/ lunes 14 de junio de 2021

Morena: ¿Partido de Estado?

Hace unos cuarenta días el gobernador de Puebla declaraba, que Morena había perdido la oportunidad de ser Partido de Estado, empezando por el propio Estado de Puebla por él gobernado. Por varios años se estuvo diciendo que el entonces PRI, era partido de Estado; no he estado de acuerdo con esa caracterización, aunque veía la dificultad para distinguir unas tareas del partido de otras propias del gobierno en turno. Para mí, el típico partido de Estado era el Partido Comunista de la Unión Soviética; se parecían un poco, pero nunca fueron iguales. Cuando aludimos a lo dicho por el gobernador de Puebla, pensamos mas en el antiguo PRI, que en otro partido.

Después de las elecciones, y tomando en cuenta las gobernaturas de varios Estados ganadas por Morena, algunos congresos estatales, y una mayoría de diputados federales; podemos decir que la tendencia observada por el gobernador de Puebla se empieza a revertir. Con excepción del revés político que sufrieron en la CDMX, Morena sigue creciendo en la geografía del país; pero hasta ahora siguen manteniendo a Morena como movimiento y no como partido, y los problemas políticos internos seguirán manifestándose y no podrán resolverlos indefinidamente aplastando y marginando a los que no convencen como hasta ahora lo han hecho.

Hace falta, en mi opinión, una reorganización de Morena y para ello se requiere un cierto espíritu autocrítico del que los veo muy alejados, por haber ganado como primer partido y eso los trae eufóricos casi incontrolables; por eso no pueden encontrar las causas de la derrota en las alcaldías que les ganaron, porque a veces toman las explicaciones improvisadas por AMLO y, en otros casos, quieren a Claudia Sheinbaum como posible precandidata para el 2024 y la exoneran como si nadie hubiera visto que en la CDMX votaron en contra de ellos.

Ahora el problema inmediato a resolver es cómo obtener la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, para aprobar las reformas constitucionales que envíe el presidente. Los dirigentes priistas han dicho que no, porque piensan que sería una traición a la alianza legislativa; no toman en cuenta que la alianza que hicieron está basada en un pragmatismo que los hizo prescindir de sus respectivos programas, sus estatutos y de toda la trayectoria de cada uno de esos partidos. Ese pragmatismo los benefició temporalmente, pero la alianza queda frágil y fácil de romper desde dentro, porque no los unen principios ni programas y algunos diputados pueden votar lo que les parezca la mejor propuesta de Morena a la hora de necesitar la mayoría calificada.


Hace unos cuarenta días el gobernador de Puebla declaraba, que Morena había perdido la oportunidad de ser Partido de Estado, empezando por el propio Estado de Puebla por él gobernado. Por varios años se estuvo diciendo que el entonces PRI, era partido de Estado; no he estado de acuerdo con esa caracterización, aunque veía la dificultad para distinguir unas tareas del partido de otras propias del gobierno en turno. Para mí, el típico partido de Estado era el Partido Comunista de la Unión Soviética; se parecían un poco, pero nunca fueron iguales. Cuando aludimos a lo dicho por el gobernador de Puebla, pensamos mas en el antiguo PRI, que en otro partido.

Después de las elecciones, y tomando en cuenta las gobernaturas de varios Estados ganadas por Morena, algunos congresos estatales, y una mayoría de diputados federales; podemos decir que la tendencia observada por el gobernador de Puebla se empieza a revertir. Con excepción del revés político que sufrieron en la CDMX, Morena sigue creciendo en la geografía del país; pero hasta ahora siguen manteniendo a Morena como movimiento y no como partido, y los problemas políticos internos seguirán manifestándose y no podrán resolverlos indefinidamente aplastando y marginando a los que no convencen como hasta ahora lo han hecho.

Hace falta, en mi opinión, una reorganización de Morena y para ello se requiere un cierto espíritu autocrítico del que los veo muy alejados, por haber ganado como primer partido y eso los trae eufóricos casi incontrolables; por eso no pueden encontrar las causas de la derrota en las alcaldías que les ganaron, porque a veces toman las explicaciones improvisadas por AMLO y, en otros casos, quieren a Claudia Sheinbaum como posible precandidata para el 2024 y la exoneran como si nadie hubiera visto que en la CDMX votaron en contra de ellos.

Ahora el problema inmediato a resolver es cómo obtener la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, para aprobar las reformas constitucionales que envíe el presidente. Los dirigentes priistas han dicho que no, porque piensan que sería una traición a la alianza legislativa; no toman en cuenta que la alianza que hicieron está basada en un pragmatismo que los hizo prescindir de sus respectivos programas, sus estatutos y de toda la trayectoria de cada uno de esos partidos. Ese pragmatismo los benefició temporalmente, pero la alianza queda frágil y fácil de romper desde dentro, porque no los unen principios ni programas y algunos diputados pueden votar lo que les parezca la mejor propuesta de Morena a la hora de necesitar la mayoría calificada.