroes de la Revolución sometieron a las fuerzas federales, defensoras del dictador Huerta. Al cumplirse 108 años de la Toma de Zacatecas, es menester sopesar la lucha de entonces y la de hoy.

“En esta etapa de la batalla –del 17 al 22 de junio-, tuvieron lugar intensos combates en prácticamente todos los rumbos de la ciudad, que se libraron con un objetivo estratégico muy claro: posicionar a la artillería y a las fuerzas en la mejor ubicación posible con miras al asalto final. (…) En otras palabras, al amanecer del día 23 de junio, el destino de la ciudad estaba sentenciado”, escriben Daniel C. Santander y Martha B. Loyo en el libro Zacatecas: La Batalla de la Victoria, 23 de junio de 1914, editado por la LXII Legislatura de la Cámara de Diputados, Sedena, Conaculta y el INAH.

Ese día, diversos e intensos combates cimbraron la ciudad barroca. “Desde el Grillo, las tropas federales comenzaron a descender al centro de Zacatecas. Entonces, el caos se desató. Una avalancha de soldados se arremolinaron en la plaza, unos queriendo huir del enemigo, otros manteniendo la última línea de defensa (…) Todo fue en vano, la tragedia había comenzado”, narran Daniel C. Santander y Martha B. Loyo. “Ya ganamos, mi general” expresó Felipe Ángeles al Centauro del Norte. “Se había sellado el destino de una nación”.

Para avizorar nuestro futuro, necesitamos comprender nuestro pasado. Y si la historia tiende a repetirse, estamos obligados a escribir mejores páginas de nuestro porvenir. A más de un siglo, siguen transcurriendo tiempos convulsos en nuestro México, en nuestro Zacatecas. Si la guerra cruenta de ayer fue épica y memorable para definir el rumbo de la Revolución Mexicana, en nuestros días aún tenemos el clamor por conquistar la justicia, los anhelos de paz, el combate a la pobreza y la igualdad social. Ideales vigentes. La desigualdad es el reto pendiente para lograr un país próspero y equitativo.

En el libro ‘Siglo de un día’ del escritor, poeta y académico Eduardo Lizalde sentencia: “Pero les doy una pésima noticia: la batalla de Zacatecas… no sólo no ha concluido, está empezando”. Efectivamente, la gesta de 1914 donde triunfó el Ejército Constitucionalista encabezado por la División del Norte, la Primera División del Centro y las Fuerzas de Durango, debe servir de inspiración para las batallas que habremos de librar.