/ martes 20 de agosto de 2019

Mantequilla Nápoles, uno de los mejores…

Fui muy aficionado al box durante mi juventud, y ahora en la madurez, ya no tanto. Al respecto, uno de mis más admirados boxeadores fue, sin duda, el recientemente fallecido Mantequilla Nápoles. Él fue un púgil que tenía todas las virtudes del buen peleador: aguante de los golpes que le propinaban sus contendientes, velocidad con sus puños, inteligente en su estrategia boxística y, sobre todo, destacable puntería y contundencia en su pegada.


Para esto, el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) planea reconocer, próximamente, a José Ángel 'Mantequilla' Nápoles (que era su nombre completo) en un billete que emitirá próximamente la Lotería Nacional, anunció Mauricio Sulaimán, presidente del referido consejo. "Teníamos planeado… reconocerlo de esa forma en vida. Desafortunadamente ya no lo podremos hacer. Sin embargo, es una parte en la que podamos honrar la gran carrera que hizo 'Mantequilla'”, sostuvo Sulaimán a las afuera del velatorio García López de la Ciudad de México, donde yacía el cuerpo del extinto exboxeador.


Eran los sesenta del pasado siglo XX cuando Mantequilla, recién llegado de Cuba, deslumbraba a muchos –incluido a quien esto suscribe, cuando apenas era yo un adolescente y no perdía ver las peleas de los sábados a través de la televisión –por su rapidez, su destreza única para escabullir los golpes del contrario y asestar a los antagonistas los propios con solidez y eficacia rotundas. En efecto, pocos, muy pocos, aguantaron los certeros y fulminantes golpes del Mantequilla.


Pero no sólo era eso, lo fulminante de sus golpes, sino que también éstos iban exactamente donde Mantequilla buscaba hacerlo, no obstante la rapidez y destrezas de sus contrarios. Vi, por la televisión, caer a los más de sus contrincantes luego de recibir los golpes certeramente vertiginosos y contundentes del Mantequilla.


Quizás dos de los adversarios más interesantes y aguerridos de Mantequilla fueron el oaxaqueño Alfredo “Canelo” Urbina y el argentino Carlos Monzón, campeón él de peso mediano. “Canelo” Urbina fue un peleador tal vez no muy llamativo para los aficionados, por su estilo: de ir siempre para adelante, recibiendo golpes, pero conectando uno o más que generalmente derruían a sus adversarios.


No había, sin embargo, lucidez en el boxeo del Canelo, es decir, no hacia bailoteo ni esgrima boxística, sino avanzaba demoledoramente contra sus adversarios. En el caso de Monzón, superior él en estatura respecto de Nápoles, y por supuesto pugilista muy diestro, cayó Mantequilla por nocaut.


En fin, considero que las destrezas del “Mantequilla” deben ser aprendidas y emuladas por los políticos del presente, quienes de manera cada vez más común no alcanzan siquiera a evadir los golpes verbales de sus oponentes y lanzan, si es que lo hacen, puras simplezas.

Fui muy aficionado al box durante mi juventud, y ahora en la madurez, ya no tanto. Al respecto, uno de mis más admirados boxeadores fue, sin duda, el recientemente fallecido Mantequilla Nápoles. Él fue un púgil que tenía todas las virtudes del buen peleador: aguante de los golpes que le propinaban sus contendientes, velocidad con sus puños, inteligente en su estrategia boxística y, sobre todo, destacable puntería y contundencia en su pegada.


Para esto, el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) planea reconocer, próximamente, a José Ángel 'Mantequilla' Nápoles (que era su nombre completo) en un billete que emitirá próximamente la Lotería Nacional, anunció Mauricio Sulaimán, presidente del referido consejo. "Teníamos planeado… reconocerlo de esa forma en vida. Desafortunadamente ya no lo podremos hacer. Sin embargo, es una parte en la que podamos honrar la gran carrera que hizo 'Mantequilla'”, sostuvo Sulaimán a las afuera del velatorio García López de la Ciudad de México, donde yacía el cuerpo del extinto exboxeador.


Eran los sesenta del pasado siglo XX cuando Mantequilla, recién llegado de Cuba, deslumbraba a muchos –incluido a quien esto suscribe, cuando apenas era yo un adolescente y no perdía ver las peleas de los sábados a través de la televisión –por su rapidez, su destreza única para escabullir los golpes del contrario y asestar a los antagonistas los propios con solidez y eficacia rotundas. En efecto, pocos, muy pocos, aguantaron los certeros y fulminantes golpes del Mantequilla.


Pero no sólo era eso, lo fulminante de sus golpes, sino que también éstos iban exactamente donde Mantequilla buscaba hacerlo, no obstante la rapidez y destrezas de sus contrarios. Vi, por la televisión, caer a los más de sus contrincantes luego de recibir los golpes certeramente vertiginosos y contundentes del Mantequilla.


Quizás dos de los adversarios más interesantes y aguerridos de Mantequilla fueron el oaxaqueño Alfredo “Canelo” Urbina y el argentino Carlos Monzón, campeón él de peso mediano. “Canelo” Urbina fue un peleador tal vez no muy llamativo para los aficionados, por su estilo: de ir siempre para adelante, recibiendo golpes, pero conectando uno o más que generalmente derruían a sus adversarios.


No había, sin embargo, lucidez en el boxeo del Canelo, es decir, no hacia bailoteo ni esgrima boxística, sino avanzaba demoledoramente contra sus adversarios. En el caso de Monzón, superior él en estatura respecto de Nápoles, y por supuesto pugilista muy diestro, cayó Mantequilla por nocaut.


En fin, considero que las destrezas del “Mantequilla” deben ser aprendidas y emuladas por los políticos del presente, quienes de manera cada vez más común no alcanzan siquiera a evadir los golpes verbales de sus oponentes y lanzan, si es que lo hacen, puras simplezas.