/ martes 7 de junio de 2022

México: sociedad despierta

Aunque lejos de lo que muchos esperábamos sobre el nivel político que rodea a los procesos electorales, partidos y sus candidatos, el pasado domingo se llevó a cabo la jornada electoral para decidir cargos en 6 entidades de la república, y lo más rescatable de lo acontecido, fue la madurez de la población votante, que en los últimos años ha demostrado ser el actor principal que da estabilidad y legitimidad a los procesos, participando y haciendo suya la cultura cívica nacional, pese a que aún arrastramos razones de sobra, para que la sociedad se haga a un lado de los temas públicos.

En el México contemporáneo, resulta imposible separar los asuntos de un Estado respecto de otro, si bien, merecen distinción y un trato diferenciado de acuerdo a sus propias características y problemáticas, al final sus situaciones inciden en la política nacional e impactan en todos los rincones del país. Bajo esa tesitura, es lamentable que los temas a discusión y la información que recibimos sobre las candidaturas y personajes que pretenden ocupar un encargo público, sean los detalles más íntimos de su vida privada – al mismo nivel de la farándula –, qué comen, cuantas mascotas tienen, cómo se duermen, cómo planchan su ropa, y un centenar de memes, en lugar de hacerse notar por sus interesantes propuestas, su plan de trabajo y sus proyectos.

Sin lugar a dudas, ver o conocer del estilo de vida de los políticos y servidores públicos importa hasta en tanto sea congruente con lo que ganan. Hemos visto como algunos(as) muestran en redes sociales, una vida impagable con el “módico” salario de su puesto. No nos debería importar si el político ordena su ropa por colores, pero en la realidad, nuestra política está más cercana a un circo, que a un sistema democrático representativo como se pinta en el papel.

Con todo, la sociedad mexicana continúa demostrando que es dueña de su presente y de su futuro. De ninguna manera volverá a permitir que su anhelo, por ser una nación justa, equitativa y progresista, quede en manos de quienes no ven por sus intereses. La estadística lo manifiesta, las y los mexicanos son ahora una sociedad despierta y dispuesta a volcarse en las urnas ante un mal gobierno, a expresarse ante las injusticias, a exigir por el respeto a sus derechos y a luchar por la equidad e igualdad.

Ante los resultados electorales se hacen visibles las condiciones bajo las cuales operará el país por los siguientes años. Difícilmente alguien o algo romperá con la hegemonía del partido oficial, y, aunque exista un alto nivel de polarización, los hechos pesan por contundentes. Son tiempos complejos, de mucha incertidumbre y contradicción, sólo la unidad nos mantendrá avante.

Aunque lejos de lo que muchos esperábamos sobre el nivel político que rodea a los procesos electorales, partidos y sus candidatos, el pasado domingo se llevó a cabo la jornada electoral para decidir cargos en 6 entidades de la república, y lo más rescatable de lo acontecido, fue la madurez de la población votante, que en los últimos años ha demostrado ser el actor principal que da estabilidad y legitimidad a los procesos, participando y haciendo suya la cultura cívica nacional, pese a que aún arrastramos razones de sobra, para que la sociedad se haga a un lado de los temas públicos.

En el México contemporáneo, resulta imposible separar los asuntos de un Estado respecto de otro, si bien, merecen distinción y un trato diferenciado de acuerdo a sus propias características y problemáticas, al final sus situaciones inciden en la política nacional e impactan en todos los rincones del país. Bajo esa tesitura, es lamentable que los temas a discusión y la información que recibimos sobre las candidaturas y personajes que pretenden ocupar un encargo público, sean los detalles más íntimos de su vida privada – al mismo nivel de la farándula –, qué comen, cuantas mascotas tienen, cómo se duermen, cómo planchan su ropa, y un centenar de memes, en lugar de hacerse notar por sus interesantes propuestas, su plan de trabajo y sus proyectos.

Sin lugar a dudas, ver o conocer del estilo de vida de los políticos y servidores públicos importa hasta en tanto sea congruente con lo que ganan. Hemos visto como algunos(as) muestran en redes sociales, una vida impagable con el “módico” salario de su puesto. No nos debería importar si el político ordena su ropa por colores, pero en la realidad, nuestra política está más cercana a un circo, que a un sistema democrático representativo como se pinta en el papel.

Con todo, la sociedad mexicana continúa demostrando que es dueña de su presente y de su futuro. De ninguna manera volverá a permitir que su anhelo, por ser una nación justa, equitativa y progresista, quede en manos de quienes no ven por sus intereses. La estadística lo manifiesta, las y los mexicanos son ahora una sociedad despierta y dispuesta a volcarse en las urnas ante un mal gobierno, a expresarse ante las injusticias, a exigir por el respeto a sus derechos y a luchar por la equidad e igualdad.

Ante los resultados electorales se hacen visibles las condiciones bajo las cuales operará el país por los siguientes años. Difícilmente alguien o algo romperá con la hegemonía del partido oficial, y, aunque exista un alto nivel de polarización, los hechos pesan por contundentes. Son tiempos complejos, de mucha incertidumbre y contradicción, sólo la unidad nos mantendrá avante.